El futuro del transporte pasa por la libre competencia
Continúa la protesta del taxi y la misma se recrudece en su forma de chantaje inadmisible a instituciones y consumidores. La gran mayoría de los taxistas son personas trabajadoras, que pasan muchas horas al volante, pero que, como pasa en toda huelga –aunque esto sea un cierre patronal–, están sometidas y atemorizadas por un grupo poco representativo que ha decidido que los taxistas no trabajen, corten las calles, intenten perjudicar a Madrid y al conjunto de España impidiendo que los visitantes lleguen a Fitur –cosa que, gracias a Dios, no han podido conseguir- y eleven la protesta planteando un chantaje inadmisible.
Su problema no son los VTC, sino que el monopolio del que disfrutan los ha dejado anquilosados en el pasado, sin adaptarse a los nuevos tiempos. Sus protestas deberían ir enfocadas a conseguir que se cambie la normativa que regula su sector, el del taxi, para que se liberalizase completamente y pudiesen adecuar sus tarifas a los tiempos actuales, compitiendo con buen ánimo con los VTC. Así, podrían discriminar precios, de manera que aplicarían unas tarifas u otras según fuese la demanda en cada momento y según les conviniese para poder captar más clientes frente a sus competidores.
Se quejan de que no se cumple la ley, pero ésta sí que se cumple. Por supuesto, siempre hay infractores, pero se les persigue, al igual que puede que haya taxistas infractores, pero eso no es la tónica general. La normativa que marca el ratio 1/30 se cumple dentro de los períodos en los que ha aplicado; lo que no pueden pretender es aplicar dicho ratio a los seis años (2009-2015) en los que el servicio de VTC estuvo liberalizado, de manera que todas las licencias de VTC conseguidas en ese período no tenían que respetar ningún ratio. No pueden pretender que se las anulen ahora, pues las obtuvieron legalmente. Por otra parte, si quieren que ese ratio aumente ahora, ¿por qué no piden que se adjudiquen más licencias de taxi? De esa manera, habría más taxis por cada licencia de VTC. Pero no, a los cabecillas de este chantaje –como digo, la inmensa mayoría de los taxistas son personas buenas y trabajadoras que se están viendo arrastrados por unos insensatos– no les gusta la competencia. No es que no quieran más VTC; es que tampoco quieren más taxis. Sólo quieren el monopolio.
Alguien puede pensar que siempre que se negocia hay que ceder. Sin embargo, ni es así en la ‘Teoría de Juegos’, ni esto es una negociación entre dos partes, sino que una parte no negocia, sólo chantajea, y ante eso no cabe ni cesión, ni negociación, ni siquiera sentarse a hablar. El sector debe liberalizarse por completo –tanto el de taxis como VTC–, porque, de esa manera, todos ganarán, ya que se abaratarán costes y precios por parte de taxis y VTC, el consumidor ahorrará en precio del trayecto y podrá demandar más servicios; esa ampliación del negocio, permitirá que tanto taxis como VTC incrementen sus servicios e ingresos, y el conjunto de la economía crecerá gracias a ello. Se pueden buscar fórmulas transitorias de compensación, como el fondo que ha propuesto Cabify o el mantenimiento durante unos años de las prerrogativas del taxi –uso del carril bus, paradas y captación en circulación–, pero el único camino posible positivo para todos, también y casi principalmente, para los taxistas, es la completa liberalización. Sin dicha liberalización, se hundirán las VTC, también lo hará el taxi, aunque mantuviese el monopolio, el consumidor saldrá perjudicado y la economía se resentirá.
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