‘De Scheherezade’ o la mujer reivindica su lugar en el mundo
El Ciclo de Danza del Auditórium de Palma ha permitido presenciar una obra maestra y desde luego lo mejor que ha presentado María Pagés en un escenario mallorquín
Premio Princesa de Asturias de las Artes 2022 para la cantaora Carmen Linares y la bailaora María Pagés
Desde el primer momento el acompañamiento musical (dos voces, cuarteto de cuerdas y percusión) queda apartado de la acción, cuando lo habitual en un espectáculo flamenco es poder visualizar en escena una forma de tablao por así decirlo; de manera que se cambian las coordenadas para dar mayor visibilidad a la mujer, aquí en De Scheherezade, la única protagonista.
Entiendo que no es casual elevar al título de la coreografía la preposición de, por su variable significado: el origen o principio del relato (ya se ha dicho que uno de los cuentos de Las mil y una noches), pero, asimismo, el tránsito de una situación a otra, puesto que de eso va precisamente cuanto se narra sobre el escenario, concretado en presenciar cómo crece la mujer hasta alcanzar su plenitud, incluyendo maravillosos hallazgos como los juegos con los abanicos, espectaculares caracoleados y el uso icónico del libro con el que se percute en el cuerpo simbolizando así la fuerza de la palabra. Sin olvidar esas imágenes de conjunto de gran fuerza expresiva.
El uso del libro no es casual desde el momento en que «esta obra ensalza a la mujer con la palabra frente a la violencia». El mensaje que se quiere dar.
También la música adquiere personalidad propia, en clave camerística, en el desarrollo de los distintos cuadros y mostrándonos además una suerte de maridaje del flamenco con la música arábiga con felices momentos que me permito libremente interpretar como la visión persa de la tradición helénica. No en vano la tradición marroquí y la andalusí son hermanas de aquéllas, y por cierto, memorables son los quejíos de la cantaora marroquí abriendo y cerrando el espectáculo: la compañía de María Pagés en estado de gracia.
Su estreno el pasado julio en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida contemplaba una formación mayor: diez bailaoras (siete en gira), dos cantaoras y siete músicos (cinco en gira). Pese a economizar medios, lo cierto es que la coreografía conserva toda su fuerza, sigue conmoviéndonos la capacidad de María Pagés en su condición de «pionera del entendimiento del flamenco como arte contemporáneo capaz de dialogar con su tiempo».
De hecho, la expresión corporal y los perfumes de danza contemporánea, que son referencia permanente, sirven para mejor subrayar el fondo étnico de cuanto se baila, mientras el vestuario una vez escondida la bata de cola nos sumerge en un clasicismo oriental que nos recuerda permanente cuál es la fuente del relato. María Pagés encarnada en Scheherezade, el personaje mítico de Las mil y una noches, abre y cierra como queriendo ensalzar el carácter singular de esta mujer que, de acuerdo con el relato literario, venció a la muerte con la palabra. Scheherezade, entendida como «una mujer que representa a todas las mujeres» y de paso reivindica su lugar en la historia.
Esta es precisamente la coartada para configurar aquellos once cuadros que progresivamente nos van presentando el despertar de la mujer, su toma de conciencia, utilizando para ello las imágenes de fuerte temperamento que van dibujando-transformando la condición femenina a través de un cuerpo de baile –magnífico- que nos muestra los pasos hacia la libertad que se van dando. Y siempre, teniendo como punto de partida, y de encuentro, «el uso de la palabra como medio de entendimiento», que tal es la dramaturgia que desarrolla y firma El Harbi El Arti, y acompañado de la voluntad por dar plena visibilidad a las mujeres. De ahí que el acompañamiento musical se quede difuminado y solo lo veamos aparecer cuando todo ya se ha dicho.
Esta fusión de estilos que progresivamente se irán desarrollando en perfecta armonía a lo largo de la puesta en escena responde a la idea de María Pagés de «entender la danza como arte global, convergente y humanista», unido a la conjunción, siempre delicada, de «inteligencia emocional y pensamiento crítico». Como apunta la declaración de principios de la compañía de María Pagés, «el flamenco es un vehículo hospitalario, generoso, comprometido con su entorno y con arraigado sentido ético de la cultura».
De Scheherezade en definitiva es un manifiesto en pro de un feminismo radical, en el buen sentido de la palabra. Igualdad, antes que ideología.
El Premio Nacional de Danza el año 2002 y el Princesa de Asturias de las Artes recibido el año pasado son credenciales suficientes para comprender el proceso de permanente búsqueda y evolución de María Pagés.
Lo primero que debe apuntarse es que el Ciclo de Danza del Auditórium de Palma ha permitido presenciar una obra maestra y desde luego lo mejor que ha presentado María Pagés en un escenario mallorquín. Una auténtica explosión de genio creativo. Siempre se recordará este 24 de febrero.
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