España
'Caso Begoña Gómez'

La asistente de Begoña defiende su email pidiendo dinero para la cátedra: «Fue un favor de un segundo»

Se define como "persona de confianza" para gestionar un "entorno seguro" para la esposa del presidente

Cristina Álvarez, directora de programas de Moncloa y, en la práctica, asistente personal de Begoña Gómez, ha defendido ante el juez el correo donde aparece pidiendo a la empresa aseguradora Reale que siga patrocinando la cátedra de la esposa de Pedro Sánchez en la Universidad Complutense de Madrid. Tal como ha podido saber OKDIARIO, le han mostrado el email y ha dicho: «Sí, aquí le estoy pidiendo una reunión [a Reale] para agendar en el calendario. Me dice Begoña que les pida que sigan como patronos de la cátedra. Begoña me pide un favor y yo soy amiga de ella y le hago el favor. Es un segundo, mi trabajo es 24 horas al día, 365 días al año con ella».

En un estado de notable nerviosismo y mostrando evidentes evasivas al ser interrogada como testigo sobre su papel en Moncloa y su relación con diversos asuntos bajo investigación, Cristina Álvarez ha declarado que fue contratada directamente por Begoña Gómez en julio de 2018, tras una simple llamada telefónica y sin entrevista previa, como cargo eventual nivel 26 adscrito al gabinete de presidencia del gobierno, con un salario de 49.000 euros brutos anuales pagados por el Ministerio de Presidencia. Durante su declaración no pudo aportar documentación que detallara sus funciones específicas, limitándose a definir su puesto como «persona de confianza» encargada de gestionar un «entorno seguro» para la esposa del presidente.

Álvarez reconoció utilizar tanto correo oficial como privado para gestionar los asuntos de Begoña Gómez, incluyendo comunicaciones relacionadas con la cátedra universitaria.

La declaración ha estado marcada por numerosas contradicciones y lagunas de memoria. La testigo no ha podido explicar claramente su participación en reuniones importantes ni su intervención en diversos proyectos, alegando repetidamente no recordar detalles por haber «hecho más de 100 eventos en 6 años». Esta actitud ha provocado varios momentos de tensión, llegando el juez a llamarle la atención en diversas ocasiones.

Respecto a sus contactos con la Universidad Complutense, Álvarez ha admitido relación con el ex vicerrector Juan Carlos Doadrio, aunque se ha mostrado confusa al ser interrogada sobre su papel en el proyecto de la plataforma digital y su participación en reuniones universitarias. La testigo tampoco ha podido precisar detalles sobre la frecuencia con la que Begoña Gómez acudía al IE (Instituto de Empresa) ni las circunstancias del fin de esa relación profesional.

Durante toda su comparecencia, la empleada de Moncloa que ejerce de asistente de Begoña Gómez ha mantenido que su función principal era gestionar la agenda institucional, privada y profesional de Begoña Gómez, incluyendo la coordinación con servicios de seguridad y protocolo. Sin embargo, no ha precisado detalles sobre muchas de las actividades específicas por las que fue interrogada, generando, según las fuentes presentes, más dudas que certezas sobre su papel real en la estructura de Moncloa y su participación en los asuntos bajo investigación.

El magistrado Juan Carlos Peinado ha pedido a la asistente de Begoña Gómez su número de teléfono móvil, sin requerirle también el dispositivo. Además, ha aprovechado la vista de este viernes para abrir una pieza separada de carácter disciplinario para multar a varios abogados por hacer declaraciones a la prensa a la salida de las sesiones en fase de instrucción en el Juzgado de Instrucción número 41 de Plaza Castilla.

En concreto, se ha dirigido contra el abogado de Begoña Gómez, el ex ministro socialista Antonio Camacho; y los abogados de las acusaciones populares que ejercen Vox y Hazte Oír, Marta Castro y Javier María Pérez-Roldán, respectivamente.

Peinado investiga a Begoña Gómez por presuntos delitos de tráfico de influencias, corrupción en los negocios, apropiación indebida e instrusismo profesional. La mujer de Sánchez negó diciendo ocho veces «jamás» todas las acusaciones vertidas en su contra el pasado miércoles, la primera vez que optó por no acogerse a su derecho a guardar silencio.