El Real Madrid sigue en su pretemporada infinita y no termina de arrancar. Ante Las Palmas el equipo de Ancelotti perpetró otro primer tiempo infame sin fútbol ni alma. Se adelantaron los locales con un golazo de Moleiro que sonrojó a toda la defensa blanca. Reaccionó el campeón tras el descanso, sobre todo con la entrada de Güler, y Vinicius igualó de penalti. Mbappé, que lo intentó todo, volvió a quedarse sin marcar. Y ya van tres partidos.
Real Madrid de Mbappé, primera temporada, capítulo tres. En episodios anteriores tanto el equipo como la nueva y deseada superestrella habían desesperado a sus fans. Los chicos de Ancelotti, huérfanos de pausa y desnortados sin Kroos, habían defraudado ante el Mallorca y el Valladolid, dos de esos rivales endebles por plantilla propicios para el lucimiento y las goleadas. Kylian, más pendiente de agradar que de engordar su estadística, había estado tan voluntarioso en el juego como fallón en el remate.
Y ante Las Palmas era el día para arreglarlo porque en el Real Madrid nunca es demasiado pronto para una crisis. Y menos para un debate. Ni siquiera cuando su entrenador, el viejo Carletto, se había empeñado en repetir partido a partido la misma alineación desde la Supercopa de Europa. Pero al tercer partido (de Liga) Ancelotti rotó. No es que fuera una revolución, pero al menos agitó algo el árbol de la alineación.
Regresó Mendy, sancionado frente al Valladolid, y entraron al once del Real Madrid Lucas Vázquez para dosificar a Carvajal, Modric por Güler para empezar desde el inicio por primera vez esta temporada y Brahim, que se había ganado la titularidad, por Rodrygo, que también se había ganado la suplencia. El partido diría si la rotación de Ancelotti implicaba también un cambio de sistema para dejar el 4-3-3 por el 4-4-2 con un rombo en el centro (Tchouaméni y Brahim en los vértices, Valverde y Modric en los costados) y dejar que Vinicius y Mbappé se repartieran todo el frente de ataque. Veríamos.
Y al tercer día rotó
Y por centrarnos les contaré que el Real Madrid saltaba al Estadio de Gran Canaria con un once que formaban Courtois; Lucas Vázquez, Militao, Rüdiger, Mendy; Tchouaméni, Fede Valverde, Modric, Brahim; Vinicius; y Mbappé. Enfrente Las Palmas de Luis Carrión, tercer rival sobre el papel amable para un Real Madrid que continúa en su pretemporada infinita.
Nos dieron las nueve y media, ocho y media en Canarias, y echó a rodar la pelota. Pronto se la quedó el Real Madrid. Las Palmas no la olía y a los tres minutos tuvo la primera Mbappé, que corrió una asistencia de Vinicius y trató de finalizar con un disparo cruzado que se estrelló contra un defensa rival. La respuesta de Las Palmas fue demoledora.
Moleiro inició un ataque en transición que cogió a pie cambiado a todo el Real Madrid. Luego defendieron mal todos: Militao salió a ningún sitio, Rüdiger retrocedió mal, Fede Valverde no atinó a despejar, Tchouaméni no quiso hacer falta en la frontal y Militao abrochó el bochorno con una cintura de madrea que destrozó Moleiro para batir por bajo a un Courtois que tampoco estuvo fino ni rápido en su estirada. Pues nada, 1-0 para Las Palmas y el Real Madrid con necesidad de remar.
Ancelotti padre flipaba y mascaba chicle a la vez. Ancelotti hijo quería destrozar el Ipad por la sucesión de cantadas de los futbolistas blancos. Disfrutaba Las Palmas con un Real Madrid que era una pizza: blandito y partido en mil porciones. Bajar no bajaba nadie. Apenas defendían los cuatro de atrás mientras que los cuatro de arriba (Mbappé, Vinicius, Brahim y Modric) ni siquiera regresaban a campo propio. Tchouaméni andaba más perdido que Óscar Puente en el Ministerio de Transportes.
Las Palmas pega primero
El Real Madrid defendía con la intensidad de un partido de veteranos y atacaba como si fuera un solteros contra casados. Las Palmas ni se inmutaba cuando los de Ancelotti, inoperantes e inofensivos, tenían la pelota. Sólo inquietaba Mbappé, que no se escondía, porque los primeros 20 minutos de Vinicius también eran para hacérselo mirar. Como los de Modric. Como los de Tchouaméni. Bueno, como los de casi todos.
