Otra actuación bipolar de Vinicius, con una cal y un par de arena en forma de doblete, empujó al Real Madrid a encerrar una victoria cómoda y vistosa en Pamplona. Osasuna se suicidó con la defensa adelantada de Arrasate y puso alfombra roja a los delanteros del equipo de Ancelotti. También brilló Brahim, que hizo un golazo y demostró que al menos en el Madrid sí que tiene un sitio fijo.
Ancelotti empezó a preparar en Pamplona la eliminatoria ante el Manchester City. Adiós las rotaciones y minutos para la pareja Rüdiger-Tchouaméni, que tendrá que vérselas con el imponente Haaland, un delantero de esos que quitan el hipo y la hiperclorhidria. Es lo mejor para el Real Madrid porque Nacho ya no está para esas batallas y porque Militao llega más justito que el currículum de Ione Belarra.
Esa era la gran novedad del once de Ancelotti ante Osasuna, al que regresaban los pesos pesados que no estuvieron frente al Celta como Kroos o Carvajal. Y era titular Brahim ante la ausencia de Bellingham por la cacicada federativa tras su expulsión en Mestalla. Formaba el Real Madrid en el Reino de Navarra –para los que vimos la tele en blanco y negro como yo, El Sadar– con una alineación integrada por Lunin; Carvajal, Rüdiger, Tchouaméni, Mendy; Kroos, Camavinga, Valverde, Brahim; Vinicius y Rodrygo.
📹 Vinicius Jr. fue el jugador más abucheado del Real Madrid cuando sonaron las alineaciones por megafonía
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⏱ 14’ 🔴🔵 Osasuna 1-1 Real Madrid ⚪️🟡
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— okdiario.com (@okdiario) March 16, 2024
Enfrente un Osasuna sin exigencias clasificatorias pero que siempre siente un cosquilleo especial cuando le visita el Real Madrid. A los rojillos les da repelús el blanco. Y pitaba Martínez Munuera, árbitro serio como un guardia civil de pueblo. No habían acomodado sus traseros en los asientos muchos aficionados y ya había marcado el Madrid. Fue una cagada inmensa de Catena, que se hizo lo que se conoce como la picha un lío, y le regaló la pelota a un Vinicius que presionó sin demasiado interés.
Encierro en Pamplona
El brasileño se quedó con la pelota, se acercó a Herrera, le atrajo hacia sí y se la puso cruzada y tocadita. No había digerido Osasuna el 0-1 cuando ya había empatado. Lo hizo en un córner, que se envenenó tras peinar Carvajal, acabó en las botas de Herrando en el segundo palo, la devolvió al primero y allí remachó Budimir mientras Lunin recorría la portería por dentro como si le hubiera picado una avispa de Indian Wells.
El vértigo acabó en una nueva ocasión de Vinicius, que se confundió en el mano a mano ante Sergio Herrera y le tiró al muñeco. La fallida ocasión del brasileño mitigó el vértigo inicial. Ambos equipos tomáronse un respiro. La tregua la rompió el Real Madrid con un disparo de Rodrygo que desvió Herrera. Ídem hizo Lunin a un disparo similar de Areso en el otro área.
Rota la tregua otra vez se puso por delante el Real Madrid. Lo hizo en el 18 con un golazo de Carvajal. La jugada la cocinaron entre Brahim con una picadita y Fede Valverde con un pase de espaldas. Marcó el lateral internacional con un sutil y estético toquecito con el exterior del pie. Fue un gol plástico como los abdominales de Leticia Sabater.
Acumuló ocasiones el Real Madrid en las botas de Valverde o Vinicius, que se fueron al limbo. Manejaba a su antojo el partido el equipo de Ancelotti ante un Osasuna con el síndrome de perseguir fantasmas. También la tuvieron los rojillos con un disparo de Budimir que sacó Lunin con un vuelo espectacular.
También Vinicius tuvo su ida de olla nuestra de cada día al ver una merecida amarilla por hacer el idiota ante las mismas narices de Martínez Munuera. Era la quinta, así que el brasileño no jugará ante el Athletic y no tendrá cómo escaquearse de volver a Mallorca. Con la tontá de Vinicius, que encendió al público navarro, nos fuimos al descanso.
Sentencia el Madrid
Del que volvimos con el Real Madrid tratando de volver a pensar en fútbol y no en las chiquilladas de su mejor futbolista. Emergieron al partido Brahim y Rodrygo, que se asociaron en torno al área rojillo. También vio la amarilla Camavinga, que no sabe frenarse en las pelotas divididas y se llevó por delante a Moi Gómez. Se vengó Lucas Torró del francés con una patada tan alevosa que acabó autolesionándose. También vio la amarilla el jugador de Osasuna, que se quedó tocado.
Entre reyertas y facturitas nos comimos una hora de partido. Ancelotti se hartó y puso a calentar a Nacho para sacar del campo a Camavinga y subir a Tchouaméni al centro del campo. Antes que eso apareció Brahim para sentenciar el partido con una magnífica carrera que abrochó con un toquecito sutil que engañó a Herrera en el mano a mano.
Dos minutos después llegó el cuarto, otra vez de Vinicius. El pase largo y con el exterior fue de Rüdiger, la prolongación con la entrepierna la hizo Fede Valverde y la definición final fue del brasileño con la puntera ante la lentitud y la pasividad de los centrales osasunistas. Pues 1-4 y asunto arreglado. Ancelotti preparaba cambios porque el partido ya no tenía historia.
Entraron Nacho y Modric y salieron Camavinga y Brahim. Era el 72 y Güler seguía calentando… banquillo. Luego en el 76 Lucas Vázquez por Kroos. La cabezonería de Carletto con no poner a jugar a Güler más que dos o tres minutos es desesperante. ¿Por qué no sacar al chico con 1-4 a que juegue 20 minutos y sacarle en el 83? Así es Ancelotti, más antiguo que su chaleco y con menos cintura que un defensa del futbolín.
Pues eso. La entrada postrera del joven turco, acompañado de Fran García, sirvió para retirar del campo a Vinicius, que se marchó jurando en arameo y encarándose con medio mundo, y a Mendy, que asistió como espectador al paripé del brasileño. Le abrazó Ancelotti (a Vinicius, no a Mendy) y le dio cariñitos y mimitos con su carácter paternalistas.
No hubo tiempo para más porque el partido estaba sentenciado. Sí para que Iker Muñoz maquillara el resultado con el postrero 2-4 en un remate que se le coló a Lunin por debajo de las piernas. Y para una delicatessen de Güler, que casi marca el gol de Pelé desde el centro del campo. Lo evitó el larguero. Al final, el Real Madrid se llevó los tres puntos con solvencia y encierra, todavía más, una Liga a la que sólo parece faltarle la fecha para vallar La Cibeles.