Real Madrid y Barcelona han ganado el pulso a Javier Tebas y a CVC. Tanto el presidente de la Liga como el fondo de capital riesgo han tenido que dar marcha atrás en su idea inicial para aprobar el plan bautizado como LaLiga Impulso y CVC no tendrá acceso ni influencia alguna en los derechos o los ingresos, ni presentes ni futuros, ni del club madridista ni del azulgrana.
De este modo, tanto el Real Madrid como el Barcelona consiguen evitar hipotecar su futuro y dejarlo en manos de un fondo especulativo como CVC, tal como pretendía Tebas en una oscura maniobra a la que se habían opuesto tanto Florentino Pérez como Laporta. Incluso la Directiva del Real Madrid había anunciado acciones legales tanto contra Javier Tebas como contra los responsables del fondo CVC.
El acuerdo entre Tebas y CVC, bautizado como LaLiga Impulso, para que el fondo se quede con el 10% de los derechos de los clubes de la Liga en los próximos 50 años a cambio de 2.700 millones ha salido adelante en la Asamblea de clubes, pero con esa modificación sustancial por no decir crucial para el futuro del fútbol profesional español: el fondo CVC no negociará dentro de su 10% con los derechos de aquellos clubes que han votado en contra.
Dicho de otro modo: que no podrá influir ni en los derechos televisivos ni en los ingresos ni del Real Madrid, ni del Barcelona, ni del Athletic de Bilbao, ni del Oviedo, que mantienen su independencia tras votar en contra del acuerdo entre La Liga y CVC.
El club blanco y el azulgrana renuncian a cobrar su parte de los 2.700 millones que inyecta el fondo CVC a La Liga a cambio de quedarse con ese porcentaje sobre derechos televisivos e ingresos en los próximos 50 años de los clubes que han votado sí al acuerdo del denominado LaLiga Impulso.
De los 2.700 millones que CVC aporta a los clubes de Primera y Segunda división que han votado sí al acuerdo de hipotecar su futuro (todos menos Real Madrid, Barcelona, Athletic y Oviedo), los 300 que le corresponderían tanto al club blanco como al azulgrana se quedan congelados durante tres años por si estos clubes quisieran cambiar su opinión, algo que resulta imposible de pensar a día de hoy y con las condiciones impuestas por el fondo de capital riesgo que suponen hipotecar el futuro de los clubes en los próximos 50 años.