Una falta en el 25 permitió a Fede Valverde calcar el gol que le metió a Valladolid. Bueno, intentarlo, porque una prodigiosa mano de Cillessen evitó el 1-1. Tampoco estuvo rápido ni ágil Mbappé para aprovecharse del rechace del meta holandés. Un minuto después de nuevo Fede Valverde, el único en el Madrid con fuelle para ir y volver, se asomó al área de Las Palmas, pero su disparo se fue arriba. Luego lo volvió a intentar sin suerte Mbappé.
Ancelotti cambió a varios jugadores de sitio y dibujó un clásico 4-4-2 en línea. El centro del campo, de derecha a izquierda, lo ocupaban Valverde, Modric, Tchouaméni y Brahim. Arriba se quedaban mano a mano Vinicius y Mbappé, que se echó a la izquierda. Carletto sacó del campo a un Modric irreconocible en el 63 para meter a Güler.
Sestea el Madrid
Pero nada. El Real Madrid seguía perpetrando otra primera parte infame. En el 37 de nuevo un disparo lejano, esta vez de Rüdiger, permitió lucirse a Cillessen, que metió otra mano salvadora. Cuatro minutos después reclamó McBurnie un posible penalti de Rüdiger, que le puso las manos y compró papeletas para que le pitaran la pena máxima. Vale que no lo era pero si te lo pitan, te lo comes.
Hablando de comer, el primer tiempo que nos habíamos comido del Real Madrid era para tomarse una caja de Almax. Ancelotti se enojó (otra vez) y sacó del campo al descanso a Mendy y a Brahim para meter a Fran García y Rodrygo. Vuelta al 4-3-3 en busca del fútbol perdido. Que vive Dios que no aparecía.
Vinicius se la jugó en solitario en el 50 en una jugada que resolvió con un tiro seco abajo mientras Mbappé se la pedía por el centro. El francés le devolvió la jugada un minuto después e hizo lo mismo: jugársela él solito sin mirar a nadie más. Y mientras el Madrid estaba ahí con sus egos, Las Palmas perdonó el 2-0 en un mano a mano de Sandro con Courtois que el delantero canario echó a las nubes cuando ya había sentado al meta blanco.
Otro mosqueo de Ancelotti
El partido se rompió. Vinicius perdonó el empate tras un rechace a un tiro de Mbappé. El brasileño cabeceó mal cuando lo tenía todo a favor. El Real Madrid se empeñaba en atacar por dentro y generar, de paso, un gigantesco atasco en el que morían todas las jugadas. En el 63 Ancelotti se hartó de Modric y de su intrascendente partido y le cambió por Güler. No veremos al croata de titular en muchos partidos más.
En el 66 el Real Madrid, que ya había inclinado ya el partido hacia el área de Las Palmas, se encontró con un penalti claro por mano de Suárez, que evitó el gol a bocajarro de Güler. La pena máxima la ejecutó Vinicius, paradinha incluida, con un disparo preciso. Habían bastado cinco minutos de Güler en el campo para cambiar la cara a un Madrid que comenzaba a aprovecharse del agotamiento físico de los amarillos.
No se rindió Las Palmas, que tuvo el 2-1 en un disparo a bocajarro de Mármol que sacó como pudo Courtois. En el 75 metió Ancelotti a Carvajal por Lucas Vázquez. Al Real Madrid se le iba agotando el tiempo aunque su mejoría era notoria. Resistían los locales, que estaban completando un partido de lo más meritorio. En un pispás nos plantamos en el 85 y el campeón empezó a precipitarse.
Como se precipitó Mbappé en una maravillosa acción individual en la que le hicieron tres penaltis pero él se empeñó en seguir la jugada hasta que la finalizó, ya muy forzado, con un tiro flojo. En ese momento entró Endrick por Vinicius. Y diez segundos después el brasileño casi marca en una volea tras un gran pase de Güler.
Aún habría tiempo para un susto postrero en la portería de Courtois, con un gol bien anulado a Viti por fuera de juego de Mata. En los cinco minutos de prolongación lo intentó sin cesar el Real Madrid, sobre todo con un Endrick que merece más minutos, pero el equipo ya no tenía orden ni concierto, así que los de Ancelotti sufrieron su segundo pinchazo en tres partidos de Liga y ya están a cuatro del Barça. Y con Mbappé en blanco, claro.