El Real Madrid dijo adiós a su racha en Euroliga y lo hizo en Moscú, una ciudad que se ha convertido en maldita para el equipo y su entrenador. Al decimocuarto encuentro, el equipo blanco cedió el triunfo (60-55) ante el CSKA de Moscú en un encuentro antagónico a lo que acostumbra el conjunto dirigido por Pablo Laso, con puntuación escasa y basado en el aprovechamiento de los errores de ambos equipos. El técnico vitoriano sigue sin conocer la victoria en la capital rusa, aunque se lleva el premio del basketaverage, que podría ser clave para los cruces de cuartos de final.
Llegaba el equipo blanco a Moscú con la posibilidad de ampliar su racha de victorias en Euroliga hasta las 14, un número que le habría permitido automáticamente coliderar la clasificación de la fase regular. El CSKA sería el hueso para poner a prueba al equipo merengue en Moscú, donde el Madrid no sabe lo que es ganar desde que Laso es técnico de la primera plantilla.
Se esperaba un encuentro duro, igualado, y con el CSKA tratando de imponer su físico ante el talento de los exteriores madridistas, que recuperaban a Sergio Llull después de un mes. Sin embargo, lo que no podía preverse era un tanteo digno de un tercer cuarto en un partido medio o incluso del descanso en un festival anotador de los madridistas cada vez más habitual. Pero la realidad es que los pupilos de Laso sólo pudieron alcanzar 55 puntos, una cantidad absolutamente escasa para ganar a uno de los mejores equipos de Europa… aunque tengan un mal día en ataque.
El CSKA fue mejor al final
Y es que el CSKA no alcanzó un nivel decente en la primera mitad en el ámbito ofensivo. Los escasos 26 puntos anotados al descanso permitieron una ventaja de un Madrid sólido y sustentado por la protección de aro de un inmenso Tavares. Las pérdidas de los locales pudieron condenarles a lo largo del encuentro, pero el Madrid no cerró bien el rebote, permitiendo segundas oportunidades que Hines y Kurbanov culminaron para gestar una ventaja mínima, clave para el triunfo final.
La hiperactividad de Mike James, capaz de lo mejor –19 puntos– y de lo peor –7 pérdidas de balón– en un mismo partido, acabó saliéndole cara a un CSKA más incisivo e intenso en unos últimos minutos en los que el Madrid no supo sumar en acciones decisivas. Si el CSKA fue el que se llevó el suspenso rotundo en la primera parte, los blancos no se quedaron atrás en la segunda, la verdaderamente selectiva, con 12 y 10 puntos. Sigue la maldición del Madrid en Moscú.