Los Reyes no se han llevado a Pedro Sánchez
Y eso que era lo único que muchos españoles pedíamos este día 6. No queríamos ni ropa, ni gadgets electrónicos, ni joyitas de Tous, ni más calcetines. Que no nos dejasen nada, pero que se llevasen al presidente de la vergüenza, el que se asoció con delincuentes, extremistas o herederos de Eta. Aunque esta mañana no hubiera habido más que carbón. Aunque nos hubiéramos ahogado en carbón. Pero hemos abierto los ojos, hemos mirado el móvil, hemos puesto la tele… y el bandido seguía ahí.
Y porque el bandido sigue ahí mis amigos de Lérida me cuentan que sus representantes políticos han tenido los santos redaños de dar el discurso de después de la cabalgata desde una ventana del ayuntamiento profusamente decorada con pancartas pidiendo la «libertad a personas presas políticas y exiliadas». Pobres niños, asaltados hasta en estos inocentes instantes con el porno duro del independentismo ultramontano. Sobre todo, que no se les escape un momento de adoctrinar a las criaturas, que con el colegio no tienen bastante. Esa Paeria da asquito.
Si no estuviera Pedro Sánchez en la Moncloa, tal vez hubieran cesado esos cortes de la Meridiana, una de las vías públicas más importantes de la ciudad de Barcelona, cuyos vecinos son rehenes de los fanáticos mientras al gobierno le importa un comino. Escribí sobre ello a semana pasada, pero es tan escandaloso que no puedo evitar volver a contarles cosas. Sepan que hace un par de días agentes de los Mossos d’Esquadra se llevaron a los diputados del Parlamento catalán Nacho Martín Blanco y Anna Grau. Habían ido a ofrecer su solidaridad a los vecinos y a mostrar su misma indignación por años de vista gorda ante el atropello a sus derechos más fundamentales como ciudadanos, verbigracia los de su libre circulación. Se dice que incluso desde las hordas separatistas se oyeron gritos contra la diputada Grau deseándole un buen fusilamiento pre-cabalgata en algún oportuno paredón. A la pobre le tuvo que hacer muy poca gracia, pero aun así se hizo la valiente declarando que «lo peor no es que me gritaran ‘al paredón’ o, frenéticos al ver que les grababa en sus mejores momentos, me quisieran tirar el móvil. Lo peor es imaginar cómo viven los vecinos de ahí día tras día…».
De verdad, no comprendo cómo todo esto no ha estallado. Aquí se ha perdido el control. Hasta el l líder de Units y exconsejero de Interior, Ramón Espadaler, se lamentó en Twitter de los cortes y de la situación de vecinos y conductores. Y lo mejor fue que acusara a la conselleria de Interior de no hacer caso de los informes del Ayuntamiento de Barcelona, de los Mossos y de la Guardia Urbana. Le pedía incluso a Joan Ignasi Elena que se pusiera “las pilas». Sin embargo, Albert Batlle, quinto teniente de la alcaldía en el Ayuntamiento de Barcelona, forma parte de su partido, Units per Avançar. Es el responsable de la Guardia Urbana y dirige el Área de Prevención y Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona. Una Guardia Urbana que es la encargada en el caso de los cortes de la Meridiana. Cojan esta mosca por el rabo.
Es un sinsentido absoluto. Nadie es responsable de nada y, si lo es, no se da cuenta o lo ignora. Aquí sólo se centran en cobrar la nómina. Pero en la Moncloa hay un tipo que trapichea con oportunistas, indocumentados y descerebrados. En realidad, carbón es lo que tenemos todos los días.
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