Felipe VI nunca aprobó a Marta Gayá
Felipe VI siempre rechazó a Marta Gayá cuando era Príncipe. Él fue una de las primeras personas que supo de la relación de su padre con la mallorquina. Sabía lo que significaba para su familia y cuánto daño producía en su madre. Coincidió con ella varias veces en diferentes lugares de Palma y nunca disimuló su rechazo. Siempre la ignoró deliberadamente.
El interés por esta mujer se disparó el pasado lunes cuando OKDIARIO publicó unas grabaciones realizadas por el CNI, en las que don Juan Carlos confirmaba su relación sentimental y lo feliz que era con ella. En Zarzuela prefieren restarle importancia al asunto, aunque no me creo que, al Rey Felipe, quien ya lo pasaba mal al verla y evitaba el saludo, pese a tenerla a menos de 2 metros cuando coincidían en el Club de Mar o en alguna cena, todo esto le de igual. Ni mucho menos. La adoración por su madre le hizo más cómplice que nunca en este romance que él no aprobaba y del que hoy todo el mundo habla.
Sí poco se sabía de ella, ahora las llamadas y los datos llegan como nunca pensé que ocurriría. Un confidente me insiste en que confirme y aclare algunos de los errores que, según su experiencia vivida, se han contado sobre esta misteriosa mujer.
Cuando don Felipe concluyó su formación en la academia General Militar de Zaragoza en 1988, Marta Gayá ya había entrado en sus vidas por la puerta de atrás. “Se conocieron una mañana de sol, efectivamente. Don Juan Carlos se interesó por ella y su íntimo Zurab Chokotúa los presentó. Fue en un barco, aunque no recuerdo muy bien si en 1980 o en 1981”. En esos años, Gayá acababa de divorciarse y trabajaba de relaciones públicas en la discoteca del selecto Club de Mar. En cuanto empezó a verse con don Juan Carlos dejó el trabajo. “Ella sabía que no podía seguir con su actividad y además empezó a viajar mucho”. El monarca nunca fue a la discoteca, solo asistía a las fiestas privadas que se celebraban en verano. Recuerda una espectacular, en honor del armador griego Aristóteles Onassis y otra, muy sonada también, organizada por el príncipe Chokotúa, para muchos, el mejor promotor de la isla, e íntimo del monarca.
Marta Gayá en el funeral de José Luis de Vilallonga
[Puedes leer: Carmen Lomana pone en un aprieto al ‘Rey Juan Carlos I’]
El entonces príncipe Felipe y las infantas fueron asiduos después a DPP, la discoteca que se inauguró en junio de 1990. Ese mismo verano se celebró la cena en el beach del casino del Club de Mar en la que el rey Juan Carlos se levantó para saludar a Marta Gayá quien había llegado “incomprensiblemente tarde”, en compañía de José Luis de Vilallonga, Chokotúa y su mujer, Marieta Salas. El inesperado gesto delató al monarca y puso más que en evidencia a la reina Sofía. Todo el mundo en Palma comentó lo que ocurrió esa noche en presencia de la Reina. Don Felipe tenía entonces 22 años. Ya no era un niño, pero sufría por su madre.
Una portada con la fotografía de Marta Gayá veía la luz durante los Juegos Olímpicos del 92
La pareja siguió buscándose y encontrándose. Durante los veranos en Palma, se reunían en el barco de alguno de los amigos que guardaban su secreto. Ella nunca decía nada, pero, de pronto, él aparecía. Ya en invierno, se encontraban en Gstaad, donde actualmente Gayá reside seis meses al año. Aquella fue la época en la que el rey Juan Carlos dice haber sido tan feliz.
Sin embargo, la primera crisis y el primer distanciamiento estaba a punto de llegar. Doña Sofía, las infantas y el príncipe Felipe seguían con sus vidas y llegaron las Olimpiadas de Barcelona en 1992. Apenas tres semanas después de que el Príncipe apareciera en la pantalla de los televisores encabezando la delegación española y enarbolando su bandera en el Estadio Olímpico de Montjuic, en la emocionante inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, saltaba la noticia. La revista ‘Época’ publicaba en portada la fotografía de Marta Gayá y, tras la primera pista que anteriormente había aparecido en el semanario ‘Tribuna’, suponía airear públicamente la relación extramatrimonial que el Rey Juan Carlos mantenía hacía casi 10 años. Agosto de 1992 y en portada, un titular:La Dama del Rumor.
En la actualidad Marta Gayá vive alejada del foco público (LOOK)
Sus padres aún no sabían nada. Ella nunca se lo contó.El disgusto fue colosal. Todo se complicaba, así que la pareja dejó de verse, al menos en compañía de otros, durante un tiempo. Según me cuentan, la situación les tensó mucho y ella cambió hasta de carácter. “Más desconfiada, más lejana”. Estrecharon al máximo su círculo de amigos y no se fiaban de nadie. De ahí las palabras que el Rey comparte con uno de sus más íntimos en las grabaciones del CNI: “Lo siento, pero yo no piso Flannigan, o no piso tal. Cuando lo pise, dos personas, y si hay una más, fuera… Así de claro”. El tiempo volvió a reunirlos y vivieron una segunda etapa en la que tomaron aún más precauciones. Se encontraban sobretodo fuera de España, en Gstaad y en París, principalmente.
En Palma siguen viviendo sus padres, ya muy mayores, y su hermana
Marta Gayá estudió interiorismo en Barcelona y aunque se ha negado que fuera decoradora, sí es cierto que asesora a amigos y se ha encargado de decorar algunas de las casas más elitistas de Palma. Un trabajo puntual, nada continuado. Siempre alejada del foco y manteniendo a raya cualquier comentario, Gayá nunca hablaba de su relación y aprendió a mimetizarla en su vida cotidiana.
La ruptura sentimental definitiva llegó cuando él se interesó por otra mujer, según coindicen en asegurar dos personas allegadas. A ella nunca se le ha vuelto a conocer pareja. En Palma siguen viviendo sus padres, ya muy mayores, y su hermana, casada con un prestigioso urólogo. Su hermano, vive en Formentera. Por cierto, me confirman que tiene 68 años, once menos que don Juan Carlos y que su color de ojos natural es castaño oscuro.
La historia queda muy lejana ya y ella,estos días, también se mantiene lejos, fuera de España.