¿Por qué causas nos desmayamos?
Los desmayos suelen ser situaciones alarmantes, inesperadas, en algunos casos síntomas de enfermedades. Pero, ¿por qué causas nos desmayamos? Toma nota de estos consejos.
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Conocidos clínicamente como síncopes, nos desmayamos por varias razones. Es una situación relativamente común. Se estima que cerca del 40% de la población mundial sufrirá este tipo de episodios en algún momento de su vida. Las estadísticas muestran que la mayoría de los afectados suelen ser mujeres. Aunque los hombres de cualquier edad no están exentos de perder repentinamente la conciencia.
El síncope ‘clásico’ es un mecanismo de defensa. Una alarma utilizada por el cerebro para indicar al corazón que no está recibiendo suficiente sangre. Para corregir el déficit de manera rápida, la frecuencia cardíaca y la presión arterial disminuyen de manera importante.
Lo anterior produce una pérdida del tono muscular que genera un desplome automático del cuerpo, terminando en posición horizontal. De esta forma, la sangre no tiene que luchar contra la gravedad y ‘baña’ de forma eficiente la parte más alta del cuerpo humano.
Causas
Mucho calor, alta concentración de personas y deshidratación, son algunas de las causas que pueden provocar que nos desmayemos. Permanecer demasiado tiempo de pie o levantarse de forma rápida después de estar durante un largo período sentados, son otros de los posibles detonantes.
También pueden ser causas del desmayo donar sangre o vivir episodios de estrés repentino, así como terminar involucrados en un accidente automovilístico. Teniendo plena conciencia de los posibles factores de riesgo, y tratándose de episodios únicos, no suponen mayores peligros.
Sin embargo, cuando los desmayos y situaciones similares tienen lugar durante la práctica de actividades deportivas, la visita a un especialista es imperativa. Lo mismo si se producen sin que se pueda identificar el motivo y, además, se convierten en frecuentes.
¿Nos desmayamos como método de supervivencia?
Para algunos especialistas, los desmayos eran un eficiente mecanismo de defensa para los primeros homo sapiens que poblaron La Tierra. Al verse sorprendidos por un gran depredador, el cerebro ‘suspendía’ al organismo, disminuyendo los latidos del corazón al mínimo. De esta forma, los atacantes se encontraban con un cuerpo inerte, pálido y frío, por lo que desistían de sus planes alimenticios.
Síntomas previos
Muchos de los episodios ocurren de forma repentina, sin que los afectados puedan advertir alguna señal de que están por perder el conocimiento. En muchos casos, los ‘desfallecidos’ afirman haber detectado síntomas previos. De hecho, quienes por alguna condición médica diagnosticada y bajo supervisión médica sufren de desmayos frecuentes, son capaces de advertir cuando están por llegar al punto de colapso.
Algunas de estas señales incluyen mareos, palidez, palpitaciones irregulares y visión borrosa. Así como sudoración y escalofríos, junto con náuseas y vómitos. Para evitar las crisis, sentarse y ocultar la cabeza entre las rodillas puede ser de gran ayuda. Aunque lo mejor siempre es acostarse.
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