Este pasado miércoles se hizo público el pronunciamiento judicial de la Audiencia Provincial de Madrid que supuso el enésimo triunfo de la causa de la Superliga. En esta ocasión, UEFA y la Liga se habían unido con el objetivo de recusar al juez que hasta ahora ha amparado las pretensiones de la Superliga y elevado el caso al TJUE. La sentencia de la Audiencia no puede ser más demoledora contra la UEFA y Liga. Además de desatender su petición, les acusa de mala fe y por ello ambos organismos reciben una multa. Puede parecer una victoria sin importancia, pero nada más lejos de la realidad. Este juez, cuya recusación entre otras cosas se pedía, es el que ha impedido que los clubes de la Superliga hayan sido sancionados por la promoción de una nueva competición.
El escenario más probable es que para verano u otoño el TJUE haya resuelto que efectivamente la UEFA ejerce un monopolio y en garantía del derecho de libre competencia, la Superliga puede tener lugar sin temor a ningún tipo de represalia. Probablemente esta sentencia suponga el punto de inicio de una competición cuyo formato no será el mismo que propusieron de inicio los clubes fundadores. Una Superliga abierta seguirá reuniendo en la mayoría de casos a los clubes más grandes de Europa, pero dejará la puerta abierta a los equipos revelación. Esta competición se fundamenta principalmente en ser la respuesta a tres amenazas:
Premier League
En el proyecto original de la Superliga hay seis equipos ingleses. Cabe la duda de si estos equipos retomarán su compromiso una vez la Superliga eche andar. El poderío de la Premier y la presión gubernamental supusieron un desincentivo a la continuidad pública de estos equipos. La Superliga tendrá lugar con o sin los equipos ingleses. Esto es así porque el enorme poder de la Premier precisa de una competición que le dé respuesta. Imaginar un panorama futuro en el que se mantenga el status quo que permite a un equipo de media tabla de la Premier quitarle a casi cualquier jugador a otro equipo importante de otra Liga es descorazonador. Idealmente la Superliga seguirá teniendo a los equipos ingleses, pero echará a andar con o sin ellos.
La UEFA
Como regulador este organismo se ha visto absolutamente ineficaz para hacer cumplir su propia normativa de fair-play financiero. Las investigaciones y amago de sanciones a PSG y City demostraron que los clubes estado pueden campar a sus anchas y eso evidentemente pone en jaque al resto de equipos. De nuevo imaginar este escenario durante mucho tiempo supone aceptar que muchos clubes pasarán a ser propiedad de diferentes estados u oligarcas. Esto abundará la inflación que se produce en el mundo del fútbol por la entrada de capital de fuera del mismo mientras el regulador, es decir la UEFA, es incapaz de arbitrar las medidas que lo impidan.
Crisis de producto
El fútbol compite cada día más con otras ofertas de ocio. Las nuevas generaciones muestran cada vez más desafección por sentarse frente al televisor y ver un partido entero. Por ello urge mejorar el producto y ofrecer el mejor espectáculo. Por supuesto respetando la integridad de las competiciones nacionales durante los fines de semana. Mejorando el producto, mejorará la generación de recursos de manera orgánica y eso conllevará que la abundancia llegue a los clubes modestos.
Todo hace indicar que, igual que Bernabéu fundó la Copa de Europa, Florentino será el principal precursor de la competición que le sucederá. Veremos cuándo llega ese momento.