Quién fue Rasputín, el místico que llegó al poder sin saber escribir
Grigori Yefímovich Rasputín, conocido como Rasputín, fue uno de los personajes que más marcaron la historia del antiguo imperio ruso gobernado por la dinastía Románov. Lo cierto es que la figura de este místico nacido el 9 de enero en la ciudad de Pokróvskoye, está rodeada de polémica y de cierta leyenda que hicieron del personaje uno de los mitos malvados de las historia europea.
La figura de Rasputín siempre ha sido muy controvertida. Siendo un simple campesino, llegó a ser uno de los máximos confesores del zar Alexei, gracias a su audacia para aliviar al zar de los dolores sufridos por la hemofilia. Poco después, el campesino que nadie conocía, comenzó a ejercer una enorme influencia en la corte, en el zar, su familia y los nobles de la época.
Semianalfabeto
Rasputín era un simple campesino. Cuentan que casi no sabía escribir, y que le costaba seguir los pasos de algunas lecciones cuando estudiaba. No recibió una educación formal, pero se centró en la lectura de la Biblia y su interés por la teología. Posiblemente fueron los únicos estudios formales que recibió.
Pero esto no impidió que este joven campesino tuviera una gran facilidad de palabra y un cierto magnetismo con todo aquél al que se dirigía. Según algunos escritos de la época, Rasputín tenía un cierto aire místico, su cuerpo, un tanto descompensado por su altura y su delgadez, servía para darle un semblante misterioso. Su hermana María, por la que se sabe gran parte de la historia de la infancia del personaje, escribió que se veía como un iluminado, y alrededor de 1892 se instaló en el Monasterio de Verjoturie.
Este afán por el misticismo lo llevó a ingresar en un secta ortodoxa rusa conocida como jlysty y en la que las orgías y las fiestas eran constantes, acontecimientos que marcaron al campesino de por vida.
Llegada a palacio
Rasputín se ganó una enorme fama en los pueblos de Siberia, tanta que fue recomendado para asistir a la capital y conocer a los miembros de la Iglesia Ortodoxa. Allí entró en contacto con Feofán el confesor de los zares que se ocupó de presentar al campesino al obispo Hermógenes y al moje Iliodor, que acabaron por ser dos de sus enemigos más profundos.
Estas amistades le abrieron las puertas de la nobleza y la aristocracia rusa, sobre todo cuando las hermanas duquesas, Militsa y Anastasia de Montenegro, quedaron fascinadas con él y recomendaron que conociera a su parientes Románov.
Nicolás y Alejandra, los zares inmersos en una profunda crisis de poder, recibían toda la ayuda posible para la corte. Además, escondían un enorme secreto que introdujo definitivamente a Rasputín en la corte.
El heredero enfermo
Después de tener cuatro hijas, los zares alumbraron a un varón en 1904. Pero la alegría de la llegada al mundo del heredero, se torció cuando este se pasó varias noches sangrando por el ombligo, a causa de un mal corte del cordón umbilical.
Fue el primer síntoma de la hemofilia de Alexei, el heredero. A esto se unió que en 1905, Rusia perdió la guerra contra Japón, y los zares se recluyeron en palacio. Fue aquí cuando Militsa y Anastasia invitaron a Rasputín a tomar el té con los mandatarios.
En 1907, el zar sufrió una importante hemorragia que parecía acabaría con él. Rasputín rezó junto al zar y el heredero, y este se curó de sus dolores. A partir de aquí, el campesino semianalfabeto se convirtió en el máximo aliado del zar Nicolás, ganándose la admiración de muchos campesinos rusos, que al final lo vieron como un mártir, pero ganándose también los celos y las rencillas de la nobleza y del obispo Hermógenes y el monje Iliodor que intentaron asesinarlo y cortarle el pene.
Asesinato
Con las llegada de la II Guerra Mundial, y el avance hasta la que sería la Revolución Rusa de 1917, Rasputín se gano mucho enemigos, que querían verlo muerto. Fue una conjura entre varios líderes opositores que pensaron que los males de la corte venían de los consejos de Rasputín, que se había ganado una fama de mujeriego y de organizar fiestas épicas.
El 29 de diciembre de 1916, Rasputín sufrió tres disparos, fue envenenado, y recibió un golpe en la cabeza. Con todo esto, sus asesinos, Félix Yusúpov, heredero de la mayor fortuna del país, Dimitri Pávlovich, primo de Nicolás y Vladimir Purishkevich, diputado ultraderechista, trasladaron el cuerpo hasta el río y lo lanzaron por un agujero en el hielo.
Se dice que, después de los tres disparos, el cianuro y el golpe en la cabeza, Rasputín seguía vivo en el agua, y murió de ahogamiento minutos después.
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