Golpe de timón en Philip Morris: invierte 4.500 millones en reemplazar su negocio de cigarrillos
Philip Morris International (PMI) mantendrá «firme» su plan de reemplazar el negocio del cigarrillo con productos libres de humo, pese a las críticas y escepticismo de algunos sectores, y con el reto de lograr normativas que le permitan informar las evidencias de que son potencialmente menos dañinos.
Así lo aseguró este sábado en Washington la vicepresidenta de Asuntos Corporativos para Latinoamérica y Canadá de la gigante tabacalera, la argentina Gabriela Wurcel, al abordar en una entrevista con Efe las perspectivas de la compañía casi tres años después del anuncio de que reemplazaría totalmente su negocio del cigarrillo.
«Este plan no tiene vuelta atrás», explicó la directiva de la empresa, dueña de marcas como Marlboro, Chesterfield y L&M y que ha invertido unos 4.500 millones de dólares en un proyecto basado en que el riesgo para la salud no es la nicotina, sino la combustión que se produce al encender un cigarrillo.
«El compromiso de dejar de vender cigarrillos y reemplazarlo por productos sin humo es firme», agregó.
Wurcel detalló que en 2017 el 40 % del gasto comercial de la compañía se destinó a los productos sin humo y un 13 % de los ingresos correspondió a ese segmento. Además estimó que 5 millones de personas (de cerca de 1.000 millones de fumadores) en todo el mundo ya se han pasado a estas opciones «potencialmente menos nocivas».
La tabacalera ha apuntado a expandir la venta del IQOS, el primero de sus cuatro productos supuestamente menos dañinos que el cigarrillo tradicional, con la expectativa de que en cerca de 10 años represente el 15 % de su portafolio.
Esa oferta, dirigida a aquellos adultos que desean seguir fumando o no logran dejar de hacerlo, «incluye cuatro tipos de productos: dos que calientan en lugar de quemar el tabaco, incluido el IQOS, y dos de vapor electrónicos que no contienen tabaco», aseguró a Efe la epidemióloga Gizelle Baker, que trabaja en el millonario proyecto para lograr «un futuro sin humo».
IQOS, que según PMI calienta el tabaco por debajo del punto de combustión para liberar la nicotina y el sabor, evitando la «quema» de componentes considerados nocivos, ya se comercializa en 38 países y se calcula que cada día 10.000 personas dejan el cigarrillo para usar ese dispositivo, indicó Wurcel.
La vicepresidenta regional de la tabacalera considera que el plazo para «cumplir con el sueño de un mundo libre sin humo» depende ahora de un ámbito regulatorio que les permita «crear las condiciones para que los fumadores decidan pasarse a esas nuevas alternativas».
«Se requiere un marco que nos permita comunicarles cuáles son los beneficios y riesgos de estos productos», añadió al subrayar que en todo caso «no son inocuos y siguen siendo adictivos». Para Philip Morris, esa normativa debe ser «diferenciada» porque, a su juicio, «existe consenso entre los expertos en que no todos los productos de tabaco son iguales».
Wurcel mencionó que en Latinoamérica, con unos 127 millones de fumadores, 40 millones de ellos adultos, el IQOS ya está disponible en Guatemala, Colombia y Curazao, territorios en los que no está ni prohibido ni autorizado.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Argentina, Brasil, México Panamá, Surinam y Uruguay sí prohíben la comercialización de los llamados «sistemas electrónicos de administración de nicotina» (SEAN); mientras Canadá y Chile los reglamentaron como «productos terapéuticos» y Costa Rica, Ecuador, Honduras y Jamaica los incluyen como productos de tabaco.
En búsqueda de una regulación diferenciada del cigarrillo, PMI presentó dos solicitudes a la Administración Estadounidense de Alimentos y Medicamentos (FDA): una para comercializar IQOS en EEUU y otra para poder comunicar a los consumidores sobre los beneficios y riesgos de ese dispositivo. Las dos siguen en estudio.
La tabacalera considera por ahora como referencia a Reino Unido y Nueva Zelanda, que han incluido «los productos sin humo en sus políticas para reducir el daño causado por el tabaquismo», así como a la Unión Europea, que no prohíbe los cigarrillos electrónicos pero impone requisitos de seguridad y de calidad para los que contienen nicotina.
El Convenio Marco para el Control del Tabaco de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha mostrado cautela ante esas nuevas alternativas, pero no ha logrado un consenso para una recomendación normativa ante la falta de evidencia concluyente sobre sus efectos.
Esta semana, en el marco de la cumbre anual «E-Cigarette Summit USA», en Washington, representantes académicos, científicos, gubernamentales y de la industria confirmaron su interés en leyes al respecto, aunque difirieron en la forma. Según la OMS, el tabaco mata casi 6 millones de personas cada año en el mundo, un millón de ellas en América.
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