Liga EA Sports: Valencia - Real Madrid

Año nuevo, remontada vieja

Dos goles de Modric y Bellingham en las postrimerías del partido sellaron otra remontada agónica del Real Madrid ante un Valencia que se desinfló

Vinicius fue expulsado por responder a la provocación de Dimitrievski y Bellingham falló un penalti en el segundo tiempo

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El Real Madrid remontó para ganar 1-2 al Valencia.

Año nuevo, remontada vieja. El Real Madrid remontó en Mestalla con un gol de Modric en el 84 y otro de Bellingham en el 95 cuando estaba con uno menos tras la expulsión de Vinicius por responder a la provocación de Dimitrievski. Antes el propio Bellingham había fallado un penalti que habría igualado el tanto inicial de Hugo Duro para el Valencia. La remontada del equipo de Ancelotti abrochó una gran segunda parte tras otro decepcionante primer tiempo y el conjunto blanco se acuesta como líder provisional de la Liga… con un partido más que el Atlético.

Y también año nuevo, Carlo viejo. El sexagenario entrenador del Real Madrid es un tipo confiable y predecible como un capítulo del Equipo A. Y hablando de equipo el que alineó Ancelotti en Mestalla estaba más cantado que el gordo de Navidad. Con Tchouaméni asentado como central (invicto) por necesidad y Ceballos como el Kroos de Utrera, a Camavinga sólo le quedaba una silla vacante en el once, la del lateral izquierdo, en la que esta vez Carletto colocó a Mendy.

Como supondrá el lector más avezado no había novedad en el resto. A Courtois lo escoltaban Lucas Vázquez –fijo en lo que llega o no llega Alexander-Arnold–, Tchouaméni, Rüdiger y Mendy. El doble pivote se lo repartían Fede Valverde y Ceballos. Por delante la diestra era para el renacido Rodrygo, que ha trasnochado más que Froilán en sus vacaciones brasileñas, la siniestra para Vinicius y el centro para un Bellingham que aún no sabe por qué le anularon su gol del año pasado en Mestalla. Y arriba Mbappé dispuesto a demostrar que, aunque sea con varios meses de retraso, por fin ha llegado al Real Madrid.

Enfrente un Valencia en fallas perpetuas. Un club en combustión con una guerra civil entre el dueño, aislado de la realidad en su torre de marfil en la lejana Singapur, y los aficionados, hartos de ver cómo su equipo se aproxima al abismo sin que a la propiedad parezca importarle un pito. Un Valencia con entrenador nuevo, el desconocido Carlos Corberán, que afrontaba la visita del Real Madrid con la piel de cordero puesta y nada que perder en un partido que, al menos de antemano, parecía tener perdido.

Aprieta Mestalla

Pero luego echó a rodar la pelota que es la que siempre manda. Y apretó el Valencia, que salió con descaro y sin miedo. También arriba se iba el Real Madrid cuando perdía el balón, así que el duelo nació con ritmo. Antes del minuto 5 tuvieron los visitantes la primera ocasión en botas de un Fede Valverde que resolvió con un disparo demasiado amable un centro dentro del área de Lucas Vázquez. Respondió Hugo Duro con otra ocasión clara: volea también dentro del área que repelió con mano firme Courtois.

Molaba el partido. Desgobernado, intenso. Ambos equipos jugaban a calzón quitado. Disfrutaba Mestalla. Y pitaba al Madrid, superado el armisticio inicial. En el minuto 12 tuvo el Valencia su segunda ocasión manifiesta de gol, como dicen los árbitros. En una contra en la que el equipo de Ancelotti no retrocedió Foulquier se plantó algo esquinado ante un Courtois que se hizo gigante y le tapó todos los espacios.

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Hugo Duro celebra el 1-0 del Valencia al Real Madrid. (EFE)

Igual que el central Tárrega a Vinicius minutos después. Su celebración en la cara del brasileño era una declaración de intenciones. No terminaba el Real Madrid de cogerle el aire al partido. Replegaba bien el Valencia con orden y concentración. Y salía con peligro a la contra porque el equipo de Ancelotti estaba partidísimo. Los cuatro de arriba ni se molestaban en regresar y eso provocaba que las contras del equipo de Corberán terminaran siempre en uy.

Al Madrid se le habían ido los primeros 24 minutos en Mestalla con más pena que gloria. Sumemos a lo escrito un centro distópico del atolondrado Mendy que acabó sacando Dimitrievski con una salida de puño. Se veía venir que el Valencia podía adelantarse. Se veía venir y vino. Fue una jugada nacida de una pérdida de Rodrygo en campo rival. Había falta de Yarek pero Soto Grado se la comió. Igual que medio equipo de Ancelotti, que se negó a volver a su campo. Foulquier se plantó en el área como Pedro por su casa, se la dejó a Javi Guerra cuyo disparo repelió Courtois. Era imposible hacer más pero su rechace le cayó en los pies de Hugo Duro, que marcó a placer.

