Rodríguez de la Fuente: «Reintegrarnos en la naturaleza nos traerá abundancia, plenitud y bienestar»
Odile Rodríguez de la Fuente es divulgadora científica y medioambiental, y lleva en la sangre el amor a la naturaleza, gracias al entusiasmo y legado de su padre, el prestigioso Félix Rodríguez de la Fuente. Entre otros aspectos, ha defendido que para vivir en armonía con la naturaleza, como defendía su padre, debemos «imitar las fórmulas de esa naturaleza porque ésta tiene soluciones y respuestas que sobrepasan nuestra propia imaginación». «Y es que hoy sabemos que la tecnología más avanzada y más barata para mitigar el cambio climático es la naturaleza, así que dejemos que penetre en nuestras ciudades y en nuestras vidas para que nos ayude a sanarnos a nosotros mismos», ha expuesto en su intervención El Hombre y la Tierra, en honor a su padre, en las III Jornadas OKGREEN, celebradas en la Fundación Giner de los Ríos de Madrid.
«Mi padre, ya que le ha puesto en paralelo con Giner de los Ríos, más que un outsider era un insider, ya que era uno de los hombres más conocidos de su tiempo que no utilizó la ciencia o el sentido de pertenencia a la naturaleza para separar. Eso es clave. Si hay algo que es completamente transversal a la vida, con mayúsculas, es que todos compartimos un mismo origen y un mismo destino como especie», ha señalado.
Ha explicado Rodríguez de la Fuente que los humanos somos una especie que necesitamos una cura de humildad, ya que «una de las peores características del ser humano y, sin duda, lo que nos ha llevado a cometer algunos de los peores errores, es –y ha sido– el exceso de arrogancia». Por ello, ha invitado a tomar perspectiva: «Lo primero que aparece cuando hablamos de vida, no somos nosotros, sino que lo único que existía en el planeta eran organismos unicelulares microscópicos. Y el ser humano, y esto es llamativo, aparecemos en los últimos segundos de la edad de la Tierra. Eso creo que pone en perspectiva quiénes somos, qué es la naturaleza, qué es la tierra y qué lugar ocupamos».
El crecimiento del hombre fue lineal, ha detallado, sobre todo al principio, parecido al de muchas otras especies vertebradas y mamíferos. «Sin embargo, ocurre algo durante un periodo que ha sido bautizado con el nombre de la gran aceleración, y es un periodo que llega justo después de la II Guerra Mundial, un momento en el que vemos un crecimiento exponencial porque, de repente, tenemos la primera y la segunda revolución industrial, el acceso a los combustibles fósiles y el desarrollo en paralelo, primero con la máquina de vapor, y más tarde con otro tipo de máquinas de relacionadas con la tecnología y la ciencia».
La II Revolución Industrial
Algo que, entre otros aspectos, ha explicado Rodríguez de la Fuente, «permitía por primera vez poder acceder a los recursos del planeta de una forma muchísimo más eficiente, y esto da lugar a que en el último siglo hayamos vivido un desarrollo absolutamente inusitado en la historia de la humanidad». Y ha puesto el foco sobre la velocidad a la que todo pasa en el presente: «Antes pasaba algo cada década, ahora cada mes tenemos transformaciones y avances absolutamente asombrosos».
A medida que crecen el PIB de los países, así como la venta de los coches a motor, también hay un gran ascenso de la población. «Pero todo tiene una cara B y es que todo ello, todo ese desarrollo y elevación poblacional sale de los recursos de la naturaleza, con el consiguiente ascenso de la contaminación del agua y del aire, pérdida de especies, pérdida de ecosistemas, concentración de gases de efecto invernadero, etc. Y todo ello, crece de la mano de nuestro desarrollo. Tanto es así que hay algunos científicos geólogos que proponen que estamos saliendo de la actual época geológica en la que nos encontramos».
Del Holoceno al Antropoceno
En su discurso, ha recordado que la estabilidad climática es lo que hizo posible el desarrollo de la agricultura y de la ganadería. «Bien, en este último siglo, sobre todo a partir de la gran aceleración, nuestra especie se ha convertido en la mayor fuerza de la naturaleza que está generando cambios a nivel global. Tal es así, además, que algunos científicos propugnan que estamos dejando atrás el Holoceno y nos estamos introduciendo en el Antropoceno, que os podéis imaginar porque ha sido bautizado con ese nombre».
