Por qué la gente en el Renacimiento se bañaba una vez al año (¡o menos!)
Las prácticas de higiene durante el Renacimiento resultan fascinantes y reflejan la evolución de nuestra relación con la limpieza a lo largo del tiempo.
Renacimiento, características
Cómo fue el renacimiento
Grandes inventos del renacimiento
En la época del Renacimiento, la higiene corporal estaba íntimamente ligada a la salud y la medicina, incluso más que la belleza. No obstante, la gente se bañaba poco y lo hacía sobre todo en seco, evitando el uso del agua, ya que era visto con mucho recelo.
La desconfianza por el baño surgió partir de la segunda mitad del siglo XIV, cuando los médicos comenzaron a desaconsejar los baños de agua caliente por creer que el agua podía facilitar el contagio de la peste y otras enfermedades.
La higiene en la época del Renacimiento
La higiene corporal en el Renacimiento no sólo se limitaba en eliminar la suciedad exterior, sino también en desechar lo que provenía del interior. De hecho, se pensaba que los alimentos se “mezclaban” en el estómago y se transformaban en sangre y materia corporal. Los residuos de este proceso se “excretaban” del organismo por medio de los oídos, los ojos, la nariz, la boca, el cuero cabelludo y los poros de la piel. Si estas impurezas no eran expulsadas del cuerpo, podían crear obstrucciones y desencadenar enfermedades.
En muchos libros de salud de la época se hablaba extensamente del cuidado de la cabeza, y en especial del cuero cabelludo y el cabello. Por tanto, la higiene diaria se centraba en prevenir enfermedades a través del cuidado del cuerpo, en especial de la piel y el cabello.
Baños esporádicos y cuidado de la piel
A partir del siglo XVI, tras el cierre de los baños públicos, las personas ya no se bañarían tanto y sólo usarían perfumes para ocultar los malos olores. Si bien las tinas y demás recipientes para el aseo con agua se seguían usando, los baños no debían ser demasiado largos ni frecuentes, ya que podían conllevar riesgos para la salud.
Otras de las condiciones era que el agua no debía estar ni demasiado caliente ni demasiado fría, sino tibia, pues como el calor abre los poros, y a través de éstos se accedía a todos los órganos, se podrían contraer enfermedades.
En aquella época se pensaba que si con el cuerpo mojado, el aire frío tocaba los poros abiertos, se promovía la introducción de miasmas en el organismo que desequilibraban su funcionamiento. Los miasmas eran efluvios malignos producidos por cuerpos corruptos o aguas estancadas. Es por ello que después de tomar un baño, la persona debía descansar para ayudar al cuerpo a recuperarse.
A medida que se adoptaban otras formas de higiene, los baños comenzaron a ser menos comunes, aunque se siguieron utilizando baños medicinales para afecciones específicas.
El aseo en seco y otras formas de higiene
En sustitución del baño, las jarras, palanganas y toallas se hicieron cada vez más populares para lavarse la cara y las manos. De hecho, frotar la piel con las manos o un paño, generalmente con una solución de hierbas, era una forma de mantener la higiene, ya que permitían abrir los poros de la piel para limpiarla. Asimismo, se creía que hacer ejercicio y sudar ayudaba a abrir los poros y a expulsar las impurezas, pero debía hacerse con regularidad y sin excederse.
En aquella época, la mayoría de las personas se peinaban o cepillaban el cabello no para verse bien, sino para conservar la salud, ya que los peines eliminaban las impurezas de la cabeza.
También se recomendaba el uso de jabones especiales o herbales para limpiar la cabeza y el cabello, pero debía hacerse con precaución, sobre todo, en las mujeres embarazadas, ya que corrían el riesgo de un aborto si se lavaban el cabello.
La limpieza en seco, que consistía en cambiar la ropa de cama y la ropa interior con frecuencia, también se hizo muy popular durante el renacimiento. Para entonces, lucir prendas blancas e impecables era un indicio de limpieza, sobre todo entre los nobles. Las fibras vegetales como el lino, crudo y seco, y el cáñamo, tenían la virtud de frotar la piel y recoger los residuos que el cuerpo expulsaba, según la mentalidad de la época.
La Revolución de la Higiene y su Legado
Hacia finales del Renacimiento, algunos pensadores comenzaron a cuestionar la falta de atención a la higiene en la vida cotidiana. Con la llegada de la imprenta, los ideas sobre la salud pública y la higiene comenzaron a circular más ampliamente. La peste bubónica y otras enfermedades devastadoras obligaron a las ciudades a implementar leyes de limpieza y saneamiento. Aunque el concepto de higiene moderna aún estaba lejos de desarrollarse, se sentaron las bases para el futuro.
En conclusión, la limpieza e higiene durante el Renacimiento reflejan no solo una evolución de las prácticas personales, sino también un cambio en la mentalidad social.
Este periodo nos dejó un legado importante que, aunque imperfecto, orientó a la humanidad hacia una mayor conciencia sobre la salud y el bienestar, trazando el camino hacia las normas de higiene que valoramos hoy en día.
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Medicina y enfermedad en el Renacimiento
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