¡Sólo un psicópata sería capaz!
El embalse de Forata se construyó en 1969 para regular el caudal del río Magro, afluente del Júcar por su margen izquierda más cercana a la ciudad de Valencia, en el epicentro de las inundaciones causadas por la DANA el pasado martes 29 de octubre, muy cerca de donde se encuentra el barranco del Poyo. Ese día estuvo lloviendo intensamente durante toda la mañana, con lo que los caudales fueron subiendo hasta llegar a más de 200 metros cúbicos por segundo al mediodía, lo que provocó las primeras alertas por inundaciones. Pero a esa hora las lluvias aflojaron y los caudales se fueron reduciendo durante las primeras horas de la tarde, hasta que la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, de Teresa Ribera, detectó que la presa del embalse de Forata corría riesgo de rotura y comenzó a desembalsar.
Entre la presa y las zonas inundadas hay más de 50 kilómetros y por muy rápido que circule el agua en una riada, arrastrando todo lo que encuentra a su paso, habría dado tiempo a avisar a los afectados, al menos un par de horas antes de que les arrastrase la corriente. Y entonces, ¿por qué no se envió una alerta a los móviles de los valencianos antes de las 20:11 horas, cuando ya a muchos de ellos le llegaba el agua al cuello? Podemos analizar la secuencia de acontecimientos y las comunicaciones que se han hecho públicas para poder encontrar una explicación más lógica que emocional.
A las 17:00 horas del 29 de octubre, la Generalitat convocó una reunión del Centro de Coordinación Operativo Integrado (CECOPI) a la que asistieron representantes de todas las instituciones implicadas, incluida la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé. La misma persona que había dado una rueda de prensa a mediodía, para informar de que la alerta roja por fuertes lluvias duraba hasta las 18:00, por lo que se esperaba que por la tarde el tiempo mejorara y dejara de llover con tanta intensidad. En dicha reunión del CECOPI nadie advirtió de ningún riesgo de rotura de la presa de Forata.
Antes de esa reunión del CECOPI, a las 16:13 horas, la CHJ envió un email a la Sala del 112 informando de que el caudal en la rambla del Poyo era de 28,7 metros cúbicos por segundo «con tendencia descendente», según el caudal medido 23 minutos antes, a las 15:50. En las siguientes dos horas y media, la Confederación del Júcar no volvió a advertir sobre esta rambla, señalada como una de las principales causas de la tragedia, pero sí lanzó otros avisos sumando un total de 130 correos electrónicos enviados entre el lunes y el martes; no siendo hasta las 18:43 horas cuando se advirtió en uno de esos 130 emails de que el caudal alcanzaba ya los «1.686 m³/s con tendencia ascendente», con la presa de Forata ya desembalsando.
No fue hasta las 20:00 horas cuando el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, se puso en contacto telefónico con la consejera responsable de Emergencias del Gobierno valenciano, Salomé Pradas, para informarle de lo que estaba ocurriendo en la presa de Forata; y 10 minutos más tarde las alertas estaban en los móviles de los valencianos, en cuanto desde el ministerio de Teresa Ribera se informó a la Generalitat de que la presa se podría romper en cualquier momento.
Es cierto que en la página web de la CHJ existe un Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) donde se pueden comprobar los caudales en tiempo real de cerca de 200 puntos de toma de datos que se actualizan cada 5 minutos. Pero esto no supone ninguna explicación a por qué existen dos horas y media de vacío entre las 16:13 horas en que se envía un email al 112 avisando de que el caudal es de 28,7 m³/s con tendencia descendente; y las 18:43 horas cuando se advirtió de que dicho caudal alcanzaba ya los 1.686 m³/s con tendencia ascendente, ni de que la presa de Forata estaba desembalsando por riesgo de rotura.
En los últimos 50 años España se ha convertido en el país de las mil administraciones. Los partidos políticos compiten entre ellos por manejar el Gobierno central, las Comunidades Autónomas, los Ayuntamientos, las Diputaciones y otros cientos de organismos públicos. Todos los acontecimientos relevantes pueden tener trascendencia electoral y los funcionarios públicos que pretenden hacer carrera en la administración lo saben, así que ninguno de ellos se atreve a tomar ninguna decisión trascendental sin consultarla con el político del que depende.
Del mismo modo, tampoco ningún político de segundo nivel actuará en estos casos sin informar antes a su superior político. Sólo un psicópata incapaz de preocuparse nada más de lo que le pase a él sería capaz de condicionar las ayudas económicas a los damnificados por la DANA a que la oposición le apruebe los presupuestos que él precisa para agotar la legislatura. Sólo un psicópata sería capaz de retrasar los avisos para que los valencianos murieran ahogados por un barro que, durante unos días, ha tapado todos los casos de corrupción que afectan a «El 1». ¡Sólo un psicópata sería capaz!
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