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Final de la Liga de Naciones: España-Portugal

Los españoles en Múnich también lo tienen claro: “¡Pedro Sánchez, hijo de puta!”

La afición española cantó contra el presidente del Gobierno en las horas previas al partido

Además de animar a la selección, los más de 10.000 desplazados a Alemania se acordaron de la pésima gestión del líder del PSOE

La historia espera a España

No sólo en el centro de Madrid se palpa el hartazgo con el Gobierno de Pedro Sánchez. Además de la multitudinaria manifestación que tuvo lugar en la mañana de este domingo en la capital, los españoles que se desplazaron a Alemania, concretamente a Múnich, para disfrutar de la final de la Liga de Naciones entre la selección y Portugal estallaron contra el líder del PSOE con un cántico más que habitual en todo tipo de eventos, también deportivos.

«¡Pedro Sánchez, hijo de puta!», se escuchaba este domingo al mediodía en las calles de Múnich, un canto unánime entre buena parte de los 10.000 españoles desplazados a la ciudad en la que a partir de las 21:00 horas la España de Luis de la Fuente está a un paso de hacer historia. La nefasta gestión del presidente del Gobierno ya se manifestó el pasado jueves en Stuttgart antes de la semifinal ante Francia y ahora a un paso del choque por el título no fue menos.

La afición española conquistó Múnich. Todavía queda tiempo para que eche a rodar el balón en el Allianz Arena, pero los más de 10.000 aficionados que viajaron desde nuestro país hasta la ciudad alemana no pudieron contener las ganas de fútbol y de animar a la selección y tomaron las calles de la ciudad alemana desde el mediodía.

Cánticos contra Pedro Sánchez en Múnich

«¡Portugués el que no bote!», se escuchaba en torno a las 14:00 en el centro de Múnich, donde se encontraba este periódico junto a la multitudinaria afición española. España tiene la oportunidad de revalidar este título europeo si gana a Portugal después de levantarlo en 2023 y se quedaría en solitario como país con más Liga de Naciones. Por tanto, su gente no le iba a fallar y Alemania se convirtió en una caldera roja y amarilla desde bien pronto.