El otro vestido de novia de Charlène de Mónaco del que se ha tenido noticia ahora
La boda de Alberto y Charlène se convirtió en todo un evento multitudinario
Todos los ojos fueron puestos en los estilismos elegidos por los novios en el día más importante
En ese 2 de julio de 2011, Charlène de Mónaco se decantó por un vestido de Giorgio Armani
Si algo llama la atención de los enlaces institucionales, son los estilismos de los protagonistas. Es por eso que, cuando Alberto de Mónaco y Charlène de Mónaco -entonces todavía Wittstock- decidieron pasar por el altar, todas las miradas estaban puestas en cuáles iban a ser los diseños elegidos. Fue el 2 de julio de 2011 en una espléndida ceremonia religiosa, un día después de su enlace civil. Los novios se llevaban 20 años: Charlène tenía 33 y Alberto, 53.
La boda tuvo lugar en la iglesia Sainte-Devote. Fue una celebración histórica a la que acudieron personalidades importantes como Naomi Campbell y representantes de diferentes monarquías. Aunque no hubo representación de Casa Real española.
Charlène de Mónaco y Ablerto, el día de su boda. / Gtres
La boda fue considerada uno de los eventos destacados en la historia reciente de Mónaco, pero el diseño nupcial de la novia merece mención especial, no solo por la relevancia y el impacto del diseño en sí, sino porque ha salido a la luz un secreto que no se sabía hasta ahora: el diseñador que definió el vestido de Charlène tenía otro de repuesto que nunca vio la luz.
El diseño del vestido de boda de Charlène de Mónaco fue ideado por Giorgio Armani
El look de la Charlène pasó a la historia y se convirtió en uno de los aciertos más valorados de la realeza. El diseño fue ideado por Giorgio Armani. Un atuendo en el que se emplearon 130 metros de seda duquesa de color blanco roto y que requirió más de 2.500 horas de trabajo. Además, el diseño con escote barco y ceñido a la cintura contiene más de 40.000 cristales de Swarovski, 20.000 madreperlas en forma de lágrimas y 30.000 perlas doradas bordadas. Lo que más destacaba del vestido era su elegancia y, sobre todo, que era un modelo que ayudaba a realzar la figura de la princesa. Así se convirtió en una pieza atemporal.
Completó su look con un velo elegante con cola de cinco metros que partía de su recogido. Eso sí, a diferencia de otras princesas, no usó tiara en su boda, ni pendientes, ni pulseras. El único broche que lució fue un broche de plata y brillantes que adornaba su recogido.
Charlène de Mónaco, a su llegada a la iglesia el día de su boda con el príncipe Alberto.
Después de su aplaudido diseño de Armani que lució en la ceremonia religiosa, Charlène de Mónaco cambió de look para acudir a la cena de gala celebrada en la Opera Garnier. En esta ocasión, ostentó un diseño de alta costura del diseñador italiano, específicamente de la línea Giorgio Armani Privé. Se distinguía por exhibir el cuello de la caja, detallados de transparencias y falda de volantes en capas con piedra bordada. Asimismo, se abstuvo de adquirir joyas.
Sin embargo, había otro diseño preparado para ella que nunca llegó a ponerse. Según informaciones recogidas por Vanitatis, la sobrina del diseñador italiano, Roberta Armani, ha querido compartir un secreto guardado tras la puerta de la habitación del hotel Hermitage, donde se vistió la ahora princesa: había dos vestidos preparados, otro de repuesto por si en algún momento ocurría algún contratiempo. «Era muy importante hacer dos vestidos si algo le pasara a uno de ellos», ha dicho.
Las lágrimas de Charlène fueron grandes protagonistas en su enlace
Una de las curiosidades de la boda es que la novia no dejó de llorar en toda la ceremonia. Charlène tuvo un semblante serio, e incluso triste. De hecho, la protagonista tuvo que dar explicaciones a los medios de comunicación y aseguró que su emoción solo era causada por los nervios.
El segundo vestido de Charlène de Mónaco para su boda. / Gtres
Pero lo más llamativo de la boda real de Mónaco ocurrió antes de pasar por el altar. 72 horas antes de casarse, diversos medios señalaron que la futura esposa trató de abandonar el Principado. Al parecer, durante el tiempo que duró el noviazgo, el príncipe Alberto había tenido un hijo secreto, una noticia que hizo que la novia deseara terminar con la boda. El principado negó estas informaciones.
Pero la luna de miel también generó polémica. De acuerdo con una página web británica, la pareja pasó los días posteriores a la boda alojados en hoteles diferentes durante su estancia en Sudáfrica. En definitiva, ha sido una boda llena de interrogantes.