La quinta de la pereza

El Real Madrid volvía a ser una oda a la pereza. Los cuatro de arriba, que no la habían olido en media hora, se permitían el lujo de holgazanear cuando el Valencia recuperaba la pelota y eso, que es culpa única y exclusivamente de Ancelotti, es intolerable. En el fútbol de 2025 no puede haber liberados sindicales. Los ochenta se quedan para vídeos nostálgicos y vintage. El fútbol hace tiempo que es otra cosa por mucho que Carletto se empeñe en seguir fiel a su viejo e indestructible Nokia.

Un disparo lejano de Fede Valverde que lamió por fuera el larguero fue la única respuesta del Real Madrid en el 37. El Valencia se empezó a hundir demasiado atrás demasiado pronto. Invitó al equipo de Ancelotti a atacarles y esa no suele ser una buena idea. Al filo del descanso la tuvo Vinicius tras una gran asistencia filtrada por Ceballos. No definió bien el brasileño en el mano a mano ante Dimitrievski, que la sacó con el pie.

Pero el Real Madrid seguía siendo un desastre de equipo con y sin la pelota. Mbappé necesitaba un chaleco reflectante homologado por la DGT para que le vieran. Rodrygo era intrascendente, Bellingham desnortado y Vinicius, un gruñón que no daba pie con bola. Así que con ese desolador panorama y el 1-0 en contra se fueron los de Ancelotti al descanso.

Un penalti fantasma

Del que regresamos sin cambios en el equipo blanco, naranja en Mestalla, al que le habían puesto la cara colorada. Calentaban Camavinga y Brahim para guillotinar a eso del 60 a Ceballos y Rodrygo. Antes Tárrega se llevó puesto en el área a Mbappé en una acción torpe y (un poco) obscena. El francés quedó dolorido del hombro en la caída, así que la pena máxima era para Vinicius. Sin embargo, en un alarde inusitado de generosidad, el brasileño se la cedió a Bellingham. Mala decisión. El inglés ejecutó el penalti con chulería y una estúpida paradinha. La pelota se estrelló contra el poste izquierdo de un Dimitrievski adelantado.

Esa era la mala noticia para el Real Madrid. La buena era que Mbappé se había enchufado al partido. Mucho. Tanto que en una acción individual hizo el 1-1. Fue un gran regate para abrochar un gran gol, la lástima es que su posición era, como tantas veces, de fuera de juego. Por una rodilla, vale, pero fuera de juego. Pues nada, otro gol interruptus de Kylian.

Igual que el que tuvo Rodrygo tres minutos después tras cabecear a las nubes una buena asistencia de Tchouaméni. Con un minuto de retraso Ancelotti metió a Camavinga por Mendy al lateral zurdo y a Brahim por el citado Rodrygo. Resistía el Valencia. Defendía su 1-0 c0n uñas y dientes. Asediaba el Real Madrid pero sin orden ni acierto. A los de Ancelotti les empezaban a entrar las prisas. Y los nervios.

Vinicius cae en la trampa

Presa de ellos fue Vinicius en el 75, que se tomó la justicia por su mano ante Dimitrievski tras la colleja del portero del Valencia. El brasileño le dio en la cara al meta valencianista y Soto Grado, que había juzgado la acción como amarilla, la cambió por roja directa. Vinicius se la había ganado a pulso sólo por la torpeza de caer en la trampa.

Vini dejó a su equipo con diez pero el Real Madrid estaba resuelto a tirar de ADN. Y fue Modric, el dinosaurio que había saltado al césped de Mestalla, el que anotó el 1-1 tras un robo de Brahim y una maravillosa pared de Bellingham. Pues nada, cuando casi nadie lo esperaba, el Madrid rescataba un punto en Mestalla. Y aún estábamos en el 84.

Soto Grado dio nueve de añadido y Mestalla apretaba para que el Valencia se fuera arriba. Tampoco se rendía el Real Madrid, sabedor de que aún le quedaba una bala en la recámara. La disparó Bellingham, que anotó un golazo tras un regalo de Hugo Guillamón, para abrochar otra remontada del equipo de Ancelotti en uno de esos duelos que pueden valer una Liga. Y por si le faltaba algo al partido apareció la flor de Carletto con un disparo final al palo de Luis Rioja. Así que al final ganó el Madrid en uno de esos partidos de frenopático que tanto gustan en el Bernabéu. Aunque esta vez fuera en Mestalla.

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