Raúl progresa adecuadamente. Justo lo que deseaba el Real Madrid. Su último logro ha sido clasificar al Castilla para la Primera División RFEF, el principal objetivo del club blanco con el filial. Ahora, tienen licencia para soñar con el ascenso a Segunda, pero lo realmente importante para la formación del primer filial madridista era mantenerse en la tercera categoría del fútbol español. Algo que han conseguido tras un tramo final en la fase regular espectacular. Y eso que la temporada no ha sido fácil.
Un curso marcado por la pandemia del coronavirus y las múltiples bajas que ha sufrido el primer equipo ha trastocado en varias ocasiones el día a día de los chicos de Raúl. Pero el entrenador, que ya demostró sus cualidades el año pasado en el primer filial y, después, guiando al Juvenil A la consecución de la primera UEFA Youth League en la historia de la entidad madridista, ha sido capaz de sobreponerse a todo para lograr el objetivo. Lo que confirma que la apuesta del club por el eterno ‘7’ madridista es más que acertada.
En el Real Madrid varios son los que ven a Raúl como el heredero de Zidane cuando el francés decida dejar el banquillo blanco. La entidad madridista le ha dado la oportunidad de formarse para que en un futuro pueda dar un salto esperado. La idea es que el francés acabe su contrato en 2022 y después, si decide comenzar otra aventura, dar la oportunidad a un técnico joven que no para de crecer. Y es que, desde que dio el paso de sacarse el título, la entidad estuvo ahí para formarle y ayudarle en todo lo que necesitase. Primero en el Cadete B, después el Juvenil B, donde sustituyó a un Álvaro Benito, y desde el año pasado en el Castilla.
Paso a paso
Raúl tiene claro que antes de asumir un cargo que, si todo va por los cauces correctos, le llegará, debe aprender muchas cosas. El año pasado hizo un máster en Valdebebas. Fue capaz de pelear partido tras partido en Segunda B con un equipo extremadamente joven que sufrió para conseguir cada punto, pero que siempre compitió. El gen ganador que tenía el míster en su etapa de jugador lo tienen ahora los canteranos del Real Madrid en el Castilla y se vio en la Youth League. Pueden ganar, perder o empatar, pero siempre dan la cara y se dejan todo hasta que el árbitro dice que ya no se juega más. Y este año, con la base de los campeones de Nyon y jugadores más veteranos que han dado un salto competitivo al equipo, como Hugo Duro, ha sido capaz de formar un bloque sólido que ha ido de menos a más.
Raúl tiene claro que ahora es el momento de aprender, demostrar y enseñar a los jóvenes talentos que tiene a su cargo lo que significa ser jugador del Real Madrid. Pocos lo han entendido como él a lo largo de la historia y pocos han conectado tanto con una afición siempre complicada y especial que no duda en dar su amor incondicional a todo aquel que se deje el alma por defender el escudo. Y eso Raúl nunca lo negoció.
Estas dos temporadas ha aprendido mucho y, sobre todo, ha demostrado que tiene madera de entrenador. Los códigos del vestuario los tiene. Entiende a los jugadores, sabe lo que sienten en los diferentes momentos que se viven en una temporada. Ese apartado lo tiene superado, tal y como le pasó a Zidane cuando también se sentó en el banquillo del Castilla. Por lo tanto, su obligación es adquirir conocimientos tácticos y encontrar la manera de transmitir su idea de fútbol a los jugadores, cosa que también han mejorado mucho en los últimos meses. Amante del buen juego, pero sobre todo de la victoria.
Y es que, el Castilla de Raúl es un equipo que se caracteriza por ir siempre a por el partido y ser dueño de los encuentros. En muchas ocasiones apuesta por una defensa de tres centrales con dos carrileros con recorrido que generan muchos problemas a las defensas rivales. Un equipo que no se arruga, que compite contra cualquiera y que es consciente de que lo único que no se negocia es pelear en cada encuentro.
