¿Cómo no van a dar miedo unos comunistas bolivarianos?
Nadie se puede extrañar del resultado de la encuesta que ha hecho Podemos sobre la percepción que tienen los ciudadanos sobre ellos en Andalucía: «Generan miedo». Así de concluyente ha sido el resultado en un entorno que, en teoría, no debería serle adverso. No obstante, la popularidad y credibilidad de la formación ha caído en picado en toda España, incluso en los feudos donde teóricamente deberían tener más apoyos. Algo que resulta comprensible, ya que la mezcla de radicalidad extrema, hipocresía y represión interna provoca que hayan caído a niveles del subsuelo en todas las encuentras, también en las propias. ¿Cómo no van a dar miedo los comunistas bolivarianos? Parafraseando a Winston Churchill cuando hablaba del comunismo, Podemos ha demostrado que «es una filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia, y el evangelio de la envidia, su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria».
El concepto de la miseria como forma de prosperar en política es un aspecto heredado de la dictadura bolivariana de Venezuela. La carencia como medio para perpetuarse en el Gobierno. Afortunadamente, los españoles se han dado cuenta del abyecto fondo de los morados antes de que hicieran lo mismo que los sátrapas Hugo Chávez, primero, y Nicolás Maduro, después, en Venezuela. Por otra parte, la envidia es evidente desde que Pedro Sánchez ha conformado un Ejecutivo constitucionalista y socialdemócrata. Rabiosos por no ostentar ningún cargo, han desarrollado una campaña de acoso y derribo contra el secretario general del PSOE al que incluso han amenazado con un «calvario», dado que no se deja mangonear por el comunismo bolivariano que profesan los integrantes de Podemos. Postulados que han fracaso estrepitosamente a lo largo de la historia. De hecho, el tan cacareado «asalto a los cielos» se ha dado de bruces contra el suelo.
Sin embargo, y a pesar de sus constantes veleidades, de la agresividad contra los medios de comunicación que informan con libertad y del apoyo implícito y explícito a los golpistas catalanes y a los proetarras de Bildu, lo que más asusta y aleja a sus propios seguidores es la dictadura interna que impone Pablo Iglesias como si manejara una suerte de politburó soviético bajo el puño de hierro del estalinismo. Así, los jerarcas de la organización han promulgado un reglamento interno a la altura de su hipocresía donde establecen multas a los militantes que hablen con la prensa y disientan de la verdad única. También obligan a llevar una vida de «verdadera austeridad» a sus miembros a pesar de que Iglesias y Montero se han gastado más de 600.000 euros en su ya celebérrimo casoplón. Remedos, en definitiva, de aquel comunismo que sembró de miseria y destrucción gran parte de la Europa del siglo XX, que aún atenaza las posibilidades de un gigante como China y que en su adaptación a Latinoamérica sólo ha provocado la destrucción de los países que ha tocado. Es comprensible, por tanto, que sus émulos en España den miedo incluso a sus propios partidarios.
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