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La economía no espera a los acuerdos políticos

El tema de la ingobernabilidad de España ya comienza a cansar a una población que, pese a ir en masa a votar, marcando récords en materia de participación electoral, no logran ver la capacidad de un gobierno estable para el país. Un gobierno que lidere el cambio, así como la regeneración de grandes problemas estructurales que sufre el país.

Ahora, en las últimas semanas, hemos visto como Bruselas ha corregido las previsiones de crecimiento, llevando los nuevos reajustes al alza, sobre la economía española. Para el organismo europeo, España mantendrá crecimientos cercanos al 2,3% durante el 2019. Unos crecimientos que se verían levemente moderados en el 2020, donde apuntan un crecimiento del 1,9%.

Respecto a la economía, en sí, no podemos afirmar categóricamente que esté funcionando tan mal como algunos analistas apuntaban a comienzo de año, sin embargo, si es cierto que no crecemos al potencial que podríamos crecer, además de que la desaceleración, más intensificada con el paso de los meses, ya comienza a mostrar signos de agotamiento en la economía nacional.

Aunque muchos políticos comiencen a atribuirse los méritos de las declaraciones realizadas por Bruselas, cabe destacar que lo ocurrido, en parte, viene precedido por una óptima gestión –que no la mejor- por parte del Partido Popular. Un partido que adoptó una serie de reformas que han llevado al país a crear empleo –de forma muy gradual aún- y salir del Proceso de Déficit Excesivo en el que estaba sometido con la Unión Europea por sus problemas de elevado endeudamiento.

Para BBVA Research, una reforma laboral que de haberse aplicado durante los años posteriores al estallido de la gran crisis inmobiliaria de 2008, habría evitado la pérdida de más de 2 millones de empleos de entre los que se destruyeron en aquella época. Lo que nos vislumbra que las políticas de desregularización y liberalización del Partido Popular tuvieron un buen efecto en la economía, mientras que en este caso, las del PSOE fracasaron.

Por otro lado, la reforma presupuestaria del PP también ha jugado el papel determinante en lo ocurrido respecto al déficit público. Un déficit que continúa expandiéndose, bajo la supervisión de el regulatorio europeo. Bien, cabe recordar que hasta ahora, los presupuestos que han estado vigentes han sido los aplicados en su día por el Partido Popular, pues recordemos que los de Pedro Sánchez han sido tumbados en Bruselas en numerosas ocasiones.

Para el organismo europeo, los presupuestos que planteaba la ejecutiva socialista no solo engordaban el déficit, sino que hipotecaban al país con resultados desastrosos en el largo plazo. Unos presupuestos que tenían la intención de incrementar el gasto público a niveles desorbitados, compensando el gasto con mayores cargas fiscales para las distintas clases sociales de la población española.

Como podemos observar, España, mientras el resto de países y economías desarrolladas hacen frente a la desaceleración con políticas orientadas a dotar de mayor dinamismo los crecimientos en los distintos territorios, sigue gobernando con los proyectos económicos elaborados por la anterior legislatura, los cuales iban orientados a una serie de problemas y un contexto que para nada se asemeja al actual. Sin embargo, la ingobernabilidad del país no permite hacer modificaciones que reviertan la situación.

Para los miembros en el Congreso, la disputa no es programática y de proyectos, sino de quien tiene la razón en aspectos irrelevantes como los nombres de determinados aeropuertos, los colores de las farolas, el responsable de lo pronosticado por Bruselas, las peleas de una actriz con un político en Twitter o, para colmo de todos, la relación que mantiene el líder de una formación política con una famosa cantante en el país.

Ahora, para más inri, llega el verano y todo apunta a que los ciudadanos no veremos un gobierno hasta después de vacaciones. Vacaciones que, como adelantaba la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), los miembros de su colectivo no tendrán por la incapacidad de cerrar sus negocios y perder la actividad económica en la temporada de verano. No obstante, para los políticos la cosa es bien distinta, pues sí contarán con su relax, el cual ni se han ganado.

Tampoco debemos olvidarnos de lo que adelantaba hace unos días el Centro de Investigaciones Sociológicas del señor Tezanos, el cual animaba a Pedro Sánchez a ir a unas nuevas elecciones que consolidasen la victoria del Partido Socialista, ya que según las encuestas, unas nuevas elecciones darían el 40% del total de votos al PSOE, dotándoles de una mayor fuerza en el Congreso que les permitiría la gobernabilidad en solitario; algo deseado por Sánchez.

Sea como sea, como podemos observar, el escenario es completamente incierto. La política sigue bloqueada y, como comentamos, no se vislumbra el desbloqueo en un periodo inmediato menor a un mes. No obstante, la economía, sosteniéndose en las contracciones que vive la industria, sigue desacelerándose, llegando a registras niveles de PMIs, en el sector manufacturero, por debajo de los 50 puntos, mientras que el de servicios marcaba un nivel levemente superior al horizonte de contracción.

En conclusión, la industria, especialmente en Alemania –locomotora económica de la Unión Europea, sigue mostrando una fuerte caída en la actividad. Los registros que muestran el consumo eléctrico por la industria, en toda Europa, muestran fuertes caídas respecto a años anteriores y llegando a marcar mínimos de la anterior crisis económica. La economía se desacelera y la clase política mira expectante la desaceleración de la misma, impasible y sin la capacidad de adoptar reformas y proyectos que contrarresten el contexto actual.