De la dictadura de Franco a la dictadura de la Memoria Histórica
El PSOE sigue empeñado en utilizar el pasado para seguir haciendo política en el presente, lo que denota una nula visión de futuro. Se le atribuye al romano Marco Tulio Cicerón, uno de los pioneros de la política moderna, una frase clarividente: «Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla». No obstante, tan malo es olvidarla como manosearla hasta el punto de convertirla en un objeto arrojadizo contra el que piense diferente. De ser así, volvería a exacerbar de manera kamikaze la confrontación. El mismo error que provocó el inicio de una de las páginas más negras de nuestra historia. La dictadura de Franco no puede ser la excusa para imponer la dictadura de la Memoria Histórica como intenta hacer el Partido Socialista. Menos aún si es con la intención de criminalizar a parte de la sociedad española y sacar réditos electorales mediante ello.
Plantean la reforma de la ley de tal manera que parece que el fin último es castigar —hasta con penas de cárcel— a los que no piensan como ellos. Bordearían además la violación del artículo 20 de la Constitución española, donde se recogen los derechos fundamentales y de las libertades públicas. Un espíritu punitivo que posee un cariz cuasi sectario, hasta el punto de crear una ‘Comisión de la Verdad’ que suena a Inquisición y censura en pleno siglo XXI más que a reflexión y estudio sobre nuestra historia. Nadie duda de que la Guerra Civil fue lo peor que le pudo suceder a España. «Una guerra de malos contra malos», como la definió el prestigioso hispanista Stanley G. Payne. El resultado hubiera sido igual de trágico fuera cual fuera el ganador: muertes, destrucción y miseria, amén de un contexto dominado con puño de hierro por uno de los dos polos que dominaban la política internacional.
Ganó Francisco Franco y sometió a los españoles a un régimen represivo que se extendió durante 40 años. No obstante, si hubiera ganado el Ejército Popular de la República, España hubiera quedado sepultada bajo el yugo soviético y las órdenes que Joseph Stalin hubiera dado desde Rusia. Con semejante panorama, la fatalidad iba a alcanzar a España sí o sí, un país que además estuvo a merced de la sinrazón de los políticos de la época. Culpables de que se creara un ambiente social e institucional irrespirable. Sin embargo, lo que no deben hacer nuestros representantes públicos en la actualidad es jugar con la Historia como quien juega con un capricho. Es muy peligroso llevar y traer el pasado hasta el presente, especialmente si con ello se pretende estigmatizar y señalar al que piensa distinto. España debe mirar hacia el futuro. Respetando y conociendo su historia, desde luego, pero siendo conscientes de que la apuesta por conquistar el futuro la hará evolucionar y crecer como sociedad.
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