No es lo mismo el expediente de la familia que la ‘familia expediente’
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¿Quién no ha visto por su casa ese libro titulado Libro de Familia en el que se hacían constar los miembros de la Familia conforme a la legalidad vigente?
De tener un libro a tener un expediente, el del Registro Civil, único órgano del Estado que conocía de la composición de la familia, va toda una visión de control del Estado, que se calificaría de autoritario si fuera de derechas, con total seguridad.
Pretende ahora el actual gobierno dar un salto y del libro y el Registro pasar a la Familia expediente, un fenómeno muy propio de las políticas comunistas y socialistas a la vista de la historia reciente en Europa. Quieren saberlo todo, y para eso dividen, clasifican, ordenan y agrupan para tener a la población controlada.
Una Familia expediente se define como aquella que se clasifica conforme a los criterios gubernamentales para ser tal, familia. Parece ser esta la pretensión de un anteproyecto de ley que maneja el correspondiente ministerio.
Tipos de familia hemos tenido siempre, de hecho, se hablaba de la familia numerosa, la más popular, pero luego estaba la familia de clase media como la más generalizada. Fuera de estas en el argot popular no se expresaban más. Once parece que son las que pretende el ministerio crear. Aporta con ello un lenguaje que dice ser de los tiempos y me parece que más bien es un lenguaje que pretende crear una realidad que no existe.
La PNL o Programación neurolingüística lo tiene claro: El lenguaje crea la realidad. Y así, cambiando el lenguaje puedes cambiar la realidad. La batalla del lenguaje inclusivo es la prueba palpable de que es posible cambiar conciencias y culturas y conformar con ello una nueva realidad. Ya lo decían nuestros abuelos, hay que hablar bien.
Introducir división donde no la hay y generar una nueva nomenclatura es la aspiración de toda ideología proselitista y que se lo digan a la Iglesia que durante tantos años logró mantener un lenguaje que hoy muchos quieren hacer aparecer como trasnochado e impropio de esta modernidad.
Es en el lenguaje donde se la juega la familia, como tantas instituciones y, podemos ver como nuestros jóvenes hablan de otra manera y con ese cambio generan el propio de su generación.
Y que mismo da, dirán algunos, llámese como se llame, que mismo da. O, por otro lado, se puede aplicar también el mantra de: “alguna manera habrá que llamarlo”. Y así, con desprecio total o indiferencia al uso del lenguaje damos entrada a modismos lingüísticos y terminologías que acaban cambiando el mundo.
No hay mejor estrategia que el lenguaje para ganar batallas ideológicas. Se cuenta de Winston Churchill que cuando comenzó sus famosos discursos al pueblo británico, sus oponentes expresaron con claridad que lo que había hecho era mandar la lengua británica a luchar.
Si pierdes la batalla del lenguaje, pierdas la batalla de la realidad, acabarás hablando de una forma anacrónica y poco entendible por la sociedad en general.
Ahora se habla de narrativas y relatos. Es decir, generar historias que conecten con la población para generar la creencia y con ella, incluso, la indefensión aprendida de que nada se puede hacer y de que tenemos que aceptar las generalizaciones, las tergiversaciones y las omisiones que el propio lenguaje crea en las narrativas y los relatos conductistas, propios de la desinformación y la ingeniería social.
Volvamos a la palabra familia, y retomemos las narrativas y el relato acerca de la misma que se ha colado como creencia en la sociedad y nos encontraremos como se pretende conquistar para realidades netamente humanas, es decir, nacidas de su intelecto y sentimiento, espacios reservados para lo natural de manera exclusiva.
Es como si yo quisiera llamar Reserva Natural de la Biosfera o Parque Natural al jardín de mi casa o al parque de mi pueblo, sencillamente porque estamos de acuerdo los vecinos es denominarlo así.
Como diría el personaje de acento gallego en la película: El concepto es el concepto.