En paralelo, a la vez que el número de seres humanos crece, ha apuntado en su charla Rodríguez de la Fuente, «la densidad de otros vertebrados ha decrecido exponencialmente. Hemos perdido alrededor del 60% de especies vertebradas, 50% de invertebrados, 50% de la vida marina en términos de biomasa En términos de extinciones. Además, ha asegurado que «estamos viviendo un periodo muy complicado y también hay científicos que proponen que estamos en la sexta gran extinción masiva de la historia de la Tierra».
Ha puesto sobre la mesa más datos sobre la mesa para argumentar la existencia de esta «gran extinción». Rodríguez de la Fuente ha señalado que «hemos visto la muerte del 50% de los corales por blanqueamiento. Los océanos, como resultado del cambio climático, se han acidificado en un 30%; la concentración de dióxido de carbono es la más alta que ha habido en los últimos cinco millones de años y ya estamos 1,3 grados por encima de la temperatura preindustrial».
La Tierra, un planeta insólito lleno de vida
Ha hecho alusión a lo largo de su intervención, además, al desarrollo científico y tecnológico, el cual «ha sido absolutamente asombroso desde que el ser humano pisó la luna en 1969. Desde entonces, la carrera espacial ha dado lugar a poder desplegar multitud de satélites. Por ejemplo, la NASA tiene más de 25 satélites en órbita que están estudiando nuestro planeta sistemáticamente, continuamente recabando datos de todo tipo, de toda índole sobre la superficie del planeta. Estamos comprendiendo nuestro planeta de una forma diferente a la de hace unas décadas, ya que ahora podemos conocer lo que llaman el sistema vivo planetario y es asombroso».
Una de las conclusiones, según Rodríguez de la Fuente, es que «el planeta funciona como una unidad, casi como un organismo, y es tienen la capacidad de generar una autorregulación, como ocurre con nuestros organismos, para mantener las condiciones idóneas para la vida». De hecho, ha añadido, «nuestro planeta, la Tierra, es absolutamente insólito. No conocemos ninguno igual, ya que tiene una serie de propiedades que no encontramos en ningún otro planeta, como la biosfera, la cual se ha ido infiltrando en absolutamente todos los rincones del planeta, hasta el punto de que encontramos vida a cinco kilómetros de altura».
«Y la vida, además, es la que ha convertido nuestra atmósfera en algo muy atípico por su concentración de oxígeno», ha detallado. «Y es que la atmósfera primitiva de la Tierra no tenía apenas oxígeno porque que se oxidaba rápidamente y desaparecía, y fueron las cianobacterias las que hace millones de años descubrieron la fotosíntesis y empezaron a producir oxígeno como desecho. Ese oxígeno se fue acumulando a lo largo de millones de años hasta llegar a una concentración del 20%, creando la capa de ozono, gracias a la cual la vida pudo salir de los océanos y conquistar la tierra firme».
Casi al final de su charla, Rodríguez de la Fuente ha dado otro dato muy sorprendente. «Los océanos producen entre el 50 y el 85% del oxígeno que respiramos; el plancton y el fitoplancton son la base de la biodiversidad en los océanos y, además, contribuyen a que el océano sea quizá el mayor regulador de las temperaturas a escala global, es el mayor sumidero de dióxido de carbono», ha explicado.
El papel de las especies migratorias
«También que la biodiversidad es clave en el funcionamiento del planeta, sobre todo las especies migradoras, ya que éstas son como las venas y las arterias de la tierra porque redistribuyen nutrientes por todo el planeta».
En este punto, ha querido mostrar un ejemplo importante, como es el increíble viaje de los salmones. «Estos son unos peces que nacen en la cabecera de los ríos, pero pasan y bajan por el río hasta llegar a los océanos y pasan la mayor parte de sus vidas en estas últimas aguas. Cuando les llega la llamada reproductora, son capaces de detectar, aunque estén a miles de kilómetros, exactamente cuál fue el río en el que nacieron y emprenden un viaje increíble porque se introducen en el mismo río en el que nacieron y van río arriba, a contracorriente». En este punto, ha detallado la especialista, los salmones «tienen que cambiar su fisiología, su anatomía, su fisionomía para cambiar su adaptación del agua salada al agua dulce, hasta que llegan una vez más a la cabecera de los ríos que los vieron nacer y allí se reproducen y mueren».
