El Betis reina en la agonía
El Betis levantó la Copa el Rey en una agónica final ante el Valencia que se resolvió en la tanda de penaltis. Borja Iglesias adelantó a los verdiblancos y Hugo Duro igualó el partido antes del descanso. En la segunda parte y en la prórroga los de Pellegrini propusieron más y tuvieron más ocasiones, pero los de Bordalás consiguieron alargar el partido hasta los penaltis. En la tanda final, la lotería le tocó al Betis, que se llevó su tercera Copa.
Era una batalla de gallos que no rapeaban. En un rincón estaba Pellegrini, que las mata callando; en el otro Bordalás, que los mata bien muertos como decía aquel anuncio de insecticida. El Betis representaba el futbol académico, la estética, la pelota que nunca se mancha y el toque por encima de todas las cosas. El Valencia era el fútbol tremendista, la pierna fuerte y peluda, la patada si se tercia y el incomodar al rival como forma de vida.
Pellegrini hacía un all in desde el principio. Canales, Fekir, Juanmi y Borja Iglesias, así para empezar. Bueno, al Betis siempre le quedaría Joaquín, que es como guardar un desatascador viejo pero que siempre funciona. En el Valencia Bordalás metió a Illaix al lado de Carlos Soler escoltados por Guillamón, para dar sostén a la pareja Guedes-Hugo Duro. Era una final con menos glamour que un Clásico pero con un buen puñado de buenos futbolistas. Y prometía ser apasionante.
Dura también, vive Dios. Como demostró Paulista a los cuatro minutos que le metió un medio sopapo a Borja Iglesias por el que vio una amarilla justa y un poco justita. El Valencia enseñaba las garras y el Betis se adueñaba de la pelota. El ritmo era lento, suponiendo que hubiera ritmo, que era mucho suponer. Ambos equipos se encontraban cómodos en su traje: los de Pellegrini con el balón y los de Bordalás sin él.
Pero a los diez minutos la final se abrió. Lo hizo el Betis, el único que lo merecía. Fekir, ese futbolista que tiene tanto talento que puede jugar andando, se asoció primero con Canales y luego con Bellerín, que remontó la banda diestra como si fuera en moto. La puso al área y allí emergió, como impulsado por muelles, Borja Iglesias. El Panda se disfrazó de Cristiano Ronaldo para abrir el marcador en La Cartuja.
Zarpazo de ‘El Panda’
El Valencia se asía a Guedes para remontar. El portugués la pidió y raudo le sacó una amarilla a William Carvalho. Y la final se convirtió en una reyerta. El Betis replicó golpe por golpe a la propuesta de Bordalás. A los puntos en lo de pegar ganaba el Valencia, porque en eso no hay quien gane a un equipo de Bordalás. En lo de fingir era un empate, por lo que Hernández Hernández tenía mucho que pitar… y que templar.
Fekir gobernaba la final caminando. Su talento es gigantesco y sólo su mala cabeza le ha impedido jugar en un grande. Zidane, en su día, lo quiso para el Real Madrid por algo. El Valencia estaba tocado pero no hundido. Bellerín también percutía por la derecha sin nadie que le estorbara. El juego era un monólogo del Betis, que no paraba de sortear cornadas. Mención especial para Alderete y Guillamón, que parecían Bud Spencer y Terence Hill.
Cuando más tocado parecía el Valencia emergió en la final Carlos Soler, que descargó un pase imposible sobre Illaix. El ex del Barça galopó a campo abierto en un error defensivo en la presión del Betis para encontrar con el exterior el desmarque de ruptura de Hugo Duro. El delantero valencianista se plantó ante Claudio Bravo, levantó la cabeza y le picó la pelota con una solvencia y una sangre fría propias del mismísimo Lewandowski.
Con el empate el Valencia se olvidó de jugar y la final volvió a convertirse en una sucesión de emboscadas. El pobre Hernández Hernández no sabía dónde meterse para no liarse a tarjetazos. En plena reyerta apareció Canales para asomarse a la final con un disparo desde la frontal que repelió el palo. El Betis volvía a adueñarse del partido. Pero le sobrevino el descanso.
