Pavor y desunión entre los empresarios ante el “Gobierno Frankestein”
Ni hay unanimidad entre los empresarios sobre el presentido “Gobierno Frankestein”, ni hay por tanto la menor posibilidad de que, cara a la reunión de este martes en Barcelona entre los enviados especiales de Sánchez y los separatistas de Esquerra, las diferentes organizaciones de la patronal, cuajen y difundan un comunicado conjunto, como se ha intentado, advirtiendo de los riesgos que corre la economía española si, por fin, el pacto de los socialistas, comunistas e independentistas se asienta sobre principios incluso que quedarán incógnitos. En el mundo empresarial las posiciones a este respecto están más o menos así. La CEOE que incluye también a los autónomos, indica en privado que no puede expresarse en público porque bastantes de sus socios tienen que -lo escribo con eufemismo cierto pero real- “entenderse con el Gobierno que se forme sea éste del color que sea”. Literalmente. La institución que rige Antonio Garamendi no ahorra adjetivos para reflejar su pánico al referido Gobierno, pero permanecerá en silencio pase lo que pase. Hay que tener cuenta que la CEOE, como los sindicatos, depende en buena medida de las subvenciones del Estado para sobrevivir. “Nunca -me dicen- hemos sido muy generosos para asegurar nuestra propia supervivencia”.
La sucursal catalana de la CEOE, que ocupa en Madrid una de las vicepresidencias, anda con pies de plomo a la hora de expresar lo que piensa y siente. Fomento del Trabajo Nacional, presidido a veces heroicamente por Josep Sánchez Llibre, aboga genéricamente por el diálogo y en los últimos días, de forma más subrepticia que explícita, ha sugerido, primero, que es más propicio el Ejecutivo que se prepara que la amenaza de unas próximas, las cuartas, elecciones anticipadas. Además, segundo, apuesta por una resolución rápida “del asunto de los presos”, lo que es tanto como sugerir que, por favor, por favor, saquen a la calle a los condenados antes de la Navidad. Algún directivo de la CEOE le ha dicho al cronista: “De ninguna manera nosotros estamos de acuerdo con esta iniciativa”.
Hay en consecuencia una clara división que no ha hecho posible una toma de posición colectiva. Quien sí se ha despachado con claridad ha sido el Círculo de Empresarios, entidad muy reflexiva y nada ejecutiva, que tiene en Cataluña, una franquicia, el “Cercle d’Economía”, que está sajado en dos facciones: la claramente independentista y otra, muy tímida, digamos “constitucionalista”, que no se atreve en absoluto a pronunciarse claramente sobre problema alguno que afecte a Cataluña. Un par de empresarios de este “Cercle” que sí lo han hecho, han sido víctimas no ya de la incomprensión sino de las agresiones de todo tipo de los sediciosos, por ejemplo, Josep Bou, un autónomo que sufre en sus establecimientos, una red de panaderías industriales, la enemiga de los sediciosos.
El Círculo de Empresarios ha pedido un acuerdo entre los partidos nacionales, no nacionalistas, y esto no ha hecho más que empeorar sus relaciones con el Gobierno de Sánchez. El Círculo invitó recientemente a la ministra de Economía a un almuerzo para intercambiar opiniones, pero la señora Calviño, que pasa por ser el adalid de la moderación en el Gobierno en funciones, suspendió un par de horas antes de la convocatoria su asistencia. Así están las cosas y así se las gasta Sánchez cuando alguien, persona física o jurídica, le planta cara. No es extraño pues que los empresarios, que van a sufrir como nadie los efectos del “Frankestein” que se perpetra, permanezcan en silencio como difuntos. Es curioso: los más lanzados en la protesta y en los avisos, reciben toda clase de estímulos por parte de sus pusilánimes compañeros de oficio: “Eso está muy bien, seguid adelante”, pero no logran de los comunicantes un manifiesto apoyo.
Y ¿cuál es el diagnóstico que realizan los empresarios privada o públicamente? Lo podemos resumir en estas apreciaciones: el empleo decrecerá significativamente con el nuevo Gobierno de Sánchez; muchos empresarios, también profesionales, están acelerando operaciones de donación para evitar que el Estado socialcomunista que viene se quede con sus patrimonios; Portugal está recibiendo masivamente capitales que huyen de España ante el temor del pacto que se nos viene encima; España ha dejado de ser atractiva para la instalación de complejos empresariales extranjeros; la confianza de los empresarios está ahora mismo por los suelos; los directivos del IBEX, sigilosos, son los más asustados en estos momentos, uno de ellos le habló así esta semana al cronista: “Esto es una hecatombe”; las Sicav están empezando a viajar a Luxemburgo; y, si por fin se forma este tipo de Gobierno, nuestra prima de riesgo subirá espectacularmente. Son axiomas que manejan con cuidado, no se les vaya a oír, los empresarios. Unos, las dos centenas del Círculo, los enseñan para consideración de la sociedad, y otros, los más, callan por un miedo insuperable a lo que puedan consumar las huestes de Sánchez, Iglesias y Junqueras.
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