Caspa en el embarazo: causas, cómo prevenir y cómo tratar
Debido a las hormonas es posible que durante el embarazo sufras de caspa en el pelo
Estas son las principales hormonas que intervienen en el embarazo
Los cambios en el pelo durante el embarazo y cómo tratarloe
El embarazo es una etapa de cambios físicos y emocionales que pueden afectar a la salud y la belleza de la mujer. Uno de los problemas que pueden surgir durante esta etapa es la caspa, una afección del cuero cabelludo que se caracteriza por la presencia de escamas blancas o amarillentas que se desprenden y se acumulan en el pelo o en la ropa, de modo que si estás sufriendo de caspa en el embarazo, debes conocer bien las causas de ello, y también cómo se debe tratar o qué podemos hacer para prevenir este problema.
Caspa durante el embarazo
La caspa puede causar molestias como picor, irritación, enrojecimiento o sequedad en el cuero cabelludo, así como afectar a la autoestima y la confianza de la mujer. Además, puede ser un signo de otras alteraciones como dermatitis seborreica, psoriasis o infecciones por hongos.
¿Qué causa la caspa en el embarazo?
La caspa se produce por un desequilibrio en el proceso de renovación de las células de la piel del cuero cabelludo, que se acelera y genera un exceso de células muertas que se adhieren al sebo y forman las escamas.
Las causas de este desequilibrio pueden ser diversas, pero en el embarazo hay algunos factores que pueden favorecer su aparición o empeoramiento, como son:
- Los cambios hormonales: el aumento de los niveles de estrógenos y progesterona puede estimular las glándulas sebáceas y producir más grasa en el cuero cabelludo, lo que favorece el crecimiento de microorganismos como el hongo Malassezia, que se alimenta del sebo y produce sustancias irritantes que inflaman la piel y aceleran la descamación.
- El estrés: el embarazo puede generar ansiedad, nerviosismo o preocupación en la mujer, lo que afecta al sistema inmunológico y altera la barrera protectora de la piel, haciéndola más vulnerable a las agresiones externas y a las infecciones.
- La alimentación: una dieta desequilibrada, pobre en nutrientes esenciales como el zinc, el selenio, las vitaminas B o los ácidos grasos omega-3, puede debilitar el cabello y el cuero cabelludo y favorecer la aparición de caspa. Por el contrario, un exceso de azúcar, grasas saturadas o alimentos procesados puede aumentar la inflamación y la producción de sebo.
- Los productos cosméticos: algunos champús, acondicionadores, tintes o lacas pueden contener ingredientes químicos que irritan o resecan el cuero cabelludo o que alteran su pH natural, lo que favorece el desequilibrio de la flora bacteriana y fúngica y la aparición de caspa.
¿Cómo prevenir y tratar la caspa en el embarazo?
La prevención y el tratamiento de la caspa en el embarazo deben basarse en una buena higiene capilar y en el uso de productos adecuados para cada tipo de cabello y cuero cabelludo. Algunos consejos que pueden ayudar son:
- Lavar el cabello con frecuencia, pero no a diario, para eliminar el exceso de grasa y las células muertas sin resecar ni irritar el cuero cabelludo. Se recomienda usar agua tibia o fría y masajear suavemente con las yemas de los dedos sin frotar ni rascar.
- Usar un champú específico para la caspa, que contenga ingredientes activos como el piritionato de zinc, el sulfuro de selenio, el ácido salicílico o el ketoconazol, que ayudan a eliminar los microorganismos causantes de la caspa y a regular la producción de sebo. Se debe aplicar siguiendo las instrucciones del fabricante y dejar actuar unos minutos antes de aclarar bien.
- Evitar el uso de acondicionadores, mascarillas, aceites o productos de fijación que puedan engrasar o apelmazar el cabello y el cuero cabelludo. Si se usan, se debe hacer solo en las puntas y evitar el contacto con la raíz.
Secar el cabello al aire o con una toalla suave, sin frotar ni tirar. Evitar el uso de secadores, planchas o tenacillas que puedan dañar o resecar el cabello y el cuero cabelludo. - Cepillar el cabello con un cepillo de cerdas naturales, que ayude a distribuir el sebo y a eliminar las escamas. Evitar compartir el cepillo con otras personas y limpiarlo con frecuencia.
- Llevar una dieta equilibrada y variada, rica en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos, pescado azul y lácteos, que aporten los nutrientes necesarios para mantener un cabello sano y fuerte. Evitar el consumo de alcohol, tabaco, café o alimentos irritantes o inflamatorios.
- Beber suficiente agua para mantener el cuerpo y la piel hidratados y eliminar las toxinas.
- Controlar el estrés y practicar técnicas de relajación como la respiración profunda, el yoga o la meditación. Dormir bien y descansar lo suficiente.
Proteger el cabello y el cuero cabelludo del sol, el viento, el frío o la contaminación, usando sombreros, gorras o pañuelos. - Consultar con el médico o el dermatólogo si la caspa persiste o se acompaña de otros síntomas como enrojecimiento, inflamación, sangrado o pérdida de cabello, ya que puede ser necesario un tratamiento específico o descartar otras patologías.
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