Reacciona el Valencia
En la reanudación volvió a dominar el Betis, pero sin mucha convicción. En el 50 Claudio Bravo salvó un mano a mano maravilloso a Gayá en el área pequeña después de una vertiginosa contra del Valencia. Tampoco Hugo Duro aprovechó el rechace porque llegaba muy vencido. Los de Bordalás se habían adueñado del mediocampo a base de pierna fuerte e intensidad. Pellegrini estaba ensimismado y su equipo pedía a voces un cambio.
Carlos Soler empezó leer todos los huecos que dejaba el Betis como si tuviera un ecógrafo en cada pie. El Valencia empezó a leer mejor la final justo cuando sus buenos futbolistas asomaron la cabeza. Los verdiblancos sólo se aferraban a la calidad de Fekir, que no ganaba para golpes. El equipo de Bordalás se adueñó de la final.
En el 65 de nuevo Borja Iglesias, cuya participación en la final rozaba la perfección, inventó en el área del valencia. Encontró a Juanmi que, antes de marcar, se topó con Mamardashvili. El meta evitó el tanto con un pie milagroso. El Betis resucitaba otra vez. En el 67 Canales disparó fuera desde la frontal.
La final empezó a romperse justo cuando apareció el cansancio. El Betis parecía más cerca del gol pero el Valencia asustaba en las contras. El despliegue físico era de Illaix, el talento de Soler y Fekir y el partido perfecto era el de Borja Iglesias. Otra vez el palo se interpuso entre el Betis y el gol en el 77. La víctima esta vez fue Juanmi. La final volvía a pintar en verdiblanco.
En el 80 Hernández Hernández perdonó la expulsión a Hugo Guillamón, que cometió una falta escandalosa sobre Juanmi. El colegiado prefirió inhibirse, igual que en una acción dentro del área en la que Fekir reclamó (con razón) penalti. El propio Fekir perdonó el segundo en un mano a mano ante Mamardashvili en el que la pelota se le quedó en su pierna menos buena.
Prórroga… y penaltis
Bordalás movió el banquillo con Rakic para quitar a Hugo Duro, que jugaba de prestado, y a Bryan Gil. Pellegrini replicó con Joaquín, un cuarentón que puso boca abajo La Cartuja con una ovación de ambas aficiones. En el 89 de nuevo Borja Iglesias tuvo la sentencia de la final, pero Mamardashvili le sacó una mano imposible. Respondió el Valencia en una contra de Bryan Gil que pudo sentenciar Carlos Soler. Lo evitó Claudio Bravo con pie firme.
Fue la última ocasión antes de que la final se fuera a la prórroga. Y allí encalló. Ambos equipos estaban tiesos. Nadie (o casi nadie) entendía que Pellegrini no moviera su banquillo. Sólo había salido Joaquín, que agitó la final en alguna galopada marca de la casa. Pasado el minuto 100 entraron al partido Guardado y William José por Carvalho y Borja Iglesias, que estaba siendo el mejor de la final. Sólo el Betis parecía querer y poder evitar los penaltis. El Valencia ya no pasaba del centro del campo.
Todos los rechaces eran para el Betis, que tenía ante sí una oportunidad enorme para llevarse la final en la prórroga. El Valencia se defendía a la desesperada. Su única salida para la supervivencia eran los penaltis. El equipo de Pellegrini lo intentó subido a lomos de Fekir, que ya tenía el depósito en reserva.
El técnico del Betis quitó a Fekir y Canales, dos lanzadores de penaltis, para meter a Ruibal y Tello en el minuto 110. Tenía diez minutos para hacer un gol a un Valencia exhausto. Lo intentaron los verdiblancos pero los que salieron del banquillo no tenían el mismo talento de los que se habían ido. Así que nos fuimos a los penaltis.
Abrió plaza el Valencia y la pelota fue para el especialista Carlos Soler. No le tembló ni el pulso ni el pie: golazo por la escuadra. El segundo era para William José. Gol tras engañar a Mamardashvili. 1-1. El tercero era para Rakic. También gol. Le tocaba entonces a Joaquín. Con suspense… pero gol. Iba Guedes con el quinto. También dentro. Guardado lanzó después. Otro que marcaba. Ecuador de la tanda y 3-3. Turno para Yunus en el Valencia. A las nubes. Tello tenía la ocasión de poner por delante al Betis y lo hizo. Gayá tenía turno. Si fallaba, la Copa era bética. Marcó. En el Betis el quinto era para un canterano: Miranda. La Copa estaba en sus pies. Marcó y consagró el título para el Betis.
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