El marcador dibujó un 2-0 pero en el juego fue un baño. El Liverpool pasó por encima del Real Madrid y sólo la actuación del imponente Courtois evitó que el equipo de Ancelotti se fuera de Anfield con un saco de goles en el avión. Esperpéntico partido de Mbappé, descentrado y errático, que falló un penalti que habría sido el 1-1. El equipo blanco tiene cada vez más complicado meterse entre los ocho primeros.
Hollaba el Real Madrid Anfield más diezmado que el ejército espartano en las Termópilas. Ancelotti, que de tan pelao el culo le llega al hueso, tuvo que improvisar un once ante el Liverpool como un cocinero que tiene la nevera medio vacía: con ingenio. Las bajas, incluida la de última hora de Vinicius, ya se las saben ustedes.
Las novedades, varias, a saber: Fede Valverde repetía de lateral derecho, el canterano Asencio de central, Mendy recuperaba su sitio en el lateral izquierdo, Modric acompañaba a Camavinga, Arda Güler repetía por la derecha y Brahim, posiblemente, sería el (falso) nueve. Cualquier cosa para que Mbappé juegue por la izquierda y se reconozca en el espejo.
Así que por el Real Madrid, que llegaba a Anfield exigido tras pifiarla ante el Lille y el Milan, jugaban estos once: Courtois; Valverde, Rüdiger, Asencio, Mendy; Camavinga, Modric; Güler, Bellingham, Mbappé; y Brahim. Pese a estar muy lastrado por las bajas aún le daba a Ancelotti para presentar un equipo si no imponente, sí al menos para competir ante el Liverpool, que llegaba al partido como el equipo más en forma de Europa.
Precisamente en el Liverpool Arne Slot, el hombre que ha sobrevivido a la sombra de Klopp, que saltaba al mítico Anfield sin Alexander Arnold (futuro jugador del Real Madrid) en sus filas ni tampoco el húngaro Szoboszlai. Sí que estaba el amenazante tridente de delanteros red: Luis Díaz, Salah y Darwin Núñez.
Vértigo en Anfield
Después de que la afición del Liverpool entonara el You’ll never walk alone arrancó uno de esos duelos que tendrían que jugarse por obligación dos veces al año. Y el Madrid, se lo juro, salió a presionar. No se lo creían los muchachos de Slot, como tampoco el dominio de la pelota del equipo blanco en los primeros minutos. Pero el primer susto fue red en una contra que se originó tras una pérdida de Mbappé. Aceleró Darwin Núñez y su disparo lo repelió bien abajo Courtois. Luego apareció Asencio, que casi se marca un autogol pero rectificó a tiempo sobre la línea.
Vibraba Anfield pero el Real Madrid no se arrugó. Cierto que replegó un poco y que el Liverpool se adueñó de la pelota. Raúl Asencio, algo nervioso como era lógico, se las tuvo tiesas con Darwin Núñez dentro del área. Parecía MMA. El colegiado resolvió la trifulca con sendas amarillas justísimas. La misma que vería después Gravenberch por protestar una coz de Van Dijk a Bellingham.
Se defendía el Real Madrid con la pelota en posesiones largas y precisas. Le faltaba un punto de mordiente y que apareciera un Mbappé tan desdibujado como siempre. Tampoco Bellingham, con campo para jugar a placer, se unía a la fiesta. Courtois, sí, porque para Courtois todos los partidos son fiesta. El belga sacó en el 22 un tiro a bocajarro de Darwin Núñez dentro del área pequeña.
Aprieta el Liverpool
Superó la media hora el Real Madrid en un ejercicio heroico y profesional de resistencia. El repliegue ya era intensivo y absoluto. Por momentos el dominio del Liverpool evocaba a lo que ocurrió hace casi un año en el Etihad. Otro susto (el tercero) llegó en la cabeza de Darwin Núñez, que la picó a la derecha de Courtois aunque el remate salió desviado por poco. Se salvaba otra vez el Madrid.
A los de Ancelotti se les empezaba a hacer muy largo el primer tiempo. Especialmente retratado quedó Modric en una jugada en la que se le vieron las costuras y el colegiado le perdonó la amarilla por respeto a sus canas. Lo de Mbappé, por cierto, clamó al cielo. El primer tiempo que perpetró fue para haberlo cambiado. La suerte para Kylian es que Ancelotti es un tipo paciente y que tampoco había demasiado dónde elegir en el banquillo.
Terminó la primera parte y, tras el descanso, arrancó la segunda. Nada cambió. Ni los protagonistas ni el dibujo del partido. Replegado el Real Madrid, mandón el Liverpool. Anfield ahogó sendos uys en los primeros minutos. Córner a córner el equipo de Ancelotti se tambaleaba. Les costaba incluso salir de su propio campo.
Menos mal que el Real Madrid tiene a Courtois, el Messi de los porteros, capaz de hacer magia con las manos como Juan Tamarit. En el 51 le sacó una mano imposible al cabezazo de Curtis Jones. El Liverpool hacía tiempo que merecía un gol, por no decir dos. Y al final llegó en la jugada siguiente. Lo marcaría Mac Allister para abrochar una gran jugada colectiva de todo el Liverpool. Esta vez nada pudo hacer Courtois ante el disparo seco y cruzado del argentino.
Lo que le faltaba a Mbappé
Anfield se vino abajo y el Real Madrid también. En el 55 cayó Camavinga, tieso, víctima de una lesión muscular. Ancelotti dio entrada a Ceballos por él y a Lucas Vázquez por un invisible Güler para subir a Fede Valverde a un mediocampo huérfano de vigor, presencia y jerarquía. Los cambios fueron de efecto inmediato. Cocinó una jugada Ceballos, la dejó pasar entre las piernas Modric y la pelota cayó en los pies de Lucas. Dribló a Robertson, le dejó sentado y este le pisó dentro del área. Penalti, penalti, penalti.
La pena máxima la ejecutó Mbappé. Era el minuto 60. Era el 60 en todos los relojes. El 60. Kylian no tomó ni carrerilla. Televisó el disparo en abierto y para todos los públicos, Kelleher lo adivinó y paró el penalti. Su cara no era un poema, era una balada de Álex Ubago. Su situación en el Real Madrid es mucho más que preocupante, raya lo dramático.
La cosa para el Real Madrid se puso todavía peor en el 69 cuando Salah hizo un nudo marinero a Mendy, que no tuvo más remedio que tumbarle en el área. Penalti. Se lo pidió el propio Salah y, por ansia, la pegó tan mordida que tocó por fuera el poste izquierdo de Courtois. Ancelotti respondió sustituyendo al francés para dar entrada a Fran García.
El Real Madrid estaba descosido, roto, muertísimo. En el 76 llegó el segundo del Liverpool. Lo marcó Gakpo a la salida de un córner botado en corto. La pelota, llovida al área pequeña, era de Courtois, que cometió el error que jamás hará Froilán: no salir. Ya con el partido perdido, en el 78, Ancelotti quitó a un exhausto Modric para meter a Endrick. A buenas horas.
El último cuarto de hora el equipo de Ancelotti fue una oda a la impotencia. Lo intentaron, vive Dios, pero eran un niño jugando contra su padre. Courtois La mejor noticia para el Real Madrid fue el final del partido y la derrota, honrosa en el marcador no tanto en el juego. En el fútbol fue un chorreo, en el marcador un 2-0 que permite a Carletto conservar su trabajo y a Mbappé, que perpetró un partido catastrófico, seguir pensando en que todo va a cambiar. No se sabe cuándo, pero cambiará.