Los lazos afectivos entre los reyes de España y Marruecos no son los que eran
A estas alturas de la gravísima crisis política entre los reinos de España y Marruecos, el primero de ellos un régimen de monarquía parlamentaria homologada a todos los efectos y el segundo un régimen autoritario con un monarca que goza de amplísimos poderes al margen del control del poder político, no se sabe si en algún momento se utilizó el contacto directo entre los dos reyes para encauzar la situación caótica creada por Rabat en Ceuta y mucho menor en Melilla. La posibilidad de que una conversación directa entre Felipe VI y Mohamed VI apaciguara los ánimos exaltados de las autoridades marroquíes se ha contemplado de pasada en los medios de comunicación, ya que esa fórmula se ha usado varias veces en el pasado para templar los momentos de duro enfrentamiento entre los dos países ribereños.
La relación personal que mantuvieron el Rey Juan Carlos y el padre del actual monarca, Hassan II, estuvo más allá siempre de la más estrecha amistad: el anterior monarca alauita consideraba al español su hermano y así lo confirmó la primera vez que el entonces Príncipe de Asturias le visitó en su Palacio de Skira a quien se dirigió como el hijo de su hermano, es decir, como su propio sobrino. Otro momento que corroboró los estrechos vínculos que existían entre las dos Casas Reales fue el encuentro de don Juan Carlos con el nuevo Rey marroquí durante los funerales de Hassan II. El rey Emérito aseguró a Mohamed VI que, al morir su padre, él asumiría el papel de ejercer de tío suyo, al igual que Hassan había hecho con él.
Otra cosa distinta es que la relación entre los actuales Jefes de Estado de España y Marruecos hayan conseguido dar continuidad a la profundidad de los lazos familiares que reinaron entre sus antecesores. El actual monarca alauita es un mandatario que no cuenta con la adhesión incondicional de sus súbditos, muchos de ellos descontentos con la falta de soluciones al actual estado económico y social de la población, agravada además por la pandemia que les ha dejado sin posibilidad de trabajar para atender a las necesidades básicas de sus familias. La comunicación entre los palacios de la Zarzuela y los de Marraquech o Rabat ya no es tan fluida y todavía no se ha olvidado las tres o cuatro veces que hubo que aplazar una visita oficial de Felipe VI al país vecino por reiteradas ausencias de Mohamed VI en las fechas previstas para el viaje.
En cualquier caso, no hay que olvidar que cualquier gestión o acercamiento entre los dos Jefes de Estado tendría que partir, en el caso de España, del Gobierno. Para Felipe VI, cuyo propósito principal de su hoja de ruta como Rey es respetar por encima de todo la letra y el espíritu de la Constitución, no sería posible usar un atajo para contactar con su homólogo marroquí. Sus firmes creencias sobre lo que le corresponde como monarca, se lo impedirían.
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