Influencers, un poder con fecha de caducidad
Vivimos rodeados de ellos y casi sin quererlo somos consumidores habituales de sus perfiles oficiales y de lo que patrocinan y ‘venden’ en los mismos. Basta con abrir Instagram en nuestro smartphone para darnos cuenta. Los influencers llenan los timeline de las redes sociales, convertidas desde su origen en su centro de operaciones y altavoz a nivel mundial. Sin embargo, hay diversos síntomas que invitan a pensar en que su tremenda repercusión mediática podría empezar a haberse visto mermada, por lo que la pregunta está clara: ¿Estamos ante su declive?
Antes de tratar de esclarecer nada, no viene nada mal contextualizar acerca de este concepto que escuchamos día sí y día también. ¿Qué es un/a influencer? Se trata de una persona con cierto dominio y credibilidad en algún registro (moda, tendencias, cocina, YouTube, turismo…) que se presenta como un rostro rentable y de interés máximo para diferentes marcas comerciales, que ven en ellos una oportunidad única de poner cara a sus productos, mediante campañas que acaban siendo tan virales como exitosas. Es así como se establece un binomio prolífico y que hace que las dos partes salgan ganando.
A esto hay que sumarle un ingrediente clave y sin el que no se entiende su gigantesca repercusión, la legión de seguidores en redes que tienen detrás. Sus millones de followers son el principal aval con el que cuentan y con el que sustentan su influencia.
Su evolución lógica es la de pasar de personas anónimas a nombres clave del día a día y que (casi) todos seguimos en Instagram, Facebook y demás social media. Su reinado no es baladí y su importancia en la sociedad actual se ve reflejada en que la mismísima revista Forbes ha elaborado un ranking para clasificar a los influencers más destacados por disciplinas.
El agotamiento
Llegados a este punto es conveniente focalizar en nombres propios y empezar a conocer quiénes abanderan el término influencer en nuestro país. My Peeptoes, Lovely Pepa, María Pombo o Dulceida, por citar algunas, son cuatro de las más reconocidas y seguidas en España; O Alice Campello y Chiara Ferragni a nivel internacional. Todas ellas cumplen con las características para considerarlas como tal.
Pero como no todo el monte es orégano, hemos llegado a un punto en el que las influencers se enfrentan a su particular via crucis. ¿Están abusando de su condición de imágenes y protagonistas de campañas publicitarias y, por consiguiente, cansando a la audiencia? En efecto, hablamos de ese agotamiento que sufren quienes les han elevado a los altares, sus seguidores.
A menudo, entrar a su Instagram supone encontrar decenas de etiquetas o menciones a firmas de diferente índole. Bien es cierto que el hecho de que un producto determinado aparezca en las cuentas de algún rostro conocido, implica que las ventas se disparen en cuestión de horas. Para ‘limitar’, en cierta manera, el exceso de publicidad de sus cuentas, Norteamérica puso -hace unos meses- en marcha diferentes medidas, como diferenciar publicaciones personales de las comerciales.
«Quiero ver fotos que me cuenten historias»
Las críticas a un exceso de marketing por parte de los influencers son cada vez más crecientes. Hay quien cree que el hecho de comercializar demasiado sus perfiles oficiales en redes les resta credibilidad, porque pierden su esencia original. Esta decepción se hace latente incluso en las micro-influencer, aquellas que con tesón, trabajo y perseverancia buscan hacerse hueco en un mundo tan ferozmente competitivo.
En LOOK hemos hablado con Laura Aguado (@laraarual), cuya pasión por la moda le ha llevado a abrir un canal de YouTube (‘Sparks and Colours’) que ya cuenta con más de 100.000 seguidores. Su hartazgo con el papel que actualmente desarrollan los influencers se hace evidente en cuánto le preguntamos qué piensa al respecto: «Está bien tener una cuenta en las redes sociales estéticamente bonita, pero querer ponerla por encima de las historias que cuentan en sus fotos, para mí no tiene sentido. Sobre todo si tu perfil se acaba convirtiendo en un catálogo de productos o anuncio constante».
«A veces venden productos que ni ellas mismas utilizan»
El abuso ocasional que algunas hacen de la promoción de productos es un debate que está en la calle y nuestra protagonista lo tiene claro: «Personalmente, estoy cansada de ver siempre las mismas fotos, imágenes que pretenden que compre con frases que cuentan lo maravilloso que son los productos que están usando, que muchas veces ni los utilizan realmente. Prefiero, sin lugar a dudas, ver fotos que me cuenten historias con las que sentirme más cercana a esa persona. En definitiva, cuentas más reales». El debate está en la calle. ¿Se consumará el declive de los influencers?