Es imposible no abuchear en la Fiesta Nacional a quien vende la Nación

El desfile de la Fiesta Nacional es la expresión más saludable del sentimiento de unidad en torno a la Nación -con mayúsculas- española, una muestra de orgullo patriótico simbolizada a través de las Fuerzas Armadas, institución que tiene la misión de garantizar la soberanía e integridad territorial de España, así como su ordenamiento constitucional. El 12-O es, pues, una fecha señalada en el calendario para celebrar los valores de unidad nacional consagrados en la Constitución.

Es imposible desligar el sonoro abucheo y los gritos contra el presidente del Gobierno en funciones que volvieron a marcar el desfile de la Fiesta Nacional con el contexto político que atraviesa España. Y esta año, más que nunca. Por decirlo de forma clara: la obscena pretensión de Pedro Sánchez de entregar la dignidad del Estado a un grupo de sediciosos que subvirtieron el orden constitucional es incompatible con los valores que encarna la celebración de la Fiesta Nacional, porque el 12-0 es la antítesis perfecta del plan de ruptura institucional que supone la amnistía con la que el jefe del Ejecutivo pretende garantizarse su continuidad en el poder.

Por tanto, los gritos y abucheos a Sánchez son la expresión de la indignación que para millones de españoles provoca la ignominiosa claudicación del presidente ante los enemigos declarados de España. El PSOE ha acusado al PP de instigar los sonoros reproches a Sánchez, una burda excusa que pretende encubrir las razones de fondo de la protesta ciudadana. Los gritos contra el presidente son la consecuencia natural del rechazo que en amplísimos sectores de la sociedad española genera su plan de voladura constitucional del régimen del 78. Ni más ni menos. La pregunta que cabe a hacerle a Sánchez es obvia: ¿Piensa el presidente que se puede presentar al desfile de la Fiesta Nacional como si nada cuando está dispuesto a vender la Nación por siete votos? A esa cuestión no responderá Pedro Sánchez, pero si millones de españoles. No, de ningún modo.