Poderoso Puigdemont frente a mini-Sánchez

En la pequeña historia negra del sanchismo ha quedado grabado que el Consejo de Ministros del martes 28 de enero 2025 estuvo suspendido durante dos horas, con sus miembros tomando café, sándwiches y haciendo unas risas, a la espera que llegara la orden desde Waterloo. Habrá lectores que no lo creerán, pero esto es tan increíble como cierto. El Gobierno de España, cuarta potencia en Europa, sometido en su conjunto a los deseos de un prófugo de la Justicia que con sus siete votos (de 350 escaños que componen el Congreso) es capaz de someter a todo tipo de maltrato y vejaciones al presidente más chulo (sin causa) que nació en este país desde hace siglos.

En su locura existencial, Pedro Sánchez, es incapaz de entender que se ha convertido en un pelele lewinskiano en manos de Puigdemont. El jefe de Gobierno más engreído y poseído de sí mismo es, a la vez, capaz de ponerse de rodillas ante un delincuente y, de paso, arrastrar a la nación de la que se ha apoderado al mayor descrédito institucional posible.

Puigdemont, que todavía no se acaba de creer lo que puede hacer con siete votos, está dispuesto a seguir humillando bajo cualquier circunstancia a Sánchez y terminará por hacerle desfilar por las orcas caudinas.

Lo más sorprendente y preocupante es que en el PSOE sólo hay una persona, García-Page, capaz de darse cuenta de la deriva insostenible y de la necesidad de acabar políticamente por esa persona, rodeado por la corrupción y con necesidad personal de urgente tratamiento.

Cierto es que en un país mínimamente decente hace tiempo que sus ciudadanos se hubieran plantado ante los continuos desastres que muñe con fruición la locura política e institucional de un solo señor que no ha leído un libro en su vida.

Todo esto se sabe en el resto de la Unión Europea, una UE que, sin embargo, permanece silente ante los desmanes democráticos que el sanchismo perpetra día sí y noche también.

¿Presidente del Gobierno español? Carlos Puigdemont. ¿Ayudante del prófugo? Pedro Sánchez. Con y por siete votos…

No le dé el lector más vueltas; la conclusión está en lo cierto.