Ahora sabemos, ha asegurado, que «millones de salmones, que son los que emprenden estos caminos, aportan hasta un 80% del nitrógeno fertilizante, el azufre, el fósforo y el carbono, que son literalmente transferidos de los océanos a la tierra firme, que necesita el crecimiento de las coníferas alrededor de los ríos salmoneros, y son la base de la cadena trófica o de la pirámide trófica de muchísimas otras especies, como son las nutrias, los osos, los lobos, aves, peces, insectos».
Eso sí, ha afirmado Rodríguez de la Fuente, que uno de los grandes problemas de la ciencia es que «aún no sabemos cómo empieza la vida en nuestro planeta. De hecho, es tan complejo de entender que se le ha denominado The Heart Problem».
Lo que sí sabemos, ha añadido la divulgadora en su charla en las III Jornadas OKGREEN, «es que las mentes de los animales son muchísimo más complejas de lo que pensábamos. Hoy sabemos que los elefantes utilizan un lenguaje sumamente complejo, que tienen conciencia de la muerte o que muestran empatía. Especies como los loros, por ejemplo, utilizan nombres individuales con los que bautizan a los pollos y que permanecen a lo largo de todas sus vidas o que practican el altruismo. O por ejemplo, cómo las ballenas se sabe que tienen literalmente un idioma, un idioma tan complejo que encadenan sonidos para formar frases y que hasta tienen dialectos».
Armonía con la naturaleza
En definitiva, ha terminado Rodríguez de la Fuente, «cada vez estamos conociendo mejor cómo funciona este sistema bioplanetario, entendemos que todo está interconectado y que todo depende de lo demás. Y los humanos, somos una especie más, somos naturaleza y tenemos el legado de la vida, tenemos una conciencia elevada, capacidad de comunicación que ha dado lugar a la cultura, lo que nos ha permitido evolucionar de una forma mucho más rápida que la biología».
Ha planteado, llegados este punto, la pregunta: «¿Cómo podemos lograr mantener una relación de armonía con la naturaleza con la que soñaba mi padre?». Y ha añadido: «Ese es el mensaje que nos lanzó, con el que sembró nuestros corazones de tantísimos niños y jóvenes, y una de las respuestas es imitar las fórmulas de la naturaleza porque tiene soluciones y respuestas que sobrepasan con mucho nuestra imaginación de lo que es posible. En la misma naturaleza están todas las respuestas».
Restaurar y renaturalizar los ecosistemas
Otra clave es, según Rodríguez de la Fuente, «restaurar y renaturalizar los ecosistemas, ya que hemos perdido un enorme número de ecosistemas. Hemos perdido el 80% de los humedales y éstos son los riñones del planeta porque, no solamente filtran el agua, sino que, además, son criaderos de todo tipo de especies de anfibios, de aves, de peces, etc. y son sumideros de dióxido de carbono enormemente efectivos».
«Hoy sabemos que la tecnología más avanzada y más barata para ser el sumidero del dióxido de carbono, lo que nos puede ayudar a mitigar el cambio climático, es la naturaleza», ha expuesto. Por ello, ha apuntado, «tenemos que dejar que la naturaleza penetre en nuestras ciudades y en nuestras vidas para que nos ayude a sanarnos a nosotros mismos».
Y, además, ha señalado que la naturaleza también debe entrar en nosotros, en los seres humanos porque «estamos dañados en muchos sentidos, somos muy neuróticos. Algunos dicen que somos una sociedad en decadencia, que hemos llegado al clímax, por tanto, quizá la naturaleza nos pueda ayudar a sacar todo nuestro potencial y lo mejor de nosotros mismos».
Con lo cual, ha terminado la hija de Félix Rodríguez de la Fuente, al que ha homenajeado con su charla, que el objetivo actual es «reintegrarnos en el sistema vivo planetario de forma biomimética y regenerativa. Y esto nos traerá abundancia, plenitud, biodiversidad y bienestar. Y es que, ha concluído, «como decía mi padre: ‘El hombre no es un OVNI venido de una lejana galaxia, el hombre es un poema tejido con la niebla del amanecer, con el color de las flores, con el canto de los pájaros, con el aullido del lobo o el rugido del león. El hombre se acabará cuando se acabe el equilibrio vital del planeta que lo soporta. El hombre debe amar y respetar la Tierra como ama y respeta a su propia madre’».
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