Familia arraiga con la expresión de lo natural, lo que la naturaleza ha determinado que es. Y aquí no hay manos negras, ni intereses, ni ideologías, se creó un lenguaje y una palabra con lo que estamos de acuerdo, castellanos, vascos, gallegos y catalanes. Todos tenemos la misma palabra para referirnos a la misma realidad natural.
Este elemento natural, generado por la naturaleza, se desarrolló después en diversas civilizaciones y de manera diferente. Es decir, la cultura comenzó a establecer ensayos sobre el sentido de la familia como estructura básica de subsistencia inicial del ser humano para pasar luego a ser un ágora de nutrientes intelectivos y sentimientos, creencias y religiones que conforman la personalidad de cada persona. Cada una de ellas era educada en el seno de la familia de manera natural, pues así ha sido y es la naturaleza, donde el animal obtiene sus primeros aprendizajes hasta su absoluta independencia.
Este sistema ha funcionado y mantenido vivas sociedades cada vez más complejas. Y cuando se han apartado de este sistema las sociedades sucumben y las personas se vuelven individuos. En la historia tenemos varios ejemplos.
Pero el más evidente y ejemplar es el del modelo cristiano de familia que conquistó a la clase media de la sociedad romana en su Imperio, por el amor que se profesaban y el cuidado y atención que se prestaban a los ancianos, los niños, las mujeres, los pobres y los enfermos. Este diseño cultural de la familia que ha durado hasta nuestros días es la prueba evidente de su éxito. Los romanos vieron como una organización basada en el amor fecundado en el seno familiar reportaba personas, ciudadanos y sociedades sanas y fue lo que principalmente compraron e hizo que el mismo Imperio y su Emperador asumieran el cristianismo como forma de organización social y finalmente política.
Hoy, desde una visión de intervención, centralizada y heterocompositiva de la organización social se pretende centralizar todo en expedientes y clasificaciones, en etiquetas, que durante tantos siglos se han pretendido levantar para evitar el apartheid de muchas personas reduciendo cualquier intento de dividir, incluso con el lenguaje, y más bien sumar en UNO, una pretensión del Budismo y del Cristianismo (sed uno como mi padre es uno). Todos somos uno y soy porque somos del espíritu Ubuntu.
Vayamos concluyendo. Clasificar, etiquetar, dividir, cambiar el lenguaje y reformar lo que viene siendo una realidad natural es la pretensión de determinadas ideologías del espectro de la izquierda con el fin de alcanzar un sólo objetivo, la disolución de la sociedad en el Estado, que entre la persona y el Estado no exista nada más. Es lo que se denomina el intervencionismo y que tanto reclaman muchos ideólogos de la derecha sobre los nuevos modelos autocompositivos y descentralizados de la economía.
Y es que aquí está el debate, los modelos autocompositivos y descentralizados o los centralizados y heterocompositivos.
Por lo que respecta a la sociedad, la familia se conforma como un elemento natural y no hay más vuelta de hoja, es decir, mi jardín no es un Parque Natural por mucho que yo quiera.
Lo que viene después, lo que genera la sociedad en cada época déjese a su libre albedrío y protéjase este mismo valor, el libre albedrío o libertad para que todos puedan obtener los mismos recursos y en las mismas condiciones.
Mención aparte es la cuestión de la doctrina ideológica introducida en los centros educativos que bien han copiado del franquismo, al que tanto criticaron algunas fuerzas políticas al pretender lo mismo, uniformar conciencias y mentes, muy propio de la Iglesia, a decir de estos mismos partidos de izquierda. Y es que parece que no hemos aprendido nada de la historia reciente y más antigua.
Vivimos de vuelta, volvemos a los tiempos de las dictaduras ideológicas, la intervención de lo natural y el invento de artificiales realidades que se pretenden presentar como necesarias y que el mundo no ha demandado hasta ahora y si lo hace es posible acoger sin necesidad de control, más bien con amor, si, como Amor, un camino que pocos entienden y que resuelve cualquier problema.
Julio de la Torre es abogado, escritor, profesor y coach.
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