Alarma para las empresas: los 57 días que pueden aguantar con costes fijos y sin ingresos se han agotado
Francisco Coll Morales es economista y coordinador del servicio de estudios de la Fundación Civismo.
Las previsiones no son nada optimistas. El Banco de España pronostica que la tasa de paro podría rebasar el umbral del 20%. En este sentido, desde Fundación Civismo, creemos que es hora de actuar y controlar la situación.
Recientemente conocíamos los datos de paro del mes de abril. De acuerdo con los datos que publica el SEPE, la situación que deja a la economía española con una nueva cifra de parados que, pese a no ser tan pasmosa como algunos esperaban, si arrojan un claro pesimismo sobre la economía española. En cuestión de meses, la pandemia se ha cobrado ya más de 950.000 empleos que han sido destruidos ante el duro shock de oferta que presenta la economía ante las medidas de distanciamiento social.
En este contexto, la actividad económica se encuentra prácticamente paralizada ante el bloqueo que presenta un estado de alarma bajo confinamiento social, deteriorando así la situación de las empresas en el país.
El tejido productivo, que tiene 57 días de caja media, ya soporta más de 60 días de confinamiento, concretamente 62 entre el 14 de marzo y el 15 de mayo de 2020. En este sentido, los días que puede aguantar una compañía -de media- en España manteniendo los costes fijos y sin percibir ingresos se han agotado, acabando con la liquidez de unas empresas que, también cabe destacar, presentan una escasísima liquidez; contando con el 3% de la liquidez empresarial europea (en Francia el porcentaje asciende al 20%).
En este sentido, teniendo también en cuenta que hablamos de un tejido empresarial que se compone, en casi su totalidad (99,88%), de pequeñas y medianas empresas, la situación para los empresarios españoles es complicada. Los limitados, y escasos, recursos de las empresas españolas, pese a presentar un menor nivel de endeudamiento en contraste con la Gran Recesión, dificultan la gestión, así como la supervivencia, de unas empresas que precisan de herramientas mucho más flexibles que, como los ERTES -pero en un formato distinto y con mayores garantías de acceso-, faciliten la adaptación a la coyuntura; evitando, a su vez, la pérdida de capacidad productiva.
Los datos de paro del mes de abril (pese a no recoger el número de trabajadores que se encuentran en un ERTE al no exceder la suspensión del plazo fijado de 3 meses) muestran un escenario complicado. De acuerdo con los pronósticos, podríamos llegar a rebasar el umbral del 20% en la tasa de desempleo en el país. Es decir, que uno de cada diez españoles en edad y disposición de trabajar quedarán en desempleo.
La situación se está volviendo cada vez más difícil. En este sentido, los datos de abril, los cuales nos dejan la friolera de 282.891 parados nuevos, reflejan un escenario, como poco, preocupante. En primer lugar, estamos hablando del mayor repunte mensual de la serie histórica. Una situación que se agrava cuando tenemos en cuenta la estacionalidad del mes de abril. Es decir, que estamos ante un mes de abril que, tal y como refleja la serie histórica, nunca ha destruido empleo, salvando los meses de abril de 2008 y 2009; cuando la Gran Recesión acababa con el empleo de 40.000 personas.
También preocupan datos como el gasto mensual en prestaciones por desempleo. Aunque la tasa de cobertura sea un buen indicador de que nadie queda atrás, estamos hablando de un incremento relativo del 207,15%. Una brutalidad en todos los sentidos y enfoques que le demos. Con 4.512 millones de euros, el gasto mensual en prestaciones se ha triplicado.
Si miramos cómo se ha comportado la destrucción de empleo por sectores, podemos observar como no hay nada que resaltar en este aspecto. En este sentido, estamos hablando de que, en términos relativos, la repercusión de esta destrucción por sectores es bastante similar. El sector servicios, la industria y la construcción han experimentado una destrucción de empleo que, en los 3, oscila en una horquilla de entre el 7 y el 9%. Aunque todavía, como decía, debemos esperar a ver cómo computan los ERTEs y qué ocurre con el mercado laboral cuando toda la tormenta sanitaria se disipe.
En resumen, estamos hablando de un problema de gran calado al que debe enfrentarse la economía española. Con una tasa media de paro en la serie histórica del 17%, así como un desempleo estructural que se situaba en el 14% -33% en términos de paro juvenil-, España debe repensar cómo piensa crear empleo con reformas que pretenden acabar con el pilar fundamental de la reforma laboral: la flexibilidad del mismo. No es momento de hablar de desempleo institucional -aquel que deja de crearse por la rigidez regulatoria del estado-, sino de crear empleo. Un empleo que vamos a tener que impulsar con nuevas reformas e incentivos, al menos si lo que persigue el Gobierno es que la economía se recupere.
Para ello, quiero concluir, desde Fundación Civismo, y como jefe del servicio de estudios, hemos propuesto una serie de medidas entre las que se encuentra el suprimir barreras de entrada al mercado laboral -de forma temporal- como el salario mínimo interprofesional. Es hora de mirar y apostar por el empleo. Siempre me ha gustado decir que el mejor subsidio, sin lugar a dudas, es un empleo. Ahora, es momento de crear empleo y dinamizar la economía española. Pues si vamos pensando en rigidez y regulación, en la coyuntura en la que nos encontramos, el mercado laboral español podría tardar años en recuperarse.
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