Cuando la Reina Sofía quiso aprender español
La Reina Sofía ha sido noticia, por diversos motivos. Primero, porque ha cumplido espléndidos 86 años, los mismos que el Rey Juan Carlos. Pero con una diferencia: aunque nacieron en el mismo año, 1938, él vino al mundo a comienzos, en el mes de enero; ella a finales, en el mes de noviembre. Y lo ha hecho viviendo estos días una montaña rusa de emociones junto al muy delicado estado de salud de su hermana Irene y trabajando. Primero, viajando a Nueva York para entregar el Premio a la Excelencia, que lleva su nombre, al maestro venezolano Gustavo Dudamel que, próximamente, será nombrado director de la Filarmónica de la capital norteamericana, después de haber sido director musical de la Ópera de París. Y después aceptando el nombramiento de doctora honoris causa por la Universidad CEU San Pablo –asimismo lo es de las universidades de Valladolid, Cambridge, Oxford, Evora, Nueva York y Tokyo entre otras–.
Pero, sobre todo, ha mostrado su apoyo a los afectados por la DANA donando 50.000 euros de su Fundación.
Con motivo de esta actualidad de la emérita, he recuperado la entrevista que yo le hice a su profesora de español, tres días antes de su boda que, como el lector sabe muy bien, fue exactamente el 14 de mayo de 1962.
Responder en… castellano
Después de que la declaración de amor de Juan Carlos fuera en inglés por la sencilla razón de que la princesa, a pesar de hablar perfectamente cuatro idiomas: griego, inglés, francés y alemán, ignoraba totalmente el español, como Juan Carlos el griego. Sofía sólo tuvo una obsesión: responder el día de su boda en castellano, según me reconoció Julia Latridis y Bustinduy, la profesora de 50 años, hija de españoles vascos, que contrataron para enseñar hablar español a la entonces princesa de 24. Se trataba de una profesora del Departamento de Lenguas Extranjeras de la Universidad de Atenas, traductora del teatro español clásico y moderno.
A las tres de la tarde de todos los días de abril y mayo de 1962, un coche Chevrolet negro de la Casa Real griega se detenía a la puerta de un edificio de la calle Odos Pandros, del barrio ateniense de Patisio, para recoger a la profesora Latridis y llevarla al palacio de Tatoi, a 30 kilómetros de Atenas, residencia de los reyes Pablo y Federica y sus hijos Constantino, Sofía e Irene.
La profesora tuvo la simpática responsabilidad de que Sofía, la hija de los reyes, pudiera contestar en castellano «Sí, quiero» el día 14 de mayo, cuando el arzobispo católico de Atenas, monseñor Printesis, que bendijo el matrimonio, le preguntara «¿Quiere por esposo a Juan Carlos de Borbón?».
Días antes de la boda yo me encontraba en la capital griega para cubrirla como enviado especial de la agencia Europa Press y decidí entrevistar a quien era la profesora de español de la novia. El salón donde me recibió era elocuentemente expresivo de la vida de esta señora: las cuatro paredes estaban atestadas de libros desde el suelo hasta el techo. En un lado, todo lo español: teatro, novela y ensayo. Moderno y clásico. En el otro, los autores griegos y la literatura universal, en todos los idiomas. En los pequeños espacios que dejaban los libros, reproducciones de dibujos de Goya y Velázquez, así como una colección de ladrillos pintados y enmarcados en hierro forjado y estampas de Sevilla y Granada. También paisajes vascos.
«Mi padre, José Bustinduy, un magnífico violinista, llegó a Atenas en 1908, para organizar la Orquesta Odeón. Esta tierra le ganó y decidió quedarse para siempre. Y aquí nací yo y otra hermana que vive en España. Y aquí me casé con quien hoy es el director de la Oficina Nacional de Turismo griego dependiente de la Presidencia del Gobierno».
Sofía quería aprender
Lógicamente me interesaba saber cómo había sido elegida para profesora de español de la princesa Sofía. La responsable fue nada menos que la esposa del primer ministro Karamanlis, una gran políglota que dominaba ocho idiomas y de la que Julia Latridis era profesora de español. Cuando se hizo público el compromiso matrimonial de los príncipes, la señora Karamanlis la puso al corriente de todo. La princesa Sofía quería aprender español y ella la había propuesto para profesora. Para conocerla y ultimar todos los detalles la invitaron a una comida en el palacio real de Tatoi, que yo conozco muy bien. A esa comida, celebrada cinco meses antes de la boda, asistieron la reina Federica, el príncipe Constantino, la señora Karamanlis y… el príncipe Juan Carlos, que se encontraba esos días en Atenas.
«Toda nuestra primera conversación se desarrolló no en griego, que Juan Carlos no sabía, sino, lógicamente, en inglés, idioma que todos dominaban. Y se convino las horas, los días y el programa de estudios, ya que urgía».
«Sí, quiero», en castellano
Durante todo este tiempo hasta la boda, Sofía no interrumpió ni un solo día las clases. Incluso cuando tenía necesidad de viajar, no dejaba de estudiar ya que se impuso llevar un diario en un «castellano» a veces difícil de entender. Pero no dejó de hacerlo un solo día. Quitándose incluso horas de sueño. Aunque no logró hablar español, sí consiguió escribirlo y entenderlo. Y cuando lo hacía, mezclaba palabras en inglés y francés. Para ayudarla, Julia le recomendó Los episodios nacionales de Galdós. Se pasaba horas y horas intentando comprender la historia de España. Aunque lo que más ilusión le hacía, según su profesora de español, era «responder el día de su boda en castellano», idioma que, a pesar de todo lo expuesto, no lo habla muy correctamente. Posiblemente, porque en la intimidad de Zarzuela se hablaba y se habla… inglés y griego con su hermana Irene.
Después de esta historia, queda muy claro y sin duda alguna que si la declaración de amor de Juan Carlos y Sofía fue en inglés, la última palabra «Sí, quiero» fue en español. ¿Se habrá arrepentido?
Chsss…
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