Armas letales vivientes: así atacan y se defienden estos increíbles animales
Muchos animales desarrollan complejos mecanismos para defenderse de sus depredadores
La biomimética se inspira en la naturaleza para incentivar la innovación científica y tecnológica
La naturaleza es, sin lugar a dudas, una fuente constante de asombrosa belleza, pero también puede ser extremadamente dura y hostil, sobre todo para las especies más amenazadas por los depredadores. Esto ha llevado a muchos animales a desarrollar mecanismos biológicos de defensa tan bien diseñados que parecen una auténtica obra de ingeniería.
Ciertamente, los animales no tienen la posibilidad de portar espadas ni escudos, pero, a menudo, están dotados de herramientas y recursos capaces de rivalizar en sofisticación con la tecnología humana. Desde explosiones químicas hasta garras retráctiles más propias de superhéroes, sus cuerpos son laboratorios vivos de innovación evolutiva.
Igualmente fascinante es el hecho de que muchos de estos mecanismos naturales están siendo estudiados por la biomimética y otras ciencias con el objetivo de desarrollar posibles aplicaciones en campos tan diversos como la ingeniería, la medicina o la aeronáutica. En este artículo destacamos cinco ejemplos de animales que son verdaderas armas vivientes y que además están estimulando el avance científico en diversas áreas.
Defensa química
Un caso fascinante es el del llamado escarabajo bombardero, un pequeño insecto de apenas dos centímetros de tamaño que posee un sistema de defensa único: cuando se siente amenazado, mezcla dos sustancias químicas en su abdomen, la hidroquinona y el peróxido de hidrógeno, provocando una reacción exotérmica que alcanza los 100 °C.
Como resultado, el escarabajo expulsa ráfagas de benzoquinonas corrosivas que pueden quemar y repeler a sus depredadores. Como explica Luis Orduña, profesor de ciencias, en redes sociales: «Este mecanismo, preciso y repetible, ha inspirado investigaciones para reencender turbinas de gas en aeronaves a temperaturas de hasta –50 °C. Su sistema de válvulas y cámaras internas es objeto de estudio en ingeniería química y biomimética avanzada».
Garras óseas
A la rana peluda (Trichobatrachus robustus) también se la conoce como rana Wolverine por algo. La razón es que, como a Lobezno, el superhéroe mutante de Marvel, también le crecen garras óseas capaces de atravesar su piel, sólo que sin adamantium para recubrirlas.
Lo que hace este batracio, que únicamente podemos encontrar en los bosques tropicales africanos, es fracturar los huesos de los dedos de sus patas traseras y empujarlos a través de la piel, formando así garras afiladas temporales.
Medicina regenerativa
Por otro lado, durante la época de cría, los machos de rana peluda desarrollan filamentos vasculares, que parecen pelos por su forma, y cuya función es aumentar la absorción de oxígeno. De este modo, pueden permanecer más tiempo bajo el agua mientras protegen sus huevos.
Dicho fenómeno ha despertado el interés de investigadores en medicina regenerativa y biomateriales, porque demuestra cómo los organismos de algunos animales puede generar estructuras temporales altamente funcionales.
En concreto, se estudia la manera de replicar este tipo de crecimiento vascular desarrollado por animales anfibios para diseñar prótesis que se adapten al entorno o que puedan autorregenerarse en respuesta a daños, imitando la capacidad de la rana para modificar su fisiología según sus necesidades.
Veneno en la piel
El tritón costillado ibérico (Pleurodeles waltl) es un ejemplo parecido al anterior. En este caso, lo que hace es extender sus costillas a través de la piel, formando púas recubiertas de toxinas altamente venenosas para sus atacantes.
Como se explica en este estudio científico publicado en Journal of Zoology, los huesos de este anfibio se rompen cada vez que atraviesan su cuerpo. Sin embargo, el tritón no sufre ningún daño o efecto secundario posterior, a pesar de que estamos hablando de la perforación de su propio cuerpo, lo cual pone de manifiesto su asombrosa capacidad de autorreparación.
Los investigadores también destacan que el tritón es inmune a su propio veneno: «La secreción cutánea de P. waltl también contiene algunos componentes venenosos que pasivamente pueden filtrarse en el cuerpo a través de las heridas autoinducidas, y sin embargo, no observamos autointoxicación por parte de los tritones».
Neurotoxina letal
Más conocido que los anteriores es el caso del pez globo, llamado así porque se hincha para intimidar a sus depredadores, pero su defensa más potente es la tetrodotoxina, una neurotoxina que bloquea los canales de sodio en las células nerviosas, lo que provoca parálisis muscular y la muerte por insuficiencia respiratoria.
A pesar de su letalidad, también para humanos, esta sustancia está siendo estudiada como analgésico. De hecho, investigadores de la Universidad de Granada han participado en ensayos clínicos que demuestran su eficacia en el tratamiento del dolor en pacientes con cáncer.
Todavía se trata de resultados clínicos preliminares y deben ser confirmados con ensayos que involucren a un mayor número de pacientes, pero hasta el momento los datos son muy prometedores, incluso en tipos de dolor que son muy complicados de tratar, como la neuropatía periférica asociada a la quimioterapia.
Ambiente hostil
Otro ejemplo fascinante es el caracol volcánico, también conocido como caracol de patas escamosas. Este molusco vive a más de 2.500 metros de profundidad en el Índico, en un ambiente claramente hostil compuesto por fuentes hidroterminales de aguas hirviendo, muy ácidas y de alta concentración de metales.
Hablamos de un animal duro, no en vano, es la única especie conocida cuyo exoesqueleto incorpora hierro de forma natural, hasta el punto de que se pega a los imanes. Esta estructura le proporciona una resistencia excepcional frente a depredadores y ambientes corrosivos.
Diversas investigaciones han analizado su potencial para el desarrollo de materiales blindados ligeros, estructuras resistentes a la corrosión y tecnología submarina avanzada.