Ramón tenía razón

El reto de Xabi Alonso

Xabi Alonso

El aterrizaje de Xabi Alonso en el banquillo del Real Madrid trae consigo un reto mayúsculo que va mucho más allá de la pizarra. El nuevo técnico se enfrenta a un equilibrio delicado entre la gestión de dos de las piezas más valiosas del proyecto blanco: Vinicius Júnior y Rodrygo Goes. Ambos brasileños comparten no solo generación y ambición, sino también zona de influencia: la banda izquierda. En el caso de Rodrygo, su preferencia de actuar por ese costado responde a una petición expresa al entrenador hecha en junio y después de haber estado fuera de la dinámica habitual del grupo, lo que complica aún más la ecuación.

El problema es evidente. Vinicius ha construido en el costado izquierdo su identidad como futbolista diferencial. Desde ahí desborda, rompe defensas y ha cimentado su condición de estrella del equipo. Quitarle ese espacio supone limitar sus virtudes. Sin embargo, Rodrygo, más versátil en su trayectoria, siente que su rendimiento alcanza una dimensión superior cuando arranca también desde esa zona. El brasileño no oculta que se siente menos cómodo en la derecha, donde a menudo queda encorsetado. Podemos añadir que haber jugado allí la temporada pasada con la responsabilidad de ayudar a Lucas pudo quedar a brasileño.

Xabi Alonso, que en su carrera como jugador convivió con vestuarios repletos de talento y jerarquías, sabe que la competencia interna es uno de los motores de la élite. Ha repetido en público y en privado que no quiere futbolistas indiscutibles, que su idea es que cada partido se gane con esfuerzo diario y que nadie se duerma en los laureles. Pero aplicar ese manual de meritocracia sin fisuras implica un riesgo: Vinicius es un jugador especialmente sensible, que necesita sentirse respaldado y protagonista. Su renovación a largo plazo, aún no cerrada, es un asunto estratégico para la institución. Si percibiera que su estatus se tambalea, el club podría encontrarse ante un problema mayúsculo.

El Real Madrid lleva tiempo construyendo su futuro deportivo y comercial alrededor de Vinicius. Su carisma, su conexión con la grada y su impacto mediático le sitúan como una de las grandes caras visibles del proyecto. Una eventual salida, en un mercado donde clubes de la Premier suspiran por talentos de su calibre, sería un golpe doble: deportivo y simbólico. De ahí que el club debería contemplar con preocupación cualquier escenario que pueda hacer dudar al brasileño sobre su continuidad. Y más teniendo en cuenta que en 2027 podría marcharse sin dejar un solo euro en el Real Madrid.

Rodrygo, por su parte, representa un activo de enorme valor. A sus 24 años, ya ha demostrado capacidad para aparecer en noches grandes y ser decisivo. Su deseo de sentirse más cómodo y explotado en su máximo potencial es legítimo, y en Valdebebas no quieren frenar su progresión. La dificultad reside en armonizar su ambición con el ecosistema ya consolidado de Vinicius

¿Cómo conciliar, entonces, los intereses de todos? Xabi Alonso deberá tirar de su habilidad como gestor de egos y arquitecto de sistemas. Una posibilidad pasa por alternar posiciones en función del rival, ofreciendo a Rodrygo espacios en la izquierda en determinados partidos y manteniendo a Vinicius como referencia en los grandes escenarios. Otra opción, más arriesgada, sería experimentar con esquemas donde ambos convivan por dentro, con Vinicius ligeramente más adelantado y Rodrygo en una posición híbrida de mediapunta, aprovechando su visión y capacidad asociativa. Todas estas propuestas chocan con la realidad de que en el Madrid juegan también jugadores como Mbappé o Bellingham que ocupan esas posibles vías de escape para los brasileños.

El reto no es solo táctico, sino emocional. Xabi tendrá que convencer a sus futbolistas de que la rotación y la flexibilidad no son castigos, sino oportunidades. En este sentido, la comunicación será clave: Rodrygo necesita sentir que su rol es importante, aunque no siempre sea desde su zona favorita, y Vinicius debe percibir que sigue siendo el pilar del proyecto.

Al final, el éxito de Xabi Alonso no dependerá únicamente de su capacidad para dibujar sistemas, sino de su habilidad para mantener el delicado equilibrio entre competitividad y estabilidad emocional. Si logra que Vinicius y Rodrygo se complementen en lugar de enfrentarse por un espacio en el campo, habrá resuelto no solo un problema deportivo, sino una cuestión estratégica para el futuro del club.

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