El caudillo Sánchez supera las peores expectativas
Lo que no se le puede negar al tipo que habita La Moncloa es su capacidad para superar las peores expectativas. En su última arenga del año el caudillo despreció la memoria de los más de ochenta mil españoles muertos como consecuencia de su frivolidad, incompetencia y sectarismo. Y, no contento con ello, acto seguido designó como candidato de su partido para pactar con los separatistas en Cataluña al cómplice que había puesto en Sanidad para tapar los muertos y mentir sobre la pandemia; ignorar las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud; negar la utilidad de las mascarillas; comprar material defectuosos y distribuirlo por los centros sanitarios e inventarse un “comité de expertos” para negar a la Comunidad de Madrid la posibilidad de mantener la economía a la vez que controlaba la pandemia…
Pero cuando se trata de este hombre todo lo que puede empeorar, empeora. Por eso el caudillo se las ha ingeniado para empezar el 2021 de la forma más mezquina posible: dando instrucciones a la dirección de RTVE para que taparan con planos de flores la bandera nacional que, a la manera de todas las grandes capitales europeas, se proyectaba sobre el edificio de la comunidad sito en la Puerta del Sol. Y, para rematar la insidia, la televisión que pagamos entre todos los españoles silenció el recital que dio Nacho Cano en memoria de las víctimas de la Covid-19 en la vacía Plaza de la Puerta del Sol.
Después, para seguir con las miserias, conocimos que para la distribución de los fondos europeos Covid el Gobierno del caudillo Sánchez ha utilizado datos económicos atrasados (datos falsos, llamemos a las cosas por su nombre) para premiar al gobierno catalán de los golpistas y delincuentes y castigar a los madrileños, a quienes no perdona que mayoritariamente voten a partidos democráticos y que estén gestionando la crisis de la pandemia mejor que los sectarios del caudillo.
Justo es que reconozcamos a este hombre su capacidad para hacer el mal. El caudillaje de Sánchez ha destruido en sólo un par de años décadas de trabajo de españoles decentes que apostaron por superar las dos Españas, por enterrar el pasado de ruptura y sufrimiento y construir juntos un presente de libertades que pudiéramos legar a las nuevas generaciones.
Pero la conocida ambición y falta de escrúpulos del caudillo Sánchez no es suficiente para explicar el desastre. Nada de esto hubiera sido posible si en España siguiera existiendo una izquierda patriótica, que amara más a su país que a su partido. Nada de esto hubiera ocurrido si en España existiera una derecha desinhibida y valiente, sin complejos, que estuviera más preocupada por el futuro de los españoles que por el futuro de sus dirigentes.
Hemos de extraer lecciones de todo lo que ha pasado. Ya está bien de quejarnos, de esperar a que las cosas se arreglen, a que otros nos saquen las castañas del fuego. El 2021 será, en buena medida, lo que los españoles queramos que sea. Comienza un año en el que hemos de sacudirnos la pereza, en el que los ciudadanos hemos de recuperar el protagonismo. Nada bueno podemos esperar del caudillo Sánchez y de su Gobierno antiEspaña. Ellos ya han demostrado que su objetivo es la ruptura y la confrontación entre españoles porque son conscientes de que si no liquidan la democracia, la democracia terminará con ellos. Pero ninguno de los propósitos de ruptura de la unidad de la nación y de destrucción del orden constitucional de este Gobierno antiEspaña llegarían a término si existiera una sociedad organizada de ciudadanos libres dispuestos a defender la democracia y sus valores en todos los frentes.
Hagámoslo pues, organicemos la resistencia ante el totalitarismo y la ruina que representan Sánchez y los suyos. Defendamos lo que nos ha unido y lo que aún nos une, la incipiente ciudadanía española que este tipo sin escrúpulos está empeñado en destruir.
Recobremos el espíritu constituyente, el que llevó a nuestros mayores a salir juntos a la calle para construir la España democrática, la que se integró en Europa, la que nos hizo ciudadanos. Trabajemos juntos, como lo hicieron nuestros mayores, sin preguntarnos por nuestra ideología, por nuestro modelo económico, por nuestras creencias… Unámonos para defender nuestras instituciones, la educación en valores y en conocimiento, la justicia independiente, la unidad de la nación como instrumento imprescindible para garantizar la igualdad, el respeto a los mayores, el respeto a la verdad, la regeneración de la democracia, la persecución de los corruptos, de los golpistas, de los criminales, de los proetarras, de los enemigos de las libertades…
Algún día, más bien pronto que tarde, podremos volver a salir a las calles. Ese día debemos estar preparados para salir a la calle, como una marea ciudadana imparable, y denunciar a los enemigos de la España plural y decente que construyeron nuestros padres y que una generación de socialistas corruptos y ambiciosos quiere destruir. No debemos olvidar nunca que existe una inmensa mayoría de españoles que no tenemos otro carnet que el DNI de ciudadanos de España. No debemos olvidar que existe una inmensa mayoría de españoles que no queremos una España “nueva” en la que sea un mérito para obtener la nacionalidad española estar de acuerdo con la secta que quiere destruir España.
Es la hora de hacer recuento, de reconocer la realidad, de sacudirnos los miedos, de comportarnos como españoles sin complejos. Somos una inmensa mayoría los españoles que estamos dispuestos a seguir trabajando para dejar a nuestros hijos una España “buena”, una España en la que se cumplan todos los artículos de la Constitución, en la que el Gobierno de turno no pueda perseguir a nadie por su ideología, por su credo, por su procedencia, por su opción de vida, por ejercer su libertad de expresión, por dictar sentencias de acuerdo con las leyes…
Cuando la vacuna, el tesón y la profesionalidad de los sanitarios y la responsabilidad de la inmensa mayoría de ciudadanos hayan logrado que la vida vuelva a ser normal, saldremos juntos a reencontrarnos, a reír juntos quienes ya hemos demostrado que sabemos llorar juntos. Saldremos a sentirnos mayoría, a defender juntos lo que nos une, lo que nos representa, los símbolos, las banderas, la Jefatura del Estado, las instituciones… la democracia.
Está cerca el momento en el que podamos salir a la calle a dar una patada a esta gentuza que ha llenado España de miseria y que trafica con nuestro dolor. Mientras tanto, toca no callar, toca recordar quienes somos y lo que hemos logrado gracias a la unidad entre españoles. Paciencia, constancia y resistencia. Y feliz año nuevo a todos.
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