La increíble historia de la botella de vino más cara del mundo

La botella de vino más cara jamás vendida se adquirió por un precio de 192.000 libras. Al cambio actual, 230.000 euros. Este récord se estableció en el 2010, en la sala de subastas Christie´s de Ginebra, Suiza. Se trata de una botella de French Coeval-Blanc de 1947.
El Señor Ganne, responsable de la subasta, tuvo la suerte de probar dicho vino. «Sin duda es uno de los mejores Burdeos de la historia; no solo por su excelente calidad si no por su longevidad. Puede conservarse otros 50 años sin problemas. 1947 fue un año muy caluroso, y eso hizo que el vino de esa añada fuera muy concentrada en aromas». La botella figura en el Libro Guiness de los récords y ninguna otra ha conseguido desbancarle.
Pero aún más interesante resulta la historia de la botella de vino más cara nunca vendida. Hablamos de un Château Margaux de 1707 que perteneció a Thomas Jefferson y fue encontrada en una bodega de París en 1985. Situémonos en el año 1989. William Sokolin era un comerciante de vino de Nueva York que tenía el encargo de vender esta joya. Inicialmente pidió por ella 500.000 dólares. Un precio exagerado, y de hecho no recibió ninguna oferta de compra.
Hete aquí que William fue invitado -junto a 200 personas- a una cena benéfica en el lujoso Hotel Four Seasons de Manhattan. Al llegar se percató de que los invitados de honor eran nada menos que los propietarios del Château Margaux. «Decidí -cuenta William- ir en taxi a mi casa para traerme la botella. Era una magnífica idea exhibirla en la cena».
Y eso hizo. Antes de depositarla en la mesa, quiso mostrársela a Rusty Staub, un exdeportista de élite convertido en restaurador. La botella resbaló en las manos de William y golpeó con ella la esquina de una mesa.
Adiós botella. No se hizo añicos, quizás porque al ser una botella antigua el cristal era más gordo (y no uniforme) que en las botellas modernas. Pero sí que se hicieron dos agujeros. Y gran parte del líquido acabó en el suelo. William se fue corriendo a casa, y con el disgusto se dejó a su mujer Gloria en el evento.
Minutos después, el manager del hotel Julian Niccolini, probó el charco de vino mojando su dedo. Estaba malo. El propietario de la botella recibió una compensación por parte de la compañía de seguros de 225.000 dólares. Ya dijimos que 500.000 dólares era un precio excesivo.
Los 200 invitados a la gala benéfica, muchos de ellos periodistas, hicieron que el mundo conociera a la botella de vino rota más cara del mundo. Y todavía nadie ha conseguido superar el récord.
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