«Han formado una grandísima familia que siguen alimentando», explican los que están cerca del vestuario del Real Madrid en el día a día. No por ser lo normal deja de sorprender lo bien que se lleva esa caseta madridista. Para muchos, la que mejor ambiente tienen desde hace muchos años. Da igual que salgan pesos pesados como Kroos o Nacho, los que se quedan entendieron el mensaje, lo asimilaron y los transmiten a los que van llegando en forma de legado para que el equipo dirigido por Carlo Ancelotti se mantenga como una balsa de aceite.
Hay quien pensó -o deseó, vayan ustedes a saber- que la llegada de Mbappé hiciese saltar por los aires el vestuario del Real Madrid. La familia del Real Madrid. Un equipo unido que lo da todo por su compañero. Se vio la temporada pasada, cuando se vivieron momentos delicados con las lesiones de Courtois y Militao, cuando todos se unieron para sacar adelante una temporada en la que recibieron más golpes, como la grave lesión de Alaba, pero donde terminaron ganando la Liga y la Champions.
Esta temporada ese buen ambiente se mantiene. «Uno cuando los ve entrenar se acuerda de un patio de un colegio con los niños jugando», aseguran los que les ven en Valdebebas trabajar entre risas y bromas constantes. También saben sufrir juntos y unidos intentan salir de los malos momentos. Por ejemplo, tras llegar de Mallorca el pasado domingo, un grupo de jugadores compartió un rato juntos para analizar lo que había salido mal.
«Todos son buenos chicos. El grupo humano es muy bueno y Mbappé es muy buen chico también», aseguraban desde dentro del Real Madrid cuando se confirmó el fichaje del francés. Kylian ha llegado a una caseta nueva, pero donde no es para nada un desconocido. Conoce a una gran parte del vestuario madridista y con muchos de ellos mantiene una relación de amistad, lo que le ha ayudado a integrarse.
Es habitual ver a estos jugadores compartir días libres. A Camavinga en Brasil con Vinicius y Rodrygo, a Brahim junto a su amigo Bellingham o a Mbappé con los brasileños. Son una familia dentro del vestuario y fuera de él. Un grupo de amigos que tienen a un líder por encima de todos que les guía por la senda del buen ambiente. Y este es, como no, Carlo Ancelotti.
La mano de Carletto
«Sería imposible este buen ambiente en el vestuario sin Ancelotti», explican a OKDIARIO. El italiano es capital. Su mano izquierda hace que el grupo se una. Pendiente de todos y sin tratar a todos por igual, ya que esto es uno de los mayores errores que puede cometer un líder. Cada jugador es diferente y Carletto, que fue uno de ellos, lo sabe a la perfección.
Los futbolistas saben que tienen a Ancelotti siempre a su disposición. Siempre es un apoyo para ellos. Eso sí, siempre desde una exigencia máxima y desde el buen hacer. Cuando las cosas no suceden como él quiere, se enfada, tal y como se vio en Son Moix. Eso también es parte de su encanto.