El ‘caso OKDIARIO’ como símbolo de la complejitis de la derecha
No hay nada más patético que ver a un político de derecha o de centroderecha pidiendo perdón ante un furibundo izquierdista que le impone, cual cordero degollado, su pensamiento único. O a un periodista de la misma tendencia echando mano de esa falsa ecuanimidad que provoca que el intolerante de enfrente acabe teniendo razón sistemáticamente. En España ser de centroderecha, liberal, democristiano y no digamos ya de Vox está prohibido en términos prácticos, de sociedad civil. Legal es legal pero ay de ti si osas romper el monopolio de conciencia patrio.
Precisamente para esto último nació (ahí tienen mi columna fundacional titulada ‘El Diario de la Tercera España’) OKDIARIO. Para acabar con esta España del pensamiento único, de la corrección política que sólo favorece a una parte del espectro ideológico y, por encima de todo, para finiquitar ese guerracivilismo que resucitó José Luis Rodríguez Zapatero con las nefandas consecuencias por todos conocidas. Este proyecto intelectual no es de ninguna de las dos Españas que combatieron en esa contienda de malos contra malos que fue la Guerra Civil. Nosotros siempre apostaremos por la España de Ortega, la de Marañón, la de Menéndez Pidal, la de Sánchez-Albornoz e incluso por la de Madariaga. La de los que fueron perseguidos por los socialistas y los comunistas de esa primera democracia fallida que fue la Segunda República y el por el franquismo. Esa Tercera España que en el fondo es la España Constitucional, la del 78, la que germinó Adolfo Suárez y sedimentó Felipe González enterrando los resentimientos del pasado.
Pero resulta que 80 años exactos después del fin de la Guerra Civil estamos en las mismas pero al revés: los que perdieron son los que mandan ahora y los descendientes de los que ganaron los que piden perdón como unos penitentes de tres al cuarto. Por eso constituye un auténtico milagro, que debería estudiar la vaticana Congregación para las Causas de los Santos, mantener viva esta casa que es la de todos ustedes, queridos lectores. No nos casamos con nadie, nuestro sino es estar al más puro estilo Martín Ferrand SIEMPRE CONTRA EL PODER. Dicho lo cual es público y notorio que apoyamos más las opciones de centroderecha, como el PP o Ciudadanos, porque son las que mejor representan ese espíritu del 78 que tanto costó forjar tras cuatro décadas de oscuridad.
El jueves teníamos una prueba de fuego para comprobar si el centroderecha español compuesto por PP y Ciudadanos es la “derechita cobarde” que pregona Vox o un centroderecha con narices como el de Aznar. Un centroderecha, este último, que las más de las veces hizo frente al pensamiento único sin complejitos salvo ese trágala con Prisa que le acabó matando. El test era el debate convocado en la Mesa del Congreso para resolver la petición podemita de expulsar un año del Congreso a nuestro periodistazo Segundo Sanz que osó publicar las fotografías del despachazo que se ha hecho Pablo Iglesias.
El secretario general de Podemos ha juntado en uno tres despachos del Congreso porque considera que los 27 metros cuadrados que tiene una de estas estancias es poco para un tipo que vive en un casoplón de 270 metros cuadrados, 2.000 de parcela, casa de invitados y piscinaco. Nos lo contaron, nos dieron hasta el vídeo, fuimos a comprobarlo in situ y, obviamente, lo publicamos. Sólo faltaría. No pude evitar acordarme de los que tenían los dirigentes del Grupo Popular del Congreso en la etapa aznariana. Cada vez que yo me veía con el vicepresidente Álvarez-Cascos, por poner un solo ejemplo, nos metíamos en una de esas minidependencias en las que como te echases para atrás corrías serio riesgo de pegarte un coscorrón.
Segundo Sanz se limitó a poner en práctica la diligencia profesional exigida a cualquier reportero de OKDIARIO: chequear los hechos más allá de toda duda razonable y publicar. Las imágenes del despachazo del niñato de Galapagar no eran fake, eran reales como la vida misma. El tipo que percibió 272.000 dólares del narcoasesino Maduro en el paraíso fiscal de Granadinas entró en cólera, nos llamó de todo y por su orden, blasfemó como si no hubiera un mañana y exigió a sus secuaces políticos y mediáticos que consumasen la vendetta. Sus machacas Gloria Elizo, una tipa sectaria donde las haya, y el argentino Gerardo Pisarello. Este indeseable es el que hace cuatro años arrancó una bandera de España al popular Alberto Fernández Díaz en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona. La primera es vicepresidenta del Congreso, el segundo, ocupa la Secretaría Primera.
La votación tuvo lugar el jueves. Se aprobó la expulsión por “publicar” las imágenes del despachazo del intocable Iglesias. Han leído bien: “Por publicar [textualmente dicen “usar”]”. Se pasaron por el forro de sus caprichos el artículo 20 de la Constitución Española, que consagra el derecho fundamental a la libertad de expresión. Lo más bananero de todo es que el escrito aprobado por PSOE, Podemos, PP y Ciudadanos no lo redactó ningún letrado de la Cortes sino el jefe de prensa, Jesús Serrano, un periodista peneuvista con pinta de pobre hombre. ¿Qué ocurrió? ¿Que ningún jurista del Congreso quiso estampar su firma en un documento que en la práctica es una vuelta a la peor de las censuras de la dictadura?
Que Podemos iba a votar “sí” era obvio. Además de ser los promotores de la iniciativa es público y notorio que ansían nuestra muerte civil en general y muy particularmente la mía. Y no sé si incluso mi muerte física. El PSOE también por razones obvias. El sanchismo no nos perdonará jamás que publicásemos la tesis fake de Pedro Sánchez. Lo que no esperaba es que el PP y Ciudadanos se prestasen a una censura que nos retrotrae a ese franquismo que tan de moda se ha puesto últimamente. Ana Pastor, Adolfo Suárez (han leído bien, sí, Adolfo Suárez) e Ignacio Prendes dijeron “sí bwana” a la propuesta de los comunistas bolivarianos Elizo y Pisarello. Así se las gasta el centroderechita imbécil, cobarde y colaboracionista.
Se pueden meter su censura donde les quepa. Porque Segundo Sanz seguirá entrando al Congreso invitado por algún diputado y porque el Tribunal Supremo nos acabará dando la razón. La libertad de expresión es un derecho fundamental que no se puede vulnerar así como así. Lo peor de todo es la lectura que se extrae de todo esto: que la dictadura moral de la izquierda es abrumadora salvo algunos oasis como el nuestro. Si Adolfo Suárez González, el de verdad, levantase la cabeza le recordaría a su hijo una de sus frases para la historia: “Hay algo que ni siquiera Dios pudo negar a los hombres, la libertad”.
Podría terminar con la frase de Martín Niemöller popularizada por Brecht: “Primero vinieron a por los socialistas y no dije nada porque yo no era socialista; luego vinieron a por los sindicalistas y no dije nada porque no era sindicalista. Luego les tocó el turno a los judíos y no dije nada porque no era judío; y al final, vinieron a por mí pero ya no quedaba nadie que dijera nada por mí”. Pero lo haré con otra tan o más pertinente aún de Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos: “Prefiero periódicos sin Gobierno a un Gobierno sin periódicos”. Teníamos claro que los totalitarios Elizo y Pisarello quieren denonadamente un Gobierno sin medios de comunicación críticos. Lo que no teníamos tan claro es que Suárez, Pastor y compañía pensasen lo mismo. Malos tiempos para el pensamiento libre.
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