Las autoridades activan todas las alarmas por la aparición de mejillones cebra invasores en un lago de EE.UU.
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Las especies invasoras llegan a un lugar, se instalan y cambian todo a su paso, sin importar quién esté. Eso es lo que ocurre con el mejillón cebra (Dreissena polymorpha), un molusco diminuto pero muy problemático, que comenzó su expansión desde las aguas del mar Negro y el Caspio, entre Europa oriental y Asia occidental. Desde allí ha saltado a ríos y lagos de medio mundo (Europa, Asia y también América del Norte), gracias sobre todo al tráfico marítimo y a la navegación fluvial.
Ahora este molusco se ha encontrado en Estados Unidos, específicamente en el lago Smishek, al norte de Powers Lake, en el estado de Dakota del Norte. El hallazgo ha sido suficiente para que se declare oficialmente como «agua infestada».
Encuentran mejillones cebra en un lago de Estados Unidos
El Departamento de Caza y Pesca de Dakota del Norte ha confirmado que se han encontrado ejemplares invasores de mejillón cebra en el lago Smishek, un lugar popular entre pescadores y veraneantes. La consecuencia inmediata ha sido la activación de medidas de emergencia. Desde este momento, queda prohibido sacar agua del lago, ni siquiera para transportar cebo. También se han colocado señales de advertencia en todos los accesos.
El objetivo es evitar lo que ya ha ocurrido en otros estados: una expansión sin control. Los mejillones cebra son muy eficaces colonizando nuevos entornos. No necesitan grandes condiciones para sobrevivir, se reproducen con rapidez y se adhieren a casi cualquier superficie. Un motor de barca, una cuerda, una red de pesca, incluso el suelo de una nevera portátil… todo les sirve para viajar con facilidad.
Las autoridades insisten en la importancia de limpiar, vaciar y secar cualquier embarcación o equipo que haya estado en contacto con el agua. Puede parecer una medida menor, pero es la única manera de frenar su avance.
Qué se está haciendo para frenar el avance de los mejillones cebra
En estados del oeste como Nevada o California, donde también han aparecido especies invasoras como el mejillón dorado, los esfuerzos de prevención se han multiplicado. Se inspeccionan miles de embarcaciones al año. Muchas terminan en procesos de descontaminación antes de volver al agua.
El problema no es nuevo. En la década de los ochenta ya se detectaron los primeros casos en Estados Unidos, y desde entonces no han dejado de avanzar.
En 2007, los quagga (una especie emparentada con el mejillón cebra) llegaron al lago Mead. Desde entonces, la zona gasta millones cada año sólo para mantener bajo control su presencia. En lugares como Hoover Dam, el control del mejillón quagga cuesta más de un millón de dólares al año. Y eso sin contar los daños indirectos.
El Departamento de Caza y Pesca de Dakota del Norte, además de aplicar las normativas estatales, recomienda evitar fondear embarcaciones en aguas infestadas por mejillones cebra.
También insiste en tres pasos básicos para prevenir su propagación: limpiar bien el equipo antes de salir del agua, vaciar completamente cualquier resto de líquido y dejar que todo se seque por completo antes de volver a utilizarlo o desinfectarlo.
Cómo es el peligro de esta especie invasora en Estados Unidos
El mejillón cebra es una amenaza doble, pues sus efectos no son solo ecológicos, sino también económicos. Por un lado, arrasa con los ecosistemas donde se instala. Se alimenta filtrando grandes cantidades de plancton, lo que reduce el alimento disponible para otras especies. Eso altera la cadena trófica y, al mismo tiempo, desplaza a los moluscos autóctonos.
Además, modifica el hábitat físico, ya que recubre piedras, maderas y estructuras sumergidas, dejando sin espacio a peces y otras formas de vida acuática.
Por otro lado, el coste económico es enorme. Los mejillones se meten en tuberías, bloquean filtros, dañan motores y obligan a invertir cantidades enormes en mantenimiento.
Las plantas de tratamiento de agua y las centrales hidroeléctricas están entre las más afectadas. Y todo eso sin contar el impacto en embarcaciones privadas, pesca recreativa y turismo, que también sufren las consecuencias.
Parte del problema es su gran capacidad para reproducirse. Una hembra puede poner hasta un millón de huevos al año. Las larvas, al ser microscópicas, se esparcen con facilidad en cualquier masa de agua.
Además, pueden sobrevivir fuera del agua hasta una semana. Se transportan en remolques, neumáticos, cubos, botas… Por eso, las campañas de concienciación insisten tanto en la limpieza.
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