El Real Madrid se disolvió en media hora, se dejó remontar un 0-1 y perdió ante el Betis, que le dio un baño en el diluvio del Villamarín. Brahim adelantó al equipo de Ancelotti, que volvió a las andadas y vio cómo los de Pellegrini daban la vuelta al partido con tantos de Johnny e Isco, de penalti. El equipo blanco puede acabar la jornada a tres puntos del Barcelona y llega al derbi del Bernabéu con las peores sensaciones posibles.
A falta de Ceballos, Ancelotti tiraba del viejo Modric. Y a falta de Bellingham, Brahim. También daba la titularidad (otra vez) a Alaba para matar dos pájaros de un tiro: dar minutos al austriaco y proteger de los insultos a Asencio, nuevo enemigo público número uno de las aficiones rivales. Es el peaje que tiene jugar en el Real Madrid. A tres días del derbi de Champions en el Bernabéu Carletto presentaba un once muy titular, nada que ver con la rotación masiva de Anoeta.
Recuperaba su sitio Courtois, flanqueado en defensa por Lucas, Rüdiger, Alaba y Mendy. Fede Valverde, que no juega un minuto desde la vuelta ante el City, se había quedado en Madrid con la batería baja o quién sabe si algo más. El doble pivote era para Tchouaméni y Modric, así que Camavinga ocupaba plaza de banquillo, lo que le convierte en (casi seguro) titular ante el Atlético. Por delante no había dudas: Rodrygo, Brahim, Vinicius y Mbappé. Los cuatro serán titulares el martes en la Champions.
Enfrente el Betis del indultado Antony, del Ingeniero Pellegrini y del inolvidable Isco, ese genio resucitado para el fútbol que dejó su sello en una época inolvidable en el Real Madrid. Fue mucho de blanco pero pudo haber sido más. Un Betis, digo, con más fútbol que puntos y con cierta endeblez en las dos áreas, pero dispuesto a moverle la silla a los de Ancelotti, que estaban en Sevilla con la mitad de la cabeza en el derbi de Champions.
Media hora después de las seis arrancó el fútbol en el Villamarín. Se ordenaban los blancos sin la pelota en un claro 4-4-2 con Vinicius y Mbappé como delanteros, mientras que Brahim y Rodrygo replegaban en los costados. Tocaba con parsimonia el Betis, que sólo mejoraba la posesión cuando intervenían Isco o Antony. Y replegaban casi hundidos en su propio área cuando atacaba el Madrid.
Golazo de Brahim
Tocaba el Real Madrid a placer. Rápido, preciso, vertical. Burreaba al Betis y así acabaría llegando el 0-1. Una larga posesión que acabó en los pies de Mbappé. El francés, que llevaba varios minutos mediapunteando, sorteó a su par y vio la subida de Mendy por el costado siniestro. El lateral, contra todo pronóstico, lo hizo perfecto: dio el pase atrás a la incorporación de Brahim, que marcó a placer para abrochar un precioso 0-1.
El arranque fulgurante del Real Madrid había cogido a pie cambiado al Betis. Pellegrini, que nunca ha tenido la cintura de John Travolta, no sabía cómo reaccionar al recital de juego del equipo de Ancelotti. Trataron de rehacerse los locales pero lo del Madrid era un monólogo que ríete tú de los de Leo Harlem.
En pleno recital blanco (bueno, naranja en el Villamarín) la tuvo Vinicius en el 23 con un remate defectuoso que casi le sale bien pero que acabó yéndose por encima de la meta de Adrián. El Betis decidió embarrar algo el partido con una sucesión de entradas duras para cortar el ritmo al Madrid. Se indignaba Vinicius con Hernández Hernández, que se mantenía impertérrito.
Tanto se durmió el Real Madrid que acabó empatando el Betis. Lo hizo a balón parado. Isco botó un córner con una precisión propia de un robot quirúrgico. La pelota fue al centro del área, Courtois decidió cobijarse bajo los palos y sus compañeros dejaron solo a Johnny, que cabeceó a bocajarro para lograr el 1-1.
El tanto del Betis fue secundado por el diluvio universal. El Real Madrid se encogió como si le estuvieran lavando en agua caliente. Se vinieron arriba los verdiblancos y tuvieron el 2-1 de la misma forma que el empate: en un córner. Otra vez lo botó Isco y otra vez lo remató Johnny, pero esta vez la mano de Courtois, tan salvadora como siempre, evitó in extremis que su equipo se fuera perdiendo al descanso.
Remonta Isco
Del que regresamos en la misma línea. Dominaba el Betis, sufría el Madrid. Ni siquiera la amenaza de Mbappé en las contras achicaba a los locales, que habían olido la debilidad del equipo de Ancelotti. Trataba de buscar los visitantes a sus estrellas pero sin éxito. Pintaba mal para el equipo de Ancelotti y la cosa se puso peor cuando Rüdiger arrolló a Jesús Rodríguez dentro del área y cometió un penalti indiscutible. La pena máxima la ejecutó Isco con precisión y, aunque courtois adivinó el sitio, logró un 2-1 que el Betis llevaba tiempo mereciendo.
Se deshacía el Real Madrid, que estaba a merced del Betis y que enseñaba todas sus costuras. Volvían los peores síntomas del equipo de Ancelotti, que reaccionó con Camavinga y Güler por Alaba y Brahim. Tchouaméni pasaba a ser central. El equipo de Ancelotti se había disuelto de forma inexplicable y no tenía manera de revocar su dimisión del partido.
En el 66 perdonó El Cuchu Hernández el 3-1 después de una asistencia genial de Antony. Su remate lamió por fuera el palo derecho de Courtois, que ya estaba batido. El trasatlántico blanco naufragaba en el Villamarín y Ancelotti tiró entonces de Endrick y se fumó a Mbappé. Estábamos en el 74, así que el brasileño iba a tener un puñado de minutos más que de costumbre. El francés se marchó con carita pero hizo un esfuerzo por saludar a su entrenador.
Un Madrid disuelto
En el 79 Endrick apareció por primera vez en el partido para rematar de forma picuda un buen pase de Vinicius dentro del área. Se le iba agotando el tiempo a un Real Madrid que no parecía especialmente exigido ni desesperado por tratar de rescatar al menos un punto en el naufragio. En el 84 metió Ancelotti a Fran García por Mendy. Tarde y mal, para variar.
Al Real Madrid se le iba agotando el tiempo y su fútbol no le daba ni siquiera para lograr un empate in extremis. Pasaron los minutos finales, apretaron un poco los de Ancelotti, resistió el Betis y al final se llevaron los tres puntos de forma merecida ante un Madrid que dimitió a la media hora y que comenzó a entregar una Liga que, partido a partido, va teniendo cada vez más lejos.