Estados Unidos y Groenlandia a lo largo de la historia

• Francisco María
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• • 10/03/2025 11:30
  • Actualizado: 10/03/2025 11:30

Desde hace más de un siglo, los recursos naturales de Groenlandia y su situación estratégica ha captado la atención de Estados Unidos. En 1868, la nación norteamericana ya había demostrado un gran interés por Islandia y Groenlandia, el cual alcanzó su punto álgido durante la Guerra Fría al intentar su compra, con adquisiciones de tierra y negociaciones sobre bases militares.

Recientemente, el presidente Donald Trump ha puesto nuevamente sobre la mesa la posibilidad de comprar la isla más grande del mundo. A pesar de que las autoridades de Groenlandia dejaron en claro que su territorio no está a la venta, Trump aseguró que Dinamarca les venderá la isla porque «les cuesta mucho dinero».

El interés inicial de Estados Unidos por Groenlandia

A lo largo del tiempo, Estados Unidos ha expandido gran parte de su territorio comprándolos, formando de ese modo, un imperio. Durante su era de expansión, el ávido ojo del Gobierno estadounidense se fijó en la isla de Groenlandia, una región autónoma perteneciente a Dinamarca cuyos recursos naturales prometían oportunidades comerciales potenciales.

En un informe realizado por el Departamento de Estado de Estados Unidos en 1867, se sugería que la ubicación estratégica de Groenlandia, además de sus abundantes fuentes de recursos, hacían del territorio una adquisición ideal. Particularmente, el informe recalcaba su vasta industria pesquera, su extensa costa, sus numerosos puertos y sus preciados minerales.

El papel de Groenlandia en tiempos de guerra

Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se movilizó para asegurar el territorio de Groenlandia y, de esta forma, advertir a las potencias europeas contra la expansión en el hemisferio occidental. Un año después, Dinamarca le concedió a Estados Unidos el derecho a construir y acceder a bases militares en la isla.

La isla constituía una región estratégica, pues contaba con depósitos de criolita que eran esenciales para la producción de aviones en época de guerra. Asimismo, las estaciones meteorológicas de Groenlandia resultaron fundamentales para los planes de los países Aliados, ya que permitían predecir las condiciones climáticas de Europa.

Una vez que las tropas de la Alemania nazi se rinden en mayo de 1945, los daneses esperaban que las fuerzas americanas se marcharan. Pero ellos querían quedarse.

Las intenciones por adquirir Groenlandia en la posguerra

En plena posguerra, Estados Unidos tenía una gran preocupación por la continua inestabilidad política en Europa. En aquel entonces, la idea de que alguno de sus adversarios, principalmente la Unión Soviética, pudiera de alguna manera adentrarse en un lugar tan cercano al país como Groenlandia era una potencial amenaza.

Fue entonces cuando los oficiales militares y navales estadounidenses se percataron de la importancia de la localización de Groenlandia en el Ártico como punto intermedio entre Estados Unidos y la U.R.S.S. En 1946, el funcionario del Departamento de Estado John Hickerson anunció que las fuerzas militares estadounidenses consideraban Groenlandia “indispensable para la seguridad de la nación”.

Ese mismo año, el expresidente Harry S. Truman ofreció a Dinamarca US$100 millones por la isla, en oro, lo que equivaldría a unos US$1.300 millones actuales. El gobierno danés simplemente rechazó la oferta. “Aunque debemos mucho a Estados Unidos, no creo que les debamos toda la isla de Groenlandia” afirmó en aquel momento Gustav Rasmussen, el ministro de Asuntos Exteriores danés.

El interés de Estados Unidos por Groenlandia continua

En 1951, Estados Unidos y Dinamarca firmaron un nuevo acuerdo en el que se les cedía el permiso para seguir operando y estableciendo bases militares en la isla, como la base área de Thule. Este acuerdo reforzó el rol estratégico de Groenlandia en la defensa transatlántica durante la Guerra Fría.

En el primer mandato de Donald Trump, resurgió la obsesión por la compra de Groenlandia. Según diversas fuentes, Trump propondría una especia de intercambio, en el que Dinamarca recibiría la isla de Puerto Rico. Ante esta atrevida propuesta, la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, afirmó que “la época en la que se compraban y vendían otros países y poblaciones ya ha pasado. Dejémoslo ahí”.

El retorno de Trump a la Casa Blanca ha revivido nuevamente la histórica ambición del país por la isla. Según Trump, la adquisición del territorio es “una absoluta necesidad”, pero la respuesta del primer ministro de Groenlandia, Múte Egede, fue muy clara al respecto: “Groenlandia es nuestra. No estamos a la venta y nunca lo estaremos”.

Conclusión

En la actualidad, Groenlandia sigue siendo un punto focal en la política exterior de Estados Unidos, especialmente en el contexto de la competencia con China y Rusia en el Ártico. Las inversiones en infraestructura y la cooperación en materia de defensa son temas centrales en la relación entre ambos.

A medida que el Ártico se convierte en un área de creciente interés, es probable que la relación entre estos dos territorios continúe evolucionando en los próximos años. La colaboración en temas de seguridad, economía y medio ambiente será fundamental para el futuro de Groenlandia y su interacción con Estados Unidos.

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