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El mayor fan de Barbie: Un hombre austriaco posee más de 1.800 muñecas y 1.500 prendas

El coleccionista tiene una tienda en Viena donde arregla todo tipo de muñecas

Un coleccionista austríaco llamado Manfred Reichel es posiblemente el mayor fan Barbie. El «doctor de las muñecas», así se le conoce en Viena, lleva cuatro décadas acumulando estas míticas figuras de las que tiene más de 1.800. Reichel posee una tienda en el centro de la capital austríaca donde las almacena junto a unas 1.500 pequeñas prendas de ropa tanto de Barbie como de Ken.

«Cuando yo era un niño, a finales de los años sesenta, las Barbie resultaban muy interesantes entre las niñas. Mis amigas tenían dos o tres de ellas y nos lo pasábamos muy bien jugando juntos», recuerda Reichel en declaraciones en su tienda, llamada «Clínica de muñecas», donde las arregla.

Según fue creciendo, cuenta, vio que las barbies de su infancia eran de muy buena calidad y empezó a coleccionar modelos fabricados entre los años 1960 y 1990. Para su 50 cumpleaños se regaló a sí mismo quizá la muñeca Barbie más especial que existe: el primer prototipo original de 1959. «Fue un regalo de mí para mí, por el que pagué cerca de 5.000 euros», recuerda el apasionado por las muñecas.

Reichel asegura que, aunque no tenga todas las barbies que fueron producidas, tiene casi todas las que le interesan. El coleccionista hace hincapié en el buen ejemplo que, desde el principio, dio la diseñadora de las barbies, Ruth Handler, a la infancia estadounidense de los años 1960. «En 1960 salió la Barbie en su graduación, vestida con el traje típico que se ponen en Estados Unidos para esas ocasiones», cuenta Reichel, aunque él mismo al principio no lo entendía. «Me decía a mí mismo, ¿por qué han elegido esa vestimenta? No lo entendía», reconoce.

Después, se dio cuenta de que eso pretendía demostrar a los niños y a las niñas la importancia de estudiar para forjarse su propia vida. «Eso les decía, cuando te gradúes, el mundo se abrirá para ti. Ésa es la parte más importante de esta muñeca, tiene una historia detrás de ella», asegura.

Reichel lleva reparando muñecas desde hace casi 30 años y se identifica como amante de su profesión, pues le encanta «escuchar las historias de los dueños de las muñecas y de los osos de peluche» que traen a la tienda.