El PSOE tiene seguro que va a ganar a Feijóo
Hace cuatro años, elecciones de 2016, Alberto Núñez Feijóo tuvo en ascuas a su partido: no acababa de anunciar su presentación a la Presidencia de la Xunta. Recuerdo de entonces una queja, casi un lamento, de un político gallego del PP próximo a Mariano Rajoy, que decía: «Se está pasando de gallego; parece que se divierte de esta forma». Pues bien, en esta ocasión no ha sido así. «¿Por qué?», se preguntan incluso sus cercanos. Al margen de las razones personales de una decisión, las de aquel año, y las de ahora, lo más cierto es que ya el candidato popular no ha podido someter a su partido a otro a una tensión similar a la sufrida con su posible opción para dirigir el PP en el verano del 18. Recuerdo que quince minutos, sólo quince minutos, antes de dirigirse a sus fieles, una parlamentaria gallega de las más importantes, sugería esto al cronista: «No descartes que diga que sí». Y dijo que no, y por eso hoy Pablo Casado es el máximo responsable del Partido Popular. Lo reconoce el propio Casado.
Esta vez Feijó ha sido más considerado con los suyos. Ya por Navidades en Galicia se esparció el rumor de que sus elecciones se iba a adelantar. El presidente no negó la especie y esperó. Aguardó hasta que el inhabilitado Quim Torra, en una comparecencia tan inconcreta como chusca, dejó para más adelante los comicios catalanes. Ese día, a esa hora, según indican sus próximos, se decantó por abrir las urnas de su tierra. Él también, como Iñigo Urkullu, huyó como de la peste, de una coincidencia fatal con Cataluña. No podía, no era aconsejable, dilatar su legislatura hasta octubre. Con Urkullu habló el pasado domingo y ambos se confiaron un secreto ya a voces: elecciones el 5 de abril para abrir la Semana Santa. Las acordaron. Feijoó es el dirigente popular que mejor se lleva con el vasco, un personaje en absoluto traslúcido que parece sacado más de un pazo celta que de un caserío del Goyerri.
Antes de todo este proceso Feijóo había dejado pistas. Por ejemplo, cuando en el Debate sobre el Estado de la Región los periódicos autonómicos recogieron esta frase como adelanto nítido de sus intenciones: «Los gallegos pueden contar conmigo». Y ya cuentan de nuevo. Pero los tiempos le resultan complicados. Y no únicamente los tiempos, sino los resultados de las últimas convocatorias, municipales y europeas, en la que el PSOE, por primera vez desde casi la antigüedad de Emilio Pérez Touriño, ganó al PP casi en las cuatro provincias. Ahora las encuestas le vaticinan a Feijóo una escurrida mayoría absoluta de treinta y ocho escaños contra los treinta y siete que suman El PSOE, el Bloque y Podemos. Por eso el PSOE afirma -y no parece propaganda electoral- que va a ganar al eterno presidente. Pedro Sánchez se hará presente en la región y terminará por decir que ha nacido en Cambados, pongamos por ejemplo.
Es curioso: el Parlamento gallego tiene los mismos escaños que el vasco: setenta y cinco, pero el cómputo que en Vitoria se reparte igualitariamente entre los tres territorios (25 para cada uno) en Santiago es diferente: 25 para Coruña, 22 para Pontevedra, y 14por igual para Orense y Lugo. Y es en las dos provincias más populosas donde Feijóó se juega su porvenir en la Xunta.
Algún experto en política gallega consultado por el cronista asegura que el PSOE está mejor que nunca, tanto que a su candidato, Gonzalo Caballero, le augura no menos de 18 escaños, quizá incluso puede arrastrar el último de Coruña y situarse en los 19. El Bloque Nacionalista Gallego se halla ahora mismo descabezado, porque su candidata, Ana Pontón, está de baja maternal. Quizá tenga que interrumpirla para la campaña. Las famosas Mareas son un caos heterogéneo que ha perdido todo el terreno posible ante el Bloque. Pablo Iglesias pinta menos en Galicia que en el Gobierno de Sánchez. De Ciudadanos, ni se habla porque, ni guarda un personaje conocido para acudir a las elecciones en solitario, ni posee la menor posibilidad de ganar un puesto solitario en Santiago. De ahí el interés de Inés Arrimadas por subirse al carro de Feijóo en el cual encontrará no más de un par de sitios para que pueda vender con desahogo su marca «Mejor Unidos». Queda la incógnita de Vox que tampoco ha presentado una opción personal en Galicia. Vox confía en el tirón nacional de Santiago Abascal. En Galicia no posee otra opción.
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