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La boda de Haakon y Mette Marit: el primer enlace del siglo y un polémico contrato prematrimonial

Mette Marit y Haakon de Noruega en su boda / Gtres
Mette Marit y Haakon de Noruega en su boda / Gtres
  • Elena Boluda
    • Actualizado:

El 25 de agosto de hace ya 21 años Mette-Marit y Haakon de Noruega se convirtieron en marido y mujer en la que fue la primera boda real del siglo. Aunque se podría considerar que su historia de amor fue la propia de un cuento de hadas, lo cierto es que no estuvo bien vista en un primer momento. ¿La razón? Que la entonces futura reina de Noruega era plebeya y madre soltera, con un pequeño fruto de una relación extramatrimonial y un pasado relacionado con las drogas. Todo un escándalo que Palacio no quería asumir.

Mette Marit y Haakon de Noruega en su boda / Gtres

Mette Marit y Haakon de Noruega en su boda / Gtres

Pese a todo, el amor movió montañas y, tras enamorarse del príncipe heredero en un conocido festival de rock, pasaron por el altar para jurarse amor eterno. Un enlace que tuvo lugar en la catedral de Nuestro Salvador de Oslo y en el que el hijo pequeño de Mette-Marit fue el absoluto protagonista, además de ser la perfecta ocasión que abrió el camino a que futuros reyes pudieran casarse por amor sin tener en cuenta el origen de sus parejas.

Mette Marit y Haakon de Noruega en su boda / Gtres

Mette Marit y Haakon de Noruega en su boda / Gtres

El vestido de los 2000

Esta boda real convirtió, además, a la princesa en una de las novias mejor vestidas has la fecha. Con una pieza de espíritu dosmilero, Mette-Marit supo ganarse el puesto de it girl. La estructura principal constó de un cuerpo con escote barco y corte en la cadera recto, del que nacían unas mangas largas súper ajustadas y una falda con volumen y cola de dos metros de largo. El encargado de diseñar y elaborar el estilismo fue Ove Harder Finseth que consiguió una apariencia ligera y volátil gracias al crepé de seda natural en color marfil, una de las principales características de la moda nupcial de la primera década del siglo XXI. En cuanto al velo, Mette-Marit se decantó por la sencillez, con una pieza en tul de seda de seis metros que nacía de la parte superior de su moño bajo. En su melena rubia su pudo observar una diadema de 23 margaritas de diamantes elaborada en 1910, un regalo de los Reyes noruegos por su compromiso. Un look nupcial que coronó con su anillo de compromiso, un solitario de oro amarillo engastado con diamantes y rubíes, el mismo con el que el rey Olav le declaró su amor a la princesa Marta de Suecia en 1929.

Mette Marit y Haakon de Noruega en su boda / Gtres

Mette Marit y Haakon de Noruega en su boda / Gtres

El contrato prematrimonial

En este romance de película romántica, la figura y el pasado de Mette-Marit estuvo muy presente durante años. Tras salir a la luz que tenía un hijo, fruto de una relación extramatrimonial con Morten Borg -que estuvo en prisión por tráfico de drogas- y su aparición en televisión buscando novio, la princesa tuvo que pedir perdón públicamente por su pasado y firmar un acuerdo prenupcial donde se dejaba claro que, en caso de que el matrimonio fracasase, ella se tendría que ir de Palacio sin nada. Un final que, por el momento, no ha llegado, y ahora ambos son una de las parejas royals más aclamadas del panorama internacional.

Mette Marit y Haakon de Noruega en su boda / Gtres

Mette Marit y Haakon de Noruega en su boda / Gtres

Una boda con ruptura incluida

Y es que, esta primera boda real del siglo XXI no solo fue muy mediática por lo ya mencionado, sino porque de ella salió una de las rupturas más polémicas de la historia de Palacio. Pese a que la celebración supuso una victoria para los defensores del amor romántico, está también supuso el fin del noviazgo entre Felipe de Borbón y Eva Sannum. El vestido que la exmodelo eligió para el enlace fue la gota que colmó el vaso de las voces más conservadoras, al considerar que la espalda al aire, los brazos desnudos y el escote en pico eran mucha piel para un miembro de Palacio. Un “trapo” inapropiado para una plebeya que aspiraba a ser la futura consorte de España.

Felipe de Borbón y Eva Sannum / Gtres

Felipe de Borbón y Eva Sannum / Gtres

Tras este escándalo, otra imagen publicada a primera hora del día siguiente tampoco gustó nada a los detractores españoles. En ella, Sannum aparece con Felipe agarrando una copa de coñac durante el baile nupcial, lo que hizo saltar todas las alarmas de un nuevo romance, aunque la Casa Real se encargó de desmentirlo, alegando que solo se trataba de una estrecha relación de amistad. Pronto comenzaron los rumores de que, esa misma noche, Sofía le aconsejó a su hijo cesar la relación y, el 14 de diciembre de 2001, cuatro meses después de la polémica boda, don Felipe confesó que su historia de amor había llegado a su fin: “Sabía que estabais aquí y he venido a saludaros y a contaros que Eva y yo hemos decidido acabar con nuestra relación, seguiremos siendo amigos. Por razones estrictamente personales y particulares, cada uno seguirá su camino en la vida. La decisión ha sido tomada libremente de mutuo acuerdo”.

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