En el Real Madrid con Vinicius y Benzema todo Liga. El brasileño contagia a sus compañeros con su verticalidad, su descaro y su desborde, que tanto echó de menos su equipo en Getafe. El francés se ha convertido con los años en un ariete con toda la barba. Entre ambos ajusticiaron a un Valencia voluntarioso que fue de más a menos en el Bernabéu.
Después del paréntesis copero Ancelotti volvía a sus clásicos tanto por convencimiento como por precaución. El trastazo del Coliseum había acercado al Sevilla hasta el punto de ver la raya en medio de Lopetegui por el retrovisor y no era plan de hacer más regalos en el Bernabéu, que los Reyes fueron el miércoles.
Así que el técnico del Real Madrid llamaba a filas a su guardia pretoriana, de Courtois a Benzema, pasando por los Lucas, Mendy o Modric, que no jugaron en Alcoy. También volvía El Abrelatas Vinicius, de cuyo nombre no dejó el Madrid de acordarse en Getafe, superado ya el coronavirus. Recuperados todos sus intocables (menos Carvajal, otra vez convaleciente), Carletto disponía un once casi de gala: Courtois; Lucas, Militao, Alaba, Mendy; Casemiro, Kroos, Modric; Asensio, Vinicius y Benzema.
Enfrente el Valencia de Bordalás, dispuesto a plantear un partido casi calcado al del Getafe en el Coliseum o a los de Osasuna y Cádiz, que rascaron sendos empates del Bernabéu merced a un entramado defensivo mejor organizado que las estanterías de una farmacia.
Con ese escenario arrancó un Real Madrid-Valencia que, como siempre, prometía emociones fuertes, montañas rusas y emboscadas. Y nació con dominio visitante gracias a la presión asfixiante de los de Bordalás. El Madrid no pasó del mediocampo en los primeros minutos, incapaz de dar tres pases seguidos y siempre perseguido por camisetas rojas que se salían por todas partes como los vigilantes de El Juego del Calamar.
Presiona el Valencia
Pero el primer aviso lo dio el Real Madrid a balón parado. La ocasión nació de la testa de Militao, que cabeceó picado abajo y sacó bien Cilessen. Pero ni el susto hizo retroceder a un Valencia descarado y valiente. Tampoco dio un paso atrás Casemiro, que vio una amarilla tempranera y peligrosa (a eso del minuto 14) por llevarse puesto a un rival tras haberse resbalado.
El Real Madrid se sacudió el dominio inicial del Valencia a poco que Modric y Kroos tomaron las riendas del partido. También apareció Vinicius, inédito en los primeros compases del duelo, que ya se había convertido en un intercambio de golpes como una escena de una película de Jackie Chan. Ahora atacaba el Valencia, ahora respondía el Madrid.
Por cierto, mientras el Bernabéu se entretenía con los ancestros de Hernández Hernández, los blancos echaban de menos a Benzema, tan desenchufado como en Getafe y cuyo peso en el ataque del equipo de Ancelotti es gigantesco. A la media hora apareció Asensio, siempre guadianesco, para rematar de media volea dentro del área un disparo que sacó Cilessen con el pie. Un minuto después la tuvo Casemiro de cabeza después de un buen pase de Lucas Vázquez.
El Madrid toca a rebato
El Madrid había tocado a rebato y al Valencia se le empezaba a hacer bola la primera parte. Por fin Benzema pidió una cita con la pelota y la sedujo con una caricia de diestra de la que nació un bello disparo parabólico que lijó el palo izquierdo de Cilessen. Bordalás buscaba dónde podía pedir tiempo.
En el 40 fue Modric el que estrelló el 1-0 contra el larguero después de una magnífica maniobra de Vinicius en el pico del área. Se mascaba el gol del Madrid y la tragedia del Valencia, que llegó en forma de penalti (penaltito, para ser justos) de Alderete sobre un Casemiro, que venía loco por la música de tirarse. El penalti lo ejecutó con precisión y fuerza Benzema, que puso la pelota donde ni Cilessen ni nadie podría llegar.
El tanto del Real Madrid abrochó la primera parte y mandó al Valencia por detrás al descanso en un primer tiempo de más a menos. Regresamos del entreacto con el equipo de Ancelotti dispuesto a cuidar el 1-0 con posesiones que duraban más que una botella de Fairy. El Valencia seguía agazapado en busca de su momento en el partido.
Pero el que volvió a dar fue el Real Madrid. Lo hizo gracias a la conexión Vinicius-Benzema. El brasileño, que tiene un pisito en el pico del área, trazó la diagonal de izquierda a derecha, se apoyó en Benzema, se aprovechó de la empanada que tuvieron entre Alderete y Diakhaby para batir con sutileza y calma a Cilessen. Era el minuto 50 y los de Ancelotti aumentaban su ventaja y dejaban casi sentenciado el partido.
El factor Vinicius
El Valencia estaba tocado y acabó hundido diez minutos después. Musa perdió un balón estúpido ante la presión de Kroos, que activó la contra vertiginosa y a un toque. Benzema recibió, vio a Marco Asensio, cuyo disparo lo desvió Cilessen pero no lo suficiente para que Vinicius, que había acompañado la jugada, hiciera el tercero.
Con el 3-0 y el estado de euforia desatado en el Bernabéu Courtois hizo la parada nuestra de cada partido a disparo de Wass. Hasta Ancelotti se permitió el lujo de adelantar seis minutos la alarma de su Nokia y hacer los cambios en el 70: Camavinga por Casemiro y Ceballos por Modric.
El Real Madrid se relajó tanto que Mendy cometió un penalti tonto por un agarrón innecesario a un rival. El penalti lo tiró Guedes, lo paro Courtois, pero su rechace le cayó al delantero valencianista, que la puso al otro palo con un certero cabezazo. Los de Bordalás acortaban distancias y aún quedaba algo más de un cuarto de hora de partido.
Pasaron los minutos y, con el partido ya resuelto, aún le dio tiempo a Benzema para marcar el cuarto en una auténtica obra de arte dentro del área que abrochaba la victoria del Real Madrid, que olvida su pifia de la semana pasada en Getafe y comienza a pensar ya en el Clásico de la Supercopa.