Los antisistema provocan disturbios en la manifestación por el clima en París
La plaza de la República, el «corazón» de París desde los atentados del 13-N, vivió hoy una imagen bien distinta a los homenajes y al silencio como homenaje a las víctimas de los atentados terroristas. Manifestantes antisistema, en su mayoría con la cara tapada y capuchas negras, lanzaban objetos contra la policía antidisturbios desplegada en todos los accesos al lugar y que respondían con gases lacrimógenos y granadas aturdidoras para contenerlos.
El presidente francés, François Hollande, se mostrado extremadamente crítico con la presencia de «elementos perturbadores» en la manifestación de París. «Sabíamos que había elementos perturbadores que nada tienen que ver con los defensores del medio ambiente», dijo a la prensa para añadir que estos hechos son «lamentables, diría incluso escandalosos».
Al grito de «No nos quitarán el derecho a manifestar», cientos de personas se enfrentaron este domingo a la policía en la plaza de la República, en una jornada de acciones a favor del clima horas antes de la cumbre de París.
«No tengo miedo a morir por mis ideales», rezaba el cartel de Tristi, una manifestante de 29 años de Nanterre (oeste de París), que acudió a protestar pese a que las autoridades prohibieron la manifestación prevista por el clima a causa de los atentados yihadistas del 13 de noviembre.
«Mis zapatillas no marchan por mí», añadió en referencia a una de las acciones puestas en marcha por las organizaciones ecologistas para esquivar la prohibición a manifestarse y para alzar la voz a favor del clima, a pocas horas del comienzo de la COP21 y mientras rige el estado de emergencia en el país.
A pocos metros del dispositivo policial en el acceso a la plaza por la avenida de la República, Jean se limpiaba los ojos con abundante agua y colirio, ayudado por otros manifestantes, mientras que un par de bengalas rojas se encienden entre los congregados.
«Estaba delante. [Los agentes] lanzaron gases lacrimógenos cuando me acercaba. No somos violentos», aseguraba este parisino de 20 años, aún con los ojos rojos.
Más de 100 detenidos
Tras varias horas de tensión, la policía anunció a media tarde la detención de cien personas. La manifestación «ha sido un poco violenta en algunos momentos, pero se controló perfectamente», declaró Michel Cadot, responsable policial. No se registraron heridos.
Algunos de los objetos lanzados procedían del memorial a las víctimas de los atentados montado desde los ataques contra Charlie Hebdo en enero a los pies de la estatua de la República, que preside la plaza.
Bertrand Boulet tiene «dolor en el corazón». «Esta estatua es la tumba de las víctima de los atentados», asegura este hombre que mantiene el memorial formado por flores, mensajes y velas.
Esta céntrica plaza parisina ha sido testigo de todos los acontecimientos que han marcado Francia en 2015, desde las marchas en repulsa de los atentados yihadistas contra Charlie Hebdo en enero y los ataques del 13 de noviembre, hasta la movilización ciudadana a favor de un acuerdo para frenar el cambio climático.
Y, para muchos, el vínculo entre ambos es patente. «Nuestra casa arde y tenemos que apagar el fuego», asegura Amandine Yung, una voluntaria de la oenegé Oxfam de 33 años, quien subraya que el calentamiento global produce «sequías, conflictos e incluso guerras», como ocurre «en África y en Oriente Medio».
Para denunciar el «estado de emergencia climática», Amandine, junto a miles de personas más, participó a mediodía en una cadena humana que enlazó los alrededores de la plaza de la República con la plaza de la Nación, a lo largo del bulevar Voltaire.
Los manifestantes dejaron un espacio de unos cien metros delante de la sala de concierto Bataclan, donde uno de los atentados yihadistas del 13 de noviembre dejó 90 muertos. En ese momento, la presidente de Chile, Michelle Bachelet, rendía homenaje a las víctimas de los ataques, que calificó de «acto de sinrazón».
«Tenemos que presionar a los dirigentes. Estamos muy decepcionados por la anulación de la manifestación, pero ésta es una buena alternativa de movilización», afirmaba Aude, de 29 años, investigadora de ciencias naturales.
«Los mandatarios tienen que tomar una decisión real» para lograr frenar el calentamiento global a un máximo de 2ºC respecto a los niveles de la era preindustrial, uno de los objetivos de la gran conferencia internacional, reiteraba por su parte Fleury Girard, un voluntario de 44 años de la asociación Avaaz.
Esta organización planteó una marcha «simbólica» de zapatos en la plaza de la República. Y, en una semana, lograron recoger 13.000 pares, uno de ellos del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y otros del papa Francisco.
«Los zapatos marchan por quienes no están aquí», explica Girard, en referencia tanto a la marcha prohibida como a la víctimas de los atentados yihadistas. «Los pares vacíos nos sirven para recordarlos».
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