España tritura a una banda
Liechtenstein es conocido por ser un principado donde el dinero crece en los árboles, pero los futbolistas no. Es un paraíso fiscal, pero un infierno para jugar al fútbol. Así que España se dio un banquete a costa de los pobres liechtenstenianos, que aguantaron medio tiempo con un honroso 1-0 en contra. Diego Costa firmó un doblete, más por insistencia que por talento. También marcaron Sergi Roberto, Silva, Vitolo y otros dos Morata y podría haber marcado hasta Manolo el del Bombo si Lopetegui lo hubiera puesto a jugar.
Lopetegui se ratificaba en su reconstrucción tranquila con un once casi calcado al de su debut. Apenas un par de cambios, Sergi Roberto por Carvajal y Diego Costa por Morata, en un equipo que se aprestaba a devorar a la débil Liechtenstein con el hambre de un león en una barra libre de cebras.
Los liechtenstenianos –suponiendo que sea ése el gentilicio– tenían clara su táctica: ponerse todos en dos filas de cinco delante de su portero y reducir los espacios a la mínima expresión, como si su área fuera la playa de Benidorm en pleno mes de agosto. Ante tamaño repliegue intensivo España debía oponer toque y una paciencia infinita.
Penetrar entre la maraña de jugadores de Liechtenstein era como licenciarse en Teleco: una labor complicada y que requería destreza, tesón y tiempo. El balón parado podía ser la llave que abriera la lata para España y, si antes lo digo, antes ocurre. Fue en el minuto 9. Un gol made in Simeone. Falta lateral que botaba Koke y Diego Costa, emergiendo entre un pandemónium de liechtenstenianos, cabeceó a la red tras un apreciable giro de cuello. La Roja encontraba el gol por la vía rápida. Bueno para Lopetegui. Bueno para Costa. Bueno para España.
No era un partido de fútbol, era un duelo de frontón. Los de Liechtenstein, pobrecitos míos, no estaban dispuestos a descomponerse por mucho que España ya fuera 1-0. Ellos seguían a lo suyo, prietas las filas, y nosotros a lo nuestro, atacar con la pelota. El fútbol se jugaba en una baldosa en las inmediaciones del área de Jehle y eso perjudicaba a Diego Costa, más potente que habilidoso, un jugador que es feliz en el campo abierto o en la trifulca.
Acoso sin derribo
España lo intentaba metiendo a siete jugadores en la frontal del área rival, lo que favorecía el atasco de cada vez más gente en menos espacio. Los ataques de La Roja, que abusaba de un rival tremendamente inferior, solían morir en los pies de un Costa que quería rematar todo lo que le llegara, como el tirador de baloncesto dispuesto a maquillar su estadística a cualquier precio.
El partido no era para contárselo a nuestros nietos ni para que Spielberg hiciera una película, ni siquiera para que las Campos, madre e hija, le dedicaran un programa especial. Un córner por aquí, una ocasión de gol por allá y un montón de gente todo el tiempo en el área de Liechenstein. A España le pasaba con los goles lo que a Rajoy con los mandatos: se le resistía el segundo.
Empezó la segunda parte y La Roja le puso una marcha más. Koke rondó el segundo en una falta directa que se estrelló contra el poste en el 51, pero sólo era cuestión de tiempo. El segundo lo firmó Sergi Roberto tras una gran asistencia de Nolito en el 55. Y entonces España abrió el grifo y Liechtenstein hizo lo que no se atreven nuestros políticos: dimitir.
Tres minutos después Silva selló el tercero a pase de Vitolo, que conseguiría el cuarto en el 59 después de un gran jugada coral entre Nolito, Costa y Silva. El quinto, que sí fue malo y feo, lo firmó Diego Costa –el segundo en su cuenta– más por insistencia que por calidad. Bueno, y porque los liechtenstenianos son unos amigos.
Morata, de dos en dos
España levantó el pie con el quinto, ya con Morata por Costa en el terreno de juego. Entonces Lopetegui hizo debutar a Asensio arruinando las pocas esperanzas de Holanda de que cambiara el rojo por el naranja. La joya del Real Madrid se llevó la ovación de la noche porque León, como el resto de España, es muy madridista, le pese a quien le pese. Y hablando de madridistas, marcó Morata el sexto después de una buena jugada cocinada entre Asensio y Nolito. Y también marcaría el séptimo el delantero del Real Madrid en colaboración con el portero de Liechtenstein. Cayó el octavo en el 90 y lo marcó Silva.
El partido, afortunadamente para todos, se acabó con una goleada contundente, placentera y escandalosa con la que España inicia con paso firme su camino hacia el Mundial de Rusia 2020 aunque para eso todavía quedan muchos pasos que recorrer.
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