Sánchez tiene un plan
Pedro Sánchez tiene un plan después de las elecciones. Bueno, o dos, o tres, o lo que le venga en gana. El presidente de Gobierno en funciones, siguiendo su catón de la resistencia, que deja en pañales a David Broncano, va a encontrar cualquier fórmula para poder seguir en el machito. Para empezar en este pálido verano azul, como le regocija escribir a Antonio Lucas, ha decretado que nos podemos ir de vacaciones después de la fatiga de la campaña.
Nadie sabe lo que piensa Sánchez, que eso es como jugar a la especulación en un personaje que, llevado por su decisionismo y golpe de fortuna, tiene siempre páginas de tinta invisible por escribir.
Cualquier pequeñez que tenga que ver con España o en sentido del Estado, seguro que es despejada en su merecido retiro estival, para lograr la fórmula algebraica de la mayoría de su investidura. La suerte que posee un político químicamente preparado para el poder es que no tiene obstáculos ni medios que justificar. En especial, cuando le ha votado la parroquia sabedora que la palabra tampoco es tan importante, que se puede cambiar de criterio sin que eso sea mentira, y que La Moncloa vale cualquier misa o aquelarre porque la fe en el progreso bendito todo lo convalida.
No creo ni que el espantajo de Vox, que Pedro Sánchez ha agitado como un sonajero para adormecer al votante de izquierda, sea tan importante. Lo relevante es que este político tiene una capacidad de enganche con el público increíble, incluso en estos tiempos donde sólo manda lo emocional.
El de Tetuán de los madriles indiscutiblemente va a pasar a nuestra historia política; y que nadie se ría del sanchismo, como tampoco debió hacerse del dontancredismo de Mariano Rajoy. Unos torean en el hemiciclo sin moverse, venga o no el toro de la moción de censura, aunque luego haya que dejar el bolso de Soraya para evitar la cornada, y otros como Sánchez son capaces de morder el pitón independentista mientras miran desafiantes al tendido. En definitiva, para qué pensar en un plan único, cuando uno puede ir sacando como buen croupier muchos otros de la manga de la levita que uno se pone para las escasas recepciones reales. El problema es que, como dicen en Cádiz, preguntando que es un lío, suele ser el caso de una mujer con dos maríos. Esto y querer mucho a España, y a los que la detestan, es algo parecido a querer dos mujeres a la vez, y no estar